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NUEVA TRIBUNA

Carlos Gorostiza
Carlos Gorostiza

Murió Carlos Gorostiza, una leyenda del teatro argentino

Fue uno de los impulsores de Teatro Abierto, una iniciativa que enfrentó a la dictadura militar

miércoles 20 de julio de 2016, 12:21h

A los 96 años murió en Buenos Aires una de las figuras fundamentales de la cultura argentina, el dramaturgo y novelista Carlos Gorostiza. A pesar de su avanzada edad seguía absolutamente vigente, como demuestra que el pasado año cuatro de sus obras –una de ellas estreno- estuvieran siendo representadas en distintos teatros de la capital argentina.

Medio hermano de la reconocida actriz Analía Gadé –que desarrolló casi toda su carrera en España-, Gorostiza tiene una obra sólida y se le considera un renovador del teatro argentino. Marcó época en distintos momentos de la Argentina. Su primera creación fue El puente, escrita en 1947 –se estrenó dos años después, durante el primer gobierno de Perón-, que cada tanto vuelve a reponerse. Es, quizá, su obra más recordada y emblemática entre la treintena que escribió. También se destacaron El pan de la locura, Los prójimos o El juicio, obra esta última dirigida por Armando Discépolo. También publicó seis novelas, escribió guiones cinematográficos y algún libro de poemas.

legendario titiritero que durante la dictadura pasó parte de su exilio en España. Gorostiza fue uno de los impulsores del teatro independiente, donde fue actor y director en muchas de sus propias obras. Su primera novela publicada se la agradece, irónicamente, a José López Rega, el creador de la Triple A, que le prohibió en el teatro. Recuperada la democracia, en 1983, Gorostiza fue secretario de Cultura en el gobierno de Raúl Alfonsín.

Antes, en 1981, todavía en dictadura, fue uno de los principales impulsores de Teatro Abierto. Se trataba de un ciclo de obras breves, escritas especialmente para la ocasión, por autores como el propio Gorostiza, Roberto Cossa, Aída Bortnik, Mauricio Kartún, Eduardo Rovner o Carlos Somigliana. El ciclo se convirtió en un movimiento de resistencia a la dictadura, haciendo frente a las listas negras y la censura. Autores, actores y directores trabajaron gratuitamente y las funciones tenían lugar a las seis de la tarde, ya que todos tenían después que trabajar en las obras del circuito comercial.

El Teatro del Picadero, donde empezaron estas representaciones fue víctima de un atentado con bomba. Varios empresarios privados ofrecieron entonces ceder sus teatros, optándose por el Tabarís, dedicado al género de la revista. “Cuando la ética decae, aparece la estética”, dijo en una entrevista hace dos años, recordando los duros tiempos de la dictadura militar.

Está siendo velado en el Teatro Nacional Cervantes, fundado a principios del siglo XX por los españoles María Guerrero y Fernando Díaz de Mendoza. Un par de días antes del fallecimiento iba a recibir un homenaje en este mismo teatro, pero se suspendió por su deteriorado estado de salud.

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