Como Vernon Subutex, cuando se ronda la cincuentena, las personas comienzan a hablar más de la muerte que de la vida, “ya no nos separamos de los muertos y se quedan con nosotros para siempre”, dice la escritora en la entrevista que mantuvimos con ella en la sede de su editorial en Madrid. “Por experiencia propia sé que los muertos ya no desaparecen de verdad y mantenemos cierto diálogo con ellos en nuestra vida cotidiana”, añade. Esto viene a colación porque el protagonista sufre un shock por la muerte por sobredosis del ángel caído del rock francés, Alex Bleach, músico al que admiraba, además de ser conocido suyo.
Virginie Despentes vive a caballo entre Paris y Barcelona, entre el cine y la literatura. Se expresa de manera más que aceptable en castellano y su conversación es fluida y divertida. “Casi todos los personajes de Vernon Subutex I son seres no rotos, pero si deteriorados por el paso de la vida, llenos de cicatrices”, señala. Son personajes que viven obsesionados por la crisis económica y por el miedo a perder sus casas por la crisis.
“Veo en París mucha gente totalmente deprimida. La mayoría son personas que la vida les ha ido bien pero cualquier dificultad se lo quita todo. Vivimos en una resaca general después del fin de siglo. Pese a eso tenemos mucha suerte de vivir en el primer mundo y no en el tercero. Somos unos verdaderos privilegiados. Aún así veo a París mucho más deprimido que Madrid o Barcelona”, explica la escritora nacida en Nancy.
“Vernon Subutex I” es un libro muy cinematográfico y visual, lleno de imágenes y de música rock. Grupos como The Clash o Joy Division rondan por sus páginas. Esos grupos “eran como una revelación mística, pero sin lado religioso, por supuesto. Es exactamente lo que quiero escuchar. Ahora la música no tiene el mismo papel que en los años ochenta, es más accesible pero no tiene la importancia que tenía hace unos años. En la actualidad hay una abundancia de oferta”, expone la escritora..
Ha elegido como protagonista a un antiguo vendedor de discos porque habla de la sensación de perderlo todo cuando ya no se es joven. “A los 50 estás bien física y mentalmente pero no te sientes útil, no tienes tu sitio, puedes ser inútil en la mayoría de los ámbitos. El hecho de haber trabajado toda tu vida y perderlo todo es injusto, ahora no se valora la experiencia”, analiza con criterio.
Para Virginie Despentes sería interesante no saber el generó de la persona que escribe una novela. “No estoy en contra de novelas que interesan más a unos que a otros. Por eso en Francia he pedido que quiten mi nombre de la portada para que nadie juzgue mi libro sabiendo que soy mujer sino por lo que he escrito. En Francia se espera que las mujeres hablen de cosas de mujeres pero los hombres, en general, no se les pide eso. A mí me encanta ponerme en el personaje de hombre para escribir” apunta inteligentemente.
La novela tiene un toque provocador. En la parte final de la novela está llena de posibles "soy" un poco hablando del narrador, pero también dirigiéndose al lector, “como escritora me gusta ponerme en el papel de cada uno de los personajes, y así me despido de ellos, también creo que el lector podrá ser cada uno de ellos y ponerse en su lugar si quiere”, refiere con un tono de ironía.
A la hora de definir a su protagonista lo hace como “es un capullo muy simpático”. Ella se define como “femenina”. “Femenina, femineidad, feminismo... son términos que me siguen hace tiempo. En Vernon Subutex hay varias mujeres y casi pareciera que aquellas que lo tuvieron más fácil desarrollaron menos su personalidad. Al leerlo uno no puede evitar percibir un tono casi crítico respecto a algunos de los papeles que desempeñan ¿es una reflexión buscada, la de la mujer luchadora”, reflexiona. “Creo que todos, no sólo las mujeres, somos más luchadores cuando lo tenemos más difícil, la lucha es una resistencia, sin resistencia ese lado feminista o combativo no aparece normalmente”, indica.
Cuando empezó a escribir la trilogía de Vernon Subutex no tenía muy claro cuandoo iba a durar. “Al ir escribiendo vi que tenía demasiado material, entonces me di cuenta que era mejor dividir la novela en una trilogía”, detalla y agrega “siempre que empiezo a escribir una novela me siento angustiada pero una vez que arrancó, me disparo y no puedo parar, una vez que me quitó la angustia me divierto muchísimo”.
Para finalizar nos habla de cómo afloran sus ideas para escribir, “las cosas que sabemos no suben a la consciencia inmediatamente, se necesita tiempo para eso. Hay un tiempo de rechazo, de negación o de shock. Estoy muy sorprendida por qué algo que no me afecta, al final sí me cala”. También ha querido ser generosa con sus personajes, “a los más bordes los he intentando hacer más agradables o simpáticos”. Ella es justamente así, simpática y nada borde.
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