«Todos hemos crecido con una idea bastante equivocada de la Reconquista, porque teníamos la extravagante imagen de que había sido una gran campaña política y militar que había durado 800 años. Pero las cosas son mucho más complicadas e interesantes. Realmente, la Reconquista empezó con pequeños grupos de campesinos de Asturias, Cantabria y Vizcaya que, en los últimos años del siglo VIII, decidieron cruzar las montañas y ocupar las tierras vacías del sur que sentían como suyas. Una epopeya que recuerda mucho a la historia de los colonos americanos», afirma José Javier Esparza. El autor cuenta que en su documentación para preparar los ensayos históricos La gran aventura del Reino de Asturias (2009), Moros y cristianos (2011) y ¡Santiago y cierra, España! (2013) –que componen la Trilogía La Reconquista– descubrió a esos pioneros y así nació el germen de esta obra, que tiene ya continuación en El reino del Norte: «Me parecía una injusticia que esa gran aventura popular en busca de libertad y de mejor vida no fuera novelada».
«Ocurrieron muchas cosas en el medio siglo que va del 780 al 830. Unos años en los que el reino de Asturias se debatía violentamente entre el pacto con el moro y la resistencia a ultranza. Unos años decisivos en los que la Iglesia de Asturias se separó de la obediencia de Toledo en medio de un enorme escándalo doctrinal y político que llegó a oídos del mismísimo Carlomagno», dice el autor de la novela. En el Monasterio de San Millán de la Cogolla se conserva un pergamino en el que consta por primera vez el nombre de Castilla en un documento de propiedad de tierras de Lebato y Muniadona, un matrimonio que decidió saltar los montes y hacer premura de las tierras del valle de Mena por puro afán de libertad y búsqueda de una vida mejor. Lo hicieron solos, sin un ejército, y durante todo ese periodo se sucedieron las expediciones musulmanas de castigo en busca de esclavos y tierras para saquear. Pese a todo, aquella gente permaneció allí. Muy pronto los colonos se extendieron hacia el este, por Valpuesta, y hacia el oeste por Espinosa de los Monteros y, al fin, la montaña de Palencia, y que aquí nació el primer municipio español: Brañosera.
«La Edad Media española tiene características distintas frente al Medievo europeo: tienen muchas más libertades que se reflejan en los fueros de las ciudades y se reconoce el importante papel de las mujeres. De hecho, en esa época se forja el sentido de la dignidad de la persona y de la libertad que marcaría las etapas históricas posteriores», explica José Javier Esparza. Precisamente, sobre una base real, el escritor crea al protagonista ficticio de El caballero del jabalí blanco: Zonio, hijo de aquellos Lebato y Muniadona, quien junto a otros pioneros ―labradores, monjes y guerreros― verá muchas veces destruida su obra, sus sueños y también sus amores, y tendrá que comenzar desde cero. Durante unos años de oro y hierro, todos ellos sembrarán con su sangre las tierras que acabarán convirtiendo en un poderoso reino. Precisarán de una fe a toda prueba y de una fuerza titánica para continuar adelante.
Para Esparza, «contar la Reconquista desde la gente de a pie es un filón narrativo que quizá no hayamos explotado más por una mala digestión de nuestra propia Historia. La leyenda negra es mentira, y la leyenda rosa, también. Por eso, series históricas como las que están llegando ahora a la televisión española son muy interesantes, a pesar de las críticas historiográficas que se les puedan hacer. Contar la historia de España es una forma de mantener nuestra identidad».
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