La autora barcelonesa es periodista y editora, compagina su trabajo en varias editoriales con su pasión por escribir. “Piscinas vacías” es el brillante resultado de su dedicación a la literatura durante muchos años, ya que empezó a escribir los relatos de este volumen hace ya muchos años. En la entrevista nos cuenta su periplo vital hasta conseguir ser fichada por una editorial grande.
Antes de publicar su libro, ya lo había autoeditado en formato digital. ¿Cómo fue la experiencia?
La experiencia fue muy positiva. En un primer momento me quise ahorrar todo el proceso de ir de editorial en editorial con el manuscrito. Me parece que la autoedición te permite tener un control sobre el proceso del libro del que careces en la edición tradicional. Las decisiones las tomas todas tú, te encargas de los textos de cubierta, del diseño de la portada, de las correcciones. Tienes mucha más libertad y eso supone un reto.
Recomienda este proceso a los jóvenes escritores.
Sí, aunque este proceso es un reto no exento de dificultades. La libertad de la que dispones es algo muy positivo pero también estás solo en temas en los que se agradece el apoyo de una editorial. No solo en la corrección o edición del manuscrito, sino también en la fase de promoción, contacto con la prensa, etc.
¿Cuándo se interesó por usted Alfaguara?
Durante las primeras semanas, el libro se posicionó en el top 30 de ventas en Amazon. Como eso es algo poco usual en el mundo de la autopublicación, el dato les llegó a algunas editoriales como Alfaguara. Leyeron el libro, les gustó y me contactaron. Esa es la historia.
Ahora que tiene el libro publicado, ¿qué se siente?
Me siento muy afortunada de haber podido llegar hasta aquí. El género de los relatos no es el más popular a la hora de publicarse, siempre tiene más salida una novela, así que ver Piscinas vacías publicado en Alfaguara es una gran alegría.
¿Cuánto tiempo le costó la elaboración del libro?
Estos relatos los empecé a escribir hace muchos años. Al principio no era más que un hobby pero poco a poco fui acumulando varios relatos y un día me di cuenta de que empezaba a tomar cuerpo de libro. Pasaron cinco años desde el inicio de la escritura de los relatos hasta el día en que lo autoedité, y a lo largo de este tiempo, los relatos cambiaron, se añadieron nuevos, se editaron los antiguos… Como no tenía prisa, el libro fue evolucionando hasta llegar a lo que es ahora.
Periodista, editora, ahora novelista, ¿de dónde saca tanto tiempo para escribir?
Esa es una buena pregunta. Lo saco de dónde puedo aunque, claro, nunca es suficiente. Suelo ponerme una rutina y levantarme temprano para dedicar las primeras horas a la novela.
Ahora está con su primera novela. ¿Qué le gusta más escribir, relatos o novelas?
Son géneros muy distintos y es difícil escoger entre ambos. Me resulta más fácil escribir relatos, al final es con lo que tengo más práctica, pero la novela es un gran desafío.
Sus relatos son muy actuales y contemporáneos, ¿sobre qué cuestiones la gusta escribir?
Sobre lo que ocurre y –nos ocurre– todos los días; lo cotidiano, las pequeñas cosas. En las historias de Piscinas vacías también se aborda todo aquello que vamos dejando atrás, las pérdidas, las situaciones que se nos atascan en la vida, sean cuales sean.
¿Qué cree que aporta de nuevo al mundo de la literatura?
Eso creo que deberían responderlo los lectores, ¿no? A mí me gusta pensar que los relatos aportan una reflexión sobre todo aquello que nos pasa inadvertido. Son una manera de pararse y mirar alrededor, una manera de preguntarse si es ahí, donde estamos, el lugar donde queremos estar.
Sus relatos están escritos en segunda persona, en primera persona y en tercera persona. ¿Cuál es el formato narrativo que más le gusta?
Me gusta mucho la primera persona, me siento cómoda, sobre todo en el género del relato, crea más empatía. Pero es más difícil utilizarla en una novela.
En segunda persona suele ser más complicado escribir, ¿por qué ha utilizado un narrador en segunda persona?
Porque es como dirigirse al “tú” que está leyendo esas líneas, me gusta el efecto que provoca, pero solo en pequeñas dosis.
Los narradores que utiliza son mujeres y varones. ¿Cuál le gusta más para escribir?
Me gustan por igual. Pese a que se diga lo contrario, creo los hombres y las mujeres sentimos las cosas de manera parecida. Otra cosa es que lo externalicemos de manera distinta, o incluso que las reacciones sean otras, pero de fondo no me parece que haya tanta diferencia.
¿Es para usted difícil meterse en la piel de un hombre?
Por lo general no. Creo que mis relatos abordan sentimientos más bien universales que experimentamos tanto mujeres como hombres, los hombres que aparecen en mis relatos podrían haber sido mujeres y viceversa.
¿Cuándo escribe relatos en qué escritores se fija? ¿Tiene alguno favorito?
Suelo leer de todo y creo que hay un tipo de libro para cada momento, pero sí que hay algunos escritores a los que vuelvo una y otra vez: Raymond Carver, Lorrie Moore, Leila Guerriero, Joan Didion… la lista es muy larga.
De todos sus relatos, ¿cuál es el que tiene más cariño?
Hay dos a los que tengo un cariño especial: ‘Sofía’ y ‘Puentes’.
¿Ha habido alguno que le haya costado escribir más que otros?
Los relatos que son más personales, es decir, en los que hay más carga autobiográfica suelen ser los más difíciles de escribir. Te juegas más, te ves más expuesto y por ello llevas más cuidado con lo que dices y con lo que no dices.
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