Juvenal Acebedo, tras cerrar de manera traumática la empresa familiar, decide comprarse un palacete en una gran ciudad mediterránea. Su vida empieza a cambiar cuando conoce a una joven quinceañera, llamada Minerva, que dice haber vivido en la mansión que ahora habita el antaño empresario del alambre. Los antecedentes familiares de la joven son un tanto oscuros ya que dice que vivía en la casa con sus tres o cuatro hermanos. El protagonista nunca tuvo claro, igual que el lector, la cantidad de hermanos que tenía Minerva, ya que en cada ocasión en que los mencionaba, las cifras eran diferentes.
Juvenal decide darla trabajo en la casa de fámula y acaban teniendo una cierta amistad, la hace pasar por su novia en reiteradas ocasiones, pero ella nunca se quiere comprometer a nada, salvo permanecer en la que decía fue su casa. Harto de la situación y de ciertos fenómenos extraños que ocurren en la casa, Juvenal decide investigar sobre el pasado de Minerva para lo cual llega a contratar a un médium y a un detective privado.
Juan Ignacio Villarías ha escrito una novela de mucho misterio y escenas increíbles. Minerva, en ocasiones parecerá que se biloca y que puede estar en dos sitios distintos de la casa a la vez. Ciertos muebles se mueven sin que nadie lo haga y vuelven a su antigua posición cuando han sido movidos por los protagonistas. Sombras humanas aparecen en antiguos espejos o en habitaciones solitarias. Las luces se encienden sin que nadie toque el interruptor y así muchas otras cosas que no dejan de asombrar al joven y ocioso Juvenal.
El autor leonés posee un estilo literario decimonónico. Su lenguaje, aunque basado en el actual, utiliza numerosos giros y expresiones de finales del siglo XIX. Se le nota los escritores que le gustan y le han influenciado. Se le nota su gusto por la novela gótica y sombría donde cualquier cosa puede suceder. En Bula de difuntos lo que sucede está lejos del alcance y comprensión de los lectores. El escenario que ha escogido, una mansión lúgubre y apartada se ajusta perfectamente a lo que sucede en la trama. Esos hechos inexplicable que el lector terminará de comprender justo en el último párrafo de la novela porque Juan Ignacio Villarías lleva el misterio hasta el último momento, cuando el lector se pregunta si alguna vez se enterará de lo que realmente está ocurriendo en la novela.
Para llegar hasta ese final, el autor utiliza todos los recursos que conoce y sabe: descripciones metódicas y sombrías, diálogos chispeantes y con un sentido del humor intemporal, incluso en las situaciones más serias. y crea una tensión creciente para mantener la atención del lector. Ha sabido traer al plano cotidiano unos acontecimientos que se desenvuelven en lo efímero pero, también, su crítica sobre determinados acontecimientos cotidianos no faltan. La política, los sindicatos, la emigración, el racismo, etc., se encuentran en estas páginas.
Por consiguiente, Bula de difuntos es una novela para lectores que sepan apreciar el gusto de la literatura clásica y que desoigan las modas y estilos que nos vienen impuestas por las grandes editoriales.
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