Una desconsolada viuda contrata los servicios del detective privado Ricardo Malpartida, un antiguo taxista metido a labores de investigación privada. El fallecido parece que se ha suicidado, hay cuantiosas evidencias de que así ha sido, sin embargo, su viuda no lo ve tan claro y cree que ha sido asesinado. Pruebas no parece faltarle. El investigador se agarra al caso como tabla de salvación, en los tiempos de crisis el trabajo escasea. Con la ayuda del portero de la finca donde tiene su cochambrosa oficina comienza a mover sus hilos, tanto en la policía autonóma como en los bajos fondos.
La novela tiene una doble vertiente, por una parte nos va mostrando las carencias de nuestra sociedad actual, su crítica al conformismo de nuestra sociedad es notable, pero también al sistema político al que le someten unos personajes anclados en la corrupción, el abuso de poder y la manipulación informativa a la que somos sometidos diariamente. Las miserias policiales y jurídicas salen a la luz sometidas por un poder político que quiere atar bien en corto todos los poderes.
A pasos cortos y dando demasiados rodeos, Malpartida, va enterándose de todo lo que rodeaba a Ángel Mato, el presunto suicida; su tiempo en la política y la deriva independentista que había tomado últimamente y que asustaba a su propio partido (PNV). Esta trama da, también, para jugar con los fantasmas personales del propio autor y sus continuas críticas al sistema social y político en el que vivimos. Su crítica hacia la capital del mundo es demoledora, no hay estamento municipal o social que se salve de su crítica razonada e inteligente, siempre con un tono de humor agradable y, a la vez, perspicaz. Hasta su editor catalán Jorge Dolz asume un pequeño protagonismo en la novela ejerciendo de típico catalán.
“La capital del mundo”, a estas alturas el lector avisado se habrá dado cuenta que estamos hablando de Bilbao, está escrita en tercera persona, tal y como lo hacen los grandes escritores del género negro. El narrador cuenta la historia siempre pegado al protagonista. Al final de los capítulos pares, Gonzalo Garrido introduce una narradora en primera persona que es una enigmática empresaria americana que nos hace partícipe de su forma de pensar y cómo ve el mundo. Esta americana aparece de manera tangencial en la trama, quién sabe si su importancia es mayor de lo que parece a primera vista.
Gonzalo Garrido está demostrando, con tan sólo tres novelas, que es uno de los más sólidos narradores que tenemos en nuestro país. Profundamente original en su forma de presentar las historias y en su desarrollo, nos muestra una nueva manera de plantear sus tramas con personajes que pueden parecer manidos, como el típico perdedor detective, utiliza una lucidez que sorprende al lector. Estamos, pues, ante una de las mejores novelas negras del año, si no es la mejor.
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