Robles ha escrito libros de no ficción y ha participado en diversas revistas publicando reportajes. Cuando le concedieron la beca de la Fundación Gabriel García Márquez, asistió a diferentes talleres periodísticos y literarios que le han preparado para escribir esta original obra que ahora se publica en España. “Me pareció muy llamativo esta historia sobre los pioneros del altiplano”, señala el escritor peruano en la entrevista que mantuvimos en el salón Roa Bastos de la Casa de América de Madrid.
“Yo quería contar esta historia pero no sabía muy bien como”, confiesa Juan Manuel Robles en la entrevista que mantuvimos en una desapacible mañana primaveral. “Pero, también me interesaba hacer una reflexión de cómo estaba recordando ciertos hechos. A veces el recuerdo deforma la realidad”, añade convencido. Su duda principal consistía en encontrar un narrador fiable y lo encontró escribiendo el texto en primera persona, “un narrador que está en el presente, está más cercano al lector y crea un contrapunto con el pasado”, describe.
En su opinión, “la memoria termina siendo determinante en la forma de ser de una persona. Es un componente esencial de nuestra identidad. No hay recuerdo sin narrativa”. Volver a construir imágenes es distorsionar el rastro original del recuerdo, por eso “no tiene sentido que registremos de manera fidedigna el recuerdo”, analiza. Un mismo hecho lo podemos recordar, según el momento o el entorno en el que nos encontremos de diferentes maneras y también otro observador del mismo hecho lo puede recordar de forma diferente. “La memoria es nuestro conflicto emocional y hay que pensar que se puede estar equivocado”, reflexiona con inteligencia.
Hay persona que, como la hermana del protagonista, tienen una memoria fotográfica y discuten los recuerdos a otras personas. Es, por tanto, “un ejercicio de poder de la memoria el saber quién tiene la versión verdadera”, señala Juan Manuel Robles. Aunque al final no es tan importante porque cada persona guarda los recuerdos que más le convienen.
El autor peruano nos cuenta en Nuevos juguetes de la guerra fría su periplo por Bolivia, donde destinaron a su padre como periodista, y otros países como Cuba o Estados Unidos. En Bolivia fue matriculado en la escuela cubana de la Embajada y allí pudo conocer de primera mano la historia de esos pioneros, todo contado con bastante humor. “Es un riesgo caer en la solemnidad, al ser el protagonista un niño se rompe esa seriedad, es importante substraerse a ese humor y buscar los efectos graciosos”, relata con moderación.
En la denominada guerra fría, no se llegó a dar ningún enfrentamiento armado importante, fueron más bien hechos esporádicos. “La gente se estaba preparando para la guerra sin maldad pero no se produjo un estallido generalizado. La mayor fuente de miedo y de temor es uno mismo, la propia mente”, razona y agrega “a veces la historia expropia lo que crea tu propia vida”.
El juego de espías que se da en la novela, sobre todo a partir de la mitad de la novela, le parece al escritor de Lima, donde está viviendo en la actualidad después de pasar unos años en Nueva York, muy interesante, “siempre entendiéndolo con una cuota de absurdo”, apunta. El descubrimiento de la participación de su padre en este juego le dejará anonadado y, en cierta manera, le hará cambiar su vida.
Otra de las obsesiones del protagonista son las mujeres, a las que no termina de comprender. “Con ellas hay una sensación de estar incompleto. Hay como una incapacidad de vivir”, comenta. Los muñecos con los que jugaba en los años ochenta o las músicas que escuchaba en los ochenta y noventason otras de las obsesiones del protagonista. “En la actualidad hay una obcecación por reconstruir esa época. Es la industria de la nostalgia que nos bombardea desde los medios de comunicación”, considera.
"La revolución cubana es el mayor producto cultural cubano de todos los tiempos"
Juan Manuel Robles cree que “la revolución cubana es el mayor productor cultural cubano de todos los tiempos. Es como una franquicia en pleno funcionamiento. Cuba era una utopía y un guerra posible, lo que era una narrativa muy poderosa”, razona con acierto. Esos guerrilleros eran, al fin y al cabo, unos adolescentes. Esa narrativa tuvo al final un proceso de envilecimiento. Hubo demasiada crueldad. Pese a eso la influencia sigue siendo muy grande en todo el mundo”, concreta y agrega “Cuba sigue existiendo como marca por la revolución, aunque dejó de ser lo que era en los años noventa que se volvió una sociedad subvencionada y un poco envilecida”.
Con la situación de su país se muestra bastante crítico. “Tenemos instituciones débiles, tanto a nivel político como cultural. No creo que se pueda cambiar mucho. La idea que tenía la candidata Fujimori era una negación del pasado”, pormenoriza y concluye diciendo “siempre nos hemos sentido inseguros por culpa de los sicarios del narcotráfico. Hay personas que quieren este extremismo y no solucionar nuestros problemas. Yo no me sentiría igual de libre con estas gentes”
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