Bob Dylan es un pésimo cantante, pero un excelente letrista que tiene un duende que le hace conectar con millones de oyentes de música. Pero de ahí a leer sus letras en un libro va un abismo. Imagínense que le hubiera dado el premio Nobel de Literatura a Antonio Machado por las canciones que musicó Joan Manuel Serrat. Evidentemente, los poemas de Machado y toda su obra se hubiese merecido el premio mucho más que el cantante neoyorkino.
Conceder el Nobel a Bob Dylan no hace más que desprestigiar al premio. Me contaba el otro día el escritor chino Yan Lianke, candidato al premio Nobel, que la Academia sueca ha querido romper con la inercia de los premios. “La concesión a la periodista Svetlana Aleixiévich fue una manera de transgredir, con Bob Dylan la transgresión ha sido mucho mayor. Una forma de querer ponerse al día y ser moderno”, me decía. Evidentemente, hubiese sido más inteligente conceder el premio a Yan Lianke, un grandísimo escritor que algunos de sus libros no han podido publicarse en su tierra. Todavía hay escritores que se juegan su vida, por todo el mundo, y no se les reconoce.
Podría citar más de un centenar de escritores que se merecen el Premio Nobel, a mi modesto entender, la mayoría están en la mente de todos. Déjenme que les cité tres escritores españoles con meéritos suficientes, habría alguno más, que se merecen este millonario premio: Antonio Muñoz Molina, Javier Marías y Enrique Vila Matas. Los tres infinitamente superiores al conocido cantante.
La concesión a Bob Dylan abre la puerta a compositores musicales con iguales o superiores méritos. Los ya fallecidos Jim Morrison, éste sí que era un soberbio poeta, o Lou Reed se hubiesen merecido el citado premio. Y de entre los vivos, Bruce Springsteen, Paul Simon, Cat Stevens, Leonard Cohen, Van Morrison, Neil Young, Patti Smith, ésta sí que es una grandísima escritora, podrían ser merecedores de ese premio que ahora se lleva el compositor judío.
Pero, y ¿en España? Pues también hay grandes letristas. El propio Joan Manuel Serrat, sería uno de ellos. De entre los muertos, ¿qué me dicen de Antonio Vega? Y de los vivos, Luis Eduardo Aute, otro gran poeta que se debe estár removiendo en su cama de hospital ante la noticia. Un afectuoso saludo para él, a ver si se recupera pronto; Luis Alberto de Cuenca, otro gran poeta y letrista y si no que se lo digan a la Orquesta Mondragón o a Loquillo y, por supuesto, Joaquín Sabina. Como diría un histriónico personaje de televisión: Joaquín Sabina tiene que ganar el Premio Nobel de Literatura.
Quédemosnos con la parte divertida que ha tenido la noticia en las redes sociales. Hay quien ha propuesto a Juan Luis Guerra para el premio Nobel de Química por su estudio sobre la bilirrubina y un conocido escritor alicantino cree que Melendi podrá ganar esta noche el Premio Planeta de Novela. Por lo menos humor que no falte en un premio que cada día está más desfasado y poco cercano al común de los mortales. Lo raro es que no le hayan dado el premio a algún autor de literatura nórdica, seguro que tendría más méritos que Dylan. A Madrid no le habrán concedido unas olímpiadas pero sí una bellísima canción de Sabina: Póngamos que hablo de Madrid, una canción que se merece un premio o como diría un conocido humorista: al menos, una chapa de Coca-Cola.
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