La protagonista es una excéntrica abuela que ama la cocina
Sebastian sueña con ser un niño igual que los demás, con ser capaz de correr como el viento en el campo de fútbol, chutar la pelota de tal manera que dibuje una perfecta parábola y marcar un gol. Pero su corazón tiene un defecto desde que nació, lo que significa que no puede cumplir sus deseos. No obstante, Sebastian ha logrado encontrar su lugar en el mundo gracias a su excéntrica abuela Lola y al amor que esta siente por la cocina. Ambos preparan juntos riquísimos y exóticos platos puertorriqueños, el país de origen de su abuela. La complicidad que crece entre ambos (un niño enfermo y una anciana) se convierte pronto en un fuerte vínculo que logra unir de nuevo a una familia desestructurada, pues, como siempre dice Lola, «una comida preparada con amor no solo alimenta el cuerpo, sino también el alma».
Sebastian es uno de esos personajes que no estamos acostumbrados a ver en las novelas de la actualidad ya que es muy diferente de cualquier niño de su edad debido a fallos en la formación de los tabiques de su corazón y no puede hacer ningún tipo de ejercicio físico sin aumentar las probabilidades de que su corazón deje de latir. La autora profundiza de una manera excelente en los sentimientos de un niño con este problema y nos lo muestra, desde lo más intimo de su personaje y utilizando un punto de vista tierno y empático. Así, de un modo mágico e inocente, podemos ver cómo sus deseos comprenden anhelos que seguramente todos nosotros podemos satisfacer en cualquier momento o cómo el ser diferente afecta a su vida.
Pero esto no sólo le afecta a él, sino que también afecta a su familia. Debido a su necesidad de constantes cuidados y atención, sus padres deben dedicarse en gran medida a él y comienzan a tener problemas financieros desde su nacimiento, que les han ido separando del resto de su familia. Además, la vida entre ellos se ha ido complicando cada vez más después de que una operación casi culminara con la muerte de su hijo.
Su abuela Lola es el otro gran personaje de esta novela. El título en español incluso lleva su nombre, pese a que el original es Mofongo y, aunque cambie radicalmente, La abuela Lola es también un título muy bueno para esta novela. La forma de ser de Lolatambién está muy influida por una enfermedad cardiovascular: estuvo dos días en coma debido a un ictus y esto cambió radicalmente su forma de ser y le hizo dedicarse por completo a su gran pasión: la cocina.
La cocina es otro de los grandes puntos en torno a los cuales gira el libro y es el cimiento de la conexión entre Sebastian y Lola en un entorno de calidez y amor como el que todas las familias comparten alrededor de la mesa. Además, el libro contiene un apartado final que reúne todas las recetas que adquieren tanta importancia en el desarrollo de la novela, una de las cuales es el mofongo, que da nombre al título original de la novela (y que está cojonudo, si me permiten la expresión).
En definitiva, esta es la historia mágica de un niño que aprendió a bailar con la muerte y de cómo las pequeñas victorias de una familia pueden servir para reconstruir corazones heridos de muy diversas maneras. La abuela Lola nos enseña que la diferencia entre la alegría y la tristeza a veces pende simplemente de un hilo frágil, casi invisible. Una historia conmovedora que les emocionará.
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