Entrevistamos al poeta en un restaurante abulense donde nos cuenta su experiencia en la participación del Festival Abbapalabra que se ha celebrado el pasado mes de octubre en las ciudades mexicanas de San Luis de Potosí y Chimalhuacán. La experiencia no ha podido ser más gratificante ya que los auditorios se llenaron de amantes a la poesía como no se llenan por nuestras tierras.
Acaba de publicar dos antologías de poesía. En España ha publicado la antología "de Nadie". ¿Qué contiene este volumen?
En este libro se agrupan todos los poemas que he ido publicando en mis tres libros de aforismos, es decir, aquí está mi producción poética de los últimos diez años. Quince de estos poemas han sido ilustrados por Nuria Cadierno, con un estilo artístico muy cercano a mi poética. La obra incluye un prólogo de Juan Carlos Mestre, en el que el poeta berciano analiza con detalle los rasgos fundamentales de mi escritura.
¿Cómo definiría su poesía?
En mi poesía, como en los otros géneros que practico, siempre hay fusión y mezcla. Me gusta situarme en la frontera. En mi obra lírica no faltan las imágenes luminosas y expresivas, las ideas inquietantes y profundas, los sentimientos amplificados por la sensibilidad extrema y Las experiencias que nacen de los conflictos humanos. Voy de lo existencial a lo surreal y de la reflexión a la emoción.
En este volumen tiene muchos poemas de claro contenido social, de defensa a los desprotegidos. ¿Se siente cómodo escribiendo estos poemas?
Yo nunca doy la espalda a ningún tema. Todo lo humano me interesa. Una poesía que soslaya aspectos fundamentales de las relaciones sociales nace muerta, porque se automutila. La belleza ensimismada es estéril. Prefiero la vida, donde también están los que sufren.
La poesía social a veces cae en lo panfletario, ¿Cómo esquiva usted esta tentación?
En el panfleto se antepone la denuncia a la calidad literaria, algo que devalúa, claro está, el resultado creativo. Hay que partir siempre del rigor y de la excelencia. Ética y estética deben ir de la mano. En realidad hacen buena pareja.
¿Se siente un poeta del campo?
Me siento un poeta integrado en la naturaleza. El paisaje siempre ha estado muy presente en mi forma de acercarme a la realidad. De hecho, muchos de mis textos han sido escritos in situ. Con una técnica contemplativa muy parecida a la que utilizaban los pintores impresionistas. Yo, en vez de caballete y lienzo, llevo cuaderno y pluma.
¿Qué preguntas se suele hacer el poeta?
Es inevitable que siempre nos hagamos alguna pregunta general sobre el sentido de lo que hacemos y sobre la relevancia del acto creativo, pero la pregunta fundamental siempre es esta: ¿cómo comienzo este poema y cómo lo termino? La idea primigenia y la conclusión.
Alguno de sus poemas es una clara declaración de intenciones del poeta. ¿Le gusta que el lector le conozca en lo más íntimo?
En toda literatura tiene que haber desnudez. En mayor o en menor medida, el autor siempre se muestra. Y esto es especialmente cierto en el género poético. Antes de llegar a los otros, las emociones siempre surgen del yo. Montaigne es el ejemplo que suelo seguir.
Entre el verso y el aforismo ¿con qué género se queda?
Nunca me planteo una disyuntiva entre los géneros literarios, porque lo que me interesa es la imbricación y la fusión de los mismos. En mis poemas hay mucha reflexión y en mis ensayos hay mucha sentimentalidad. Busco una poesía que piensa y una filosofía que emociona.
¿Cuándo le surge escribir poesía?
Siempre por inspiración, entendida esta como un proceso cognitivo y no metafísico. Hasta que no tengo ese estímulo o esa iluminación que me proporciona un primer esbozo, no me pongo a escribir.
¿Cuándo le surge escribir aforismos?
El proceso es idéntico a la poesía.
¿Qué le inspira a la hora de escribir?
Mis fuentes de inspiración son variadas. Cualquier cosa puede ser el detonante de un buen texto. Por eso siempre hay que estar al acecho y ojo avizor: una noticia del periódico, un sueño, una ópera, un jilguero comiendo migas de pan, un beso, una lectura… No hay que desechar ninguna experiencia.
“Esta ínfima parte de infinito” es la antología que han publicado en México. ¿Cómo surgió el proyecto?
Por una invitación de Álvaro Mata Guillé y Mario Alonso, los organizadores del Festival. Fui demorando mi participación, por razones personales y profesionales, hasta que este año se dieron las condiciones idóneas. Desde el principio me identifiqué con los planteamientos que reivindican.
Acaba de regresar de participar en diversos actos poéticos en México ¿Cuál ha sido su experiencia en el Festival Abbapalabra?
Sumamente positiva. No se trata de un festival endogámico, de poetas para poetas, sino de un proyecto cultural centrado en las comunidades de base y en los centros de enseñanza. Acerca la literatura a los lectores que más la necesitan. Contribuye a la creación de tejido social. En esta edición participaron de forma directa 32.000 personas.
¿Qué sedes tenía el Festival?
En México tiene dos sedes: Chimalhuacán y San Luis Potosí. También se celebra en Costa Rica y Argentina
¿Qué diferencias ha encontrado entre el público mexicano y el español?
De entrada sorprende el número de participantes en los recitales y conferencias. En muchos casos se superaban los 500 y 1000 asistentes. También es poco común aquí encontrarse con un público tan participativo y entregado. En México aún perdura una actitud reverencial hacia los libros y los escritores.
¿Qué autores han participado en el Festival Abbapalabra y cuál de ellos le ha interesado más?
Ursus Sartoris, Balam Rodrigo, Mario Alonso, Antonio Salinas y Julio Ceballos de México. Álvaro Mata Guillé y Víctor León de Costa rica. Piero de Vicarí y Mónica Scaldaferro de Argentina. Enrique Argumedo de Perú. Ángel de la Torre y yo de España. Como este año el Festival estaba dedicado al exilio, destacaría la obra del poeta Iraní Mohsen Emadi.
¿Estaría dispuesto a repetir la experiencia?
Sin ninguna duda. Siempre hay que volver a esos lugares donde la cultura y la amistad se juntan.
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