Marta tiene 27 años y vive en la calle por culpa de su alcoholismo.
La narración explora el presente de la protagonista, su vida en la calle y los problemas de una existencia solitaria, dura y sin esperanzas, siempre condicionada por la necesidad de mantener una adicción que utiliza para evadirse y poder seguir adelante. Sufre de frecuentes vacíos mentales y de dificultades para concentrarse y reflexionar, en parte por culpa de su consumo diario y por un accidente de moto relacionado también con el alcohol.
Mientras contemplamos los terribles efectos de esa adicción, la narración presenta en paralelo algunos de los episodios que, a lo largo del tiempo, han marcado su relación con el alcohol y determinado su presente, desde sus primeros contactos por culpa de una tragedia familiar, su consumo desmedido en la adolescencia hasta el traumático proceso de desarraigo de su entorno familiar y social.
La incapacidad de Marta de enfrentarse a sus problemas personales y familiares la llevan a hundirse paulatinamente en el alcoholismo, sin que sea capaz de enfrentarse a la realidad, engañándose constantemente con la ficción de un control que nunca llega a producirse.
Narrada sin moralinas ni concesiones a lo políticamente correcto, la novela compone un retrato realista de algunas de las claves, muchas de ellas socialmente aceptadas e incluso celebradas, de la relación de los jóvenes con el alcohol, sus efectos personales y sociales y de algunas de las consecuencias ocultas de su consumo regular.
El sentimiento de invulnerabilidad con el que conviven jóvenes los hace bastante impermeables a los avisos que reciben desde sus entornos familiares y sociales. En último término, siempre confían en que aparezca un camino que les permita volver atrás y retomar sus vidas lejos de una adicción que creen tener bajo control. Sin embargo, muchas veces esa nueva oportunidad no llega nunca.
¿Tendrá Marta su tercera oportunidad?
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