En los últimos días, se han producido sendas declaraciones por parte del comisario europeo Günther Oettinger ante el congreso de la BDZV, en Berlín, y por parte del presidente de Axel Springer, Mathias Döpfner, al diario Financial Times (https://www.ft.com/content/6d6b6ac8-83ce-11e6-a29c-6e7d9515ad15) en las que se pinta un panorama estremecedor y se afirma que muchas compañías editoras morirán si no se consigue que puedan reclamar el pago de un canon a las grandes empresas tecnológicas, como Facebook o Google.
De esas declaraciones, podría desprenderse que ellos ya han llegado a un acuerdo para imponer ese canon y para que sea obligatorio. De ser así, quedaría anulada la libertad de cada empresa para explotar como desee sus contenidos y se nos obligaría a todos los editores a un único modelo de negocio, modelo que en opinión de AEEPP ya está, en gran medida, obsoleto.
Ese canon ha sido rechazado por numerosos editores españoles, especialmente de la AEEPP, y por una buena parte de la opinión pública española, hasta el extremo de que la totalidad de los grupos parlamentarios de oposición votaron en contra durante la tramitación legislativa.
Ahora se diría que se quiere impedir el debate en el ámbito europeo, hasta el punto de que el comisario Oettinger, en su intervención en Berlín, pedía que los grandes editores repriman en sus propias redacciones digitales el rechazo al canon.
Europa, en opinión de la AEEPP, no puede bajarse del tren de la innovación para servir a intereses particulares.
Los editores europeos más innovadores ya han expresado reiteradas veces y con claridad que leyes como las de España o de Alemania que gravan el enlace y la agregación de noticias online con alguna forma de canon o tasa,suponen un daño para los editores de noticias, y no un apoyo,como sostienen sus impulsores.
Si este tipo de legislación se impusiera, sería un paso contra la prensa europea con visión de futuro, moderna y diversa; nos dificultaría, a todos, el crecimiento y el desarrollo de modelos innovadores, y entorpecería nuestra llegada a audiencias masivas y al desarrollo de nuevas fuentes de información. Además, se crearían barreras de entrada a nuevos editores y, en definitiva, se dificultaría la libertad de prensa, la libertad de empresa y el libre flujo de información.