La nueva obra de José Acevedo (Sevilla, 1965) tiene varias particularidades dentro del universo kafkiano. No sólo es que el autor se confiese admirador de Franz Kafka hasta el extremo de haber visitado recientemente cuatro veces Praga, la ciudad del creador de La metamorfosis, sino que la propia génesis del libro cuenta con componentes de ese absurdo que alimenta esta clase de literatura. El subtítulo de la obra, “49 + 1 sombras”, nace del comentario de un amigo del escritor que le dijo, ante la salida de su primer libro, que “estamos ante las 50 sombras de José”. Esta afirmación le dio la idea a Acevedo para ponerle un subtítulo a cuarenta y nueve relatos que le alborotaban la cabeza, a modo de puzzle literario, como si de pequeñas novelas se tratara. El libro presenta cuentos oscuros acompañados de ilustraciones, puertas que se le abren al lector para vivir distintas transformaciones. Quien comience a leer el libro no necesariamente será el mismo cuando lo termine. Según afirma el autor “la sombra cincuenta es la suya, que teje un hilo entre las sombras sociales, las de las personas que sufren, y las interiores, las que se esconden en nuestras inquietudes”.
En el prólogo del libro el periodista Esteban Fernández le hace un llamado a los lectores, sugiriéndoles, como si de un interesante reto se tratara que “No lean este libro si pretenden imbuirse en una serie de relatos fáciles, entendibles y descifrables. No lean este libro si procuran evadirse de una realidad que les aprieta y ahoga y para corregirla persiguen historias hiladas de presentaciones, nudos y desenlaces previsibles”. Ya aquí se nos advierte que estamos ante una obra escrita para conmocionar al lector, afirmación que nos recuerda que fue el propio Kafka quien dijo que “Un libro debe ser el hacha que rompa el mar helado dentro de nosotros”. Y José Acevedo decidió seguir el consejo de su maestro sin olvidar el componente de juego que también lo identifica con Julio Cortázar, el gigante de las letras argentinas. El elemento lúdico acompaña al lector en la lectura de todos los relatos. Al respecto Fernández nos dice que “No lean este libro si no tienen la mente abierta a nuevos mundos y nuevas realidades. Sería absurdo y perderían el tiempo... Léanlo si buscan en un libro algo más que literatura y si son de los que piensan que la lectura es un ejercicio con infinidad de prismas y conceptos”. En la literatura de José Acevedo el juego convoca al lector a participar en la metamorfosis de cada historia, como si de la metamorfosis de su propia vida se tratara.
Los primeros trabajos de José Acevedo fueron como director y editor de la revista musical independiente Visiones atormentadas; en el año 2000 publica algunos poemas sueltos y su relato “Flor de otoño” en el libro de relatos compartidos Instantes mágicos (Editorial Padilla, de Sevilla). También ha compuesto letras de canciones para el grupo Besos Robados, tales como Flor de otoño (adaptación de su relato); Besos robados (adaptación de la película de François Truffaut) y 24 horas juntos, entre otras. El polifacético creador ha realizado traducciones de novelas de autores franceses no editados en España. En 2013 Ediciones Carena publica su libro Relatos para la tortura de un abandonado doméstico, once formas de narrar el abandono, escritos para abandonar sistemas, para desenfocar luces, para deshacer comportamientos e, incluso, para aclarar éticas. En el 2015 la misma editorial publica Carlos y alguien más. En la actualidad el escritor sevillano se encuentra afincado en Jerez de la Frontera.
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