Glenn Cooper nos sumerge en una trama que abarca periodos de la historia muy separados
Ruac, Francia, 1307. "Yo, Bartolomé, fraile de la abadía de Ruac, tengo doscientos veinte años y ésta es mi historia". Así comienza un antiguo manuscrito hallado en las paredes de la devastada abadía de Ruac. Hugo Pineau, experto en restauración de textos, queda fascinado por ese inicio y emprende la tarea de descifrar el misterioso escrito y el mapa que lo acompaña. En sus páginas se habla de una cueva prehistórica, bellamente pintada, cercana a la abadía... y de una fórmula que bien podría ser calificada de milagrosa. Pero a veces un milagro puede convertirse en una maldición.
Intrigado por sus descubrimientos, Hugo recaba la ayuda de su amigo, el reputado arqueólogo Luc Simard, y ambos consiguen dar con el impresionante laberinto de cuevas, un hallazgo de incalculable valor arqueológico. Sin embargo, cuando se disponen a explorarlas a fondo con un equipo de expertos, comprenden que el secreto que contienen esas húmedas y oscuras paredes es demasiado valioso, demasiado anhelado. Y que hay gente dispuesta a cualquier cosa para evitar que salga a la luz.
De este modo, Glenn Cooper, autor de Las Biblioteca de los muertos, vuelve a sumergirnos en una novela con una trama que abarca periodos de la historia muy separados los unos de los otros y nos sumerge de nuevo en una intriga que nos hace viajar desde la prehistoria hasta nuestros días pasando por otras épocas como la Edad Media o la Europa de la primera y segunda guerra mundial. Cada una de las tramas es un gran universo independiente que se entrelaza con una asombrosa genialidad con el resto para dar un argumento sólido e interesante sobre el cual se desarrolla una gran historia.
La documentación de cada uno de los hilos narrativos paralelos está muy lograda, especialmente en el caso de las acciones que se desarrollan en la prehistoria, en las que el autor se ha basado en las posibles interacciones entre el Homo sapiens y los neandertales y en los conocimientos y habilidades de ambos para crear la historia de unas pinturas rupestres que constituyen uno de los puntos alrededor de los cuales gira la novela. De este modo, las localizaciones y momentos de la historia nos envuelven de un modo perfecto y nos atrapan para hacernos sentir que estamos allí donde transcurren los hechos.
El ritmo de la novela es bastante rápido y a cada instante están pasando cosas, por lo que los acontecimientos se suceden unos a otros dando un tono ágil y presto. Además, Cooper no se anda con preámbulos y nos introduce en la acción de lleno desde el primer momento.
En definitiva, con la maestría que ya nos mostró en sus novelas anteriores, Glenn Cooper, autor de El libro de los almas,nos introduce en un gran thriller histórico mientras plantea una de las preguntas más inquietantes que jamás se ha formulado el ser humano: ¿quién no ha sentido el deseo de disfrutar de la eterna juventud?
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