Y aquí Lipovetsky introduce una razón comparativa en el tiempo que me parece válida y oportuna: “… aunque las religiones han engendrado el terror a la cólera de los dioses y a los tormentos eternos del infiernos, han funcionado igualmente como ‘medicación sacerdotal’ (Nietzsche), como ‘opio del pueblo’ (Marx), analgésicos, medios de evasión y consuelo (Freud) Fiestas, religiones, magia: en las sociedades más diversas se despliegan dispositivos y prácticas destinados a suavizar los sufrimientos, a aliviar las desgracias” A la vez, volviendo su mirada más intencionadamente hacia los tiempos nuevos, señala, bajo el epígrafe “Padres ‘cool’, hijos frágiles” lo siguiente: “Durante el ciclo de la primera modernidad (…) el modelo autoritario se expresaba mediante el poder de los padres, a los que se reconocía el derecho a decidir el futuro de sus hijos, pero –continúa- este modelo ha periclitado, su legitimidad ha desaparecido en beneficio de normas relacionales y psicológicas que valoran la comprensión, el diálogo, el intercambio (…) El maestro no es ya la disciplina, sino la atención a los deseos –un elemento clave, cabría añadir, en las sociedades modernas como paradigma de voluntad, de identidad- el reconocimiento de la singularidad personal. Se van las imposiciones rigoristas y los castigos corporales, llegan el desarrollo y la realización sin imposiciones, el intercambio flexible, abierto, cool” Y llevando su análisis a la consideración del comportamiento sexual –otro rasgo inexcusable de ‘definición personal’- nos dice: “El terreno de la vida sexual registra igualmente la dinámica cool de liquidación de los controles colectivos. El resultado ha sido la aparición de pautas sexuales más flexibles, menos normalizadoras. Lo que se llamó liberación sexual fue una de las grandes figuras del proyecto moderno de aligeramiento de la vida”.
Bien, ligereza pues como indicativo de ausencia de regulación impositiva, de aceptación del libre albedrío, de la creciente importancia del deseo como voluntad; una forma de ‘transgresión’ de la norma restrictiva en favor de una actitud casi libérrima.
Comportamiento y rol social distintos para un tiempo distinto. Ahora queda, como en cada una de las etapas anteriores cuando el cambio ha sido, en adaptarse y adoptar aquellos roles, aquellas actitudes que no disgreguen, sino conformen, lo que haya de ser el nuevo modelo social. En el fondo, el autor parece querer señalar que lo que se ha de valorar críticamente no es la necesidad del cambio, sino la conveniencia de sus manifestaciones en orden a preservar ese mínimo de ‘valores’ que han conformado una prometedora sociedad mercantilista y ecologista, que, eso sí, habrá de ser estable y duradera.
¿Con ligereza? Con eficiente ligereza.
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