Después de una estancia en la urbe de varios meses ininterrumpidos, para elló alquiló un pequñísimo apartamento en el mismo Manhattan por la astronómica cantidad de 3.000 dólares mensuales, en los que el autor dedicó todo su tiempo tan sólo a escribir, pasear por las calles neoyorquinas y mezclarse con los habitante de la urbe, este texto va ;contándonos el día a día de una metrópoli cargada de energía, que al habitarla nos ofrece casi siempre una visión llena de vitalidad.
En su inimitable estilo, JavierReverte nos cuenta la historia de la ciudad, nos describe sus barrios -Harlem, el Village, el Midtown, Hell’s Kitchen, Chinatown, Broadway...-, se asoma a sus rincones menos conocidos, habla de los escritores que han trabajado sobre ella, camina Manhattan de arriba abajo y de lado a lado, y nos retrata otros barrios cercanos, como Brooklyn y la isla de Roosevelt. Es un libro escrito con amenidad, humor, ternura y al que invade un aroma de extravagancia y un sonido sutil de trompeta de jazz.
"Nueva York es la ciudad del jazz. Es una ciudad que está llena de locales donde se toca música en directo, he aprendido a amar una música que hasta ahora me era bastante indiferente', cuenta Javier Reverte en la presentación del libro a los medios de comunicación. El autor madrileño lleva ya publicadas 10 novelas y 20 libros de viajes con "New York, New York..." alcanza esa cifra.grafía viajera, que se inició hace 20 años con Los dioses bajo la lluvia, un libro sobre Nicaragua y su trilogía centroamericana. Continuó con su famosa trilogía de África, y después llegaron abundandes títulos que han seguido las huellas de Ulises, las rutas de ríos, montañas o mares salvajes y otros pasajes exóticos.
Antes del otoño que pasó en Nueva York, Javier Reverte escribió "Un verano chino". "En China no sentí ninguna pasión, mientras que en Nueva York me he apasionado por esa ciudad, que reconozco que es cara y muy difícil si tus condiciones son precarias. Yo fui allí en plan capricho: era un regalo que me hacía. Mi vida consistía en pasear, hablar con los vecinos, ir al mercado, visitar museos y escribir', relata pacientemnete el autor.
"Nueva York, a pesar de ser tan grande, es una ciudad que tiene vida de barrio, y me sentí uno más casi desde el primer día. Al ser una ciudad de inmigrantes, su gente es muy abierta', señala Reverte. En la gran manzana indago las huellas de escritores que han transitado por aquellas calles, desde Paul Morand hasta Dos Passos y su Manhattan Transfer, la novela que mejor reflejó la ciudad en su época. También se dejó llevar por escenarios cinematográficos y aprovechó su otoño neoyorquino para buscar y visitar la tumba de Federico García Rodríguez, el padre de Lorca.
Javier Reverte ha pisado los cinco continentes, ha navegado el Índico, el Pacífico y cruzado el Atlántico, por mar, entre Europa y América en dos ocasiones; ha costeado el Ártico de Este a Oeste por el mítico Paso del Noroeste, y embarcado en un buque de investigación que le llevó hasta las Svalbard. Ha atravesado el canal de Panamá en un carguero y puesto el pie en la isla del Cabo de Hornos. Ha descendido el Amazonas, recorrido en barco el curso del Alto Nilo, y viajado a bordo de un trasbordador en el río Congo, en la misma ruta que realizó Joseph Conrad a finales del siglo XIX. Ha seguido los caminos literarios de escritores como Homero -en la Grecia clásica- o de Jack London -remando 750 kilómetros en el río Yukóno de Mark Twain -en el Mississippi- y se ha internado en las inmensas llanuras africanas en busca de sus sueños infantiles. En decenas de trenes y autobuses ha transitado por los parajes de medio mundo. Ha vivido en Londres, París, Lisboa, Nueva York, Roma y Westport (Irlanda).
Ha publicado novelas, libros de viaje, poemarios e incluso una biografía. También ha dirigido, junto con Andoni Jaén, un cortometraje sobre los campamentos de refugiados saharauis en Tindouf (Argelia), Carta a Sasha, que mereció cerca de una decena de premios en festivales nacionales e internacionales.
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