Según Ignacio del Valle, la idea de escribir el libro surgió hace tres años cuando diversos periódicos españoles publicaron cómo diversos capos de las mafias rusas se bronceaban tranquilamente en la Costa del Sol. La caída del muro de Berlín y del comunismo soviético originó una verdadera revolución del terrorismo ideológico. Los militares soviéticos no supieron evolucionar hacia la democracia y optaron por ocasionar a occidente lo que llevaban décadas haciendo a sus compatriotas. Sembrar el terror.
A donde emigraron, en un principio, fue a los Balcanes, que estaban en una situación muy parecida a la que ellos habían padecido. La antigua Yugoeslavia era una olla a presión. Los nuevos países del norte, de ascendencia germana, Eslovenia y Croacia, consiguieron fácilmente la independencia, sobre todo la primera. Pero Serbia y Bosnia, se desangraron en unas guerras intestinas, mitad étnicas, mitad religiosas. Montenegro y Macedonia vendrían después.
En ese cenagal, la fotógrafa y periodista Erin Sohr vivió unos acontecimientos que la costaría superar. Vivía con el recuerdo de lo vivido, marcada por unos hechos que no atinaba a comprender. Su vida tranquila en Nueva York da un giro copernicano cuando en una fotografía que había realizado descubre el rostro de un asesino que se creía muerto. Con este hallazgo acude a dos policías neoyorkinos, Daniel Isay y Sailesh Mathur, de procedencia indi.
Los dos policías, investigan un incendio en un local de un jefe del crimen organizado ruso, incendio con numerosas incógnitas que parece un ajuste de cuentas entre bandas. Erin Sohr pretende ayudarlos, pero también pretende ayudarse a comprender aquella lejana guerra que todavía no había superado. Por eso comienza un viaje de ida y vuelta a los Balcanes, con escala en Belgrado y Sarajevo, donde ocurrieron ciertos hechos que la había marcado en exceso, pero también visita ciudades como La Haya y Tel-Aviv, donde la esperan sorpresas de las que ya casi no tenía consciencia.Ignacio del Valle investiga la Guerra de los Balcanes
"Busca mi rostro" es la investigación de la búsqueda del autor del incendio-explosión, pero también es una investigación de la forma de ser de esos tres protagonistas y de los criminales de guerra reconvertidos en jefes de la nueva mafia, que sustituyeron a los viejos italianos que hasta entonces controlaban los bajos fondos de las ciudades estadounidenses.
Los rusos se habían dado cuenta de que todas las industrias, por llamarlas así, del ocio eran lo que movía más dinero, la trata de blancas y, su consecuencia, la prostitución, las drogas, el juego; todo ello unido al tráfico de armas, precisamente procedentes del desmantelamiento de los arsenales soviéticos, a la corrupción política, al blanqueo de dinero por parte de gabinetes de abogados especialistas en dichos menesteres.
En ese mundo se mueven los policías, pero también se mueven en su mundo interior, donde las relaciones personales y los sentimientos condicionan su vida. Unas rotas, separación de parejas, en otras aparentemente felices que estallan con la infidelidad de los miembros de la pareja. Y es ahí, donde los protagonistas se enfrentan a lo que son y a lo que quieren ser. Unos ganarán esa partida, otros la perderán de manera definitiva.
A través de la vida de esos personajes, el autor de
El tiempo de los emperadores extraños, va manejando un zoom cinematográfico que va de los planos generales a los primeros planos, que intenta diseccionar la psicología de los mismos. Ese afán cinematográfico es una constante en su obra. Él mismo lo ha reconocido en diferentes ocasiones y de ahí que sus obras sean muy fáciles de adaptar al cine.
Esos primeros planos son como imágenes de un espejo donde los protagonistas buscan el auto conocimiento, el intentar saber cómo se va a reaccionar en momentos límite y de esos momentos está plagada la novela. Porque crudeza, desde luego, no falta en el libro: crímenes sangrientos, persecuciones obsesivas, interrogatorios descarnados, hacen de la novela un thriller, aunque con ingredientes de novela política, de aventuras, policíaca, de amor, incluso de un tratado de economía.
Al texto, pues, no le falta acción. Es una fotografía en la que el obturador no para de funcionar, una película a 36 imágenes por minuto, que va dando cuadros de la realidad muy despacio. La manipulación fotográfica está presente en numerosos cuadros del libro, refleja el autor de
Los demonios de Berlín donde cuenta las andanzas de Arturo Andrade en la Segunda Guerra Mundial.
La novela está escrita en tercera persona buscando dar la suficiente lejanía y objetividad. Su escritura es clara, con descripciones precisas tanto en el ámbito material como en el personal, manejando a la perfección las situaciones que se van desarrollando al mismo tiempo, hasta cuatro acciones situadas en distintos lugares las maneja con profesionalidad y resolución. Es literatura es acción.ha escrito su obra más pretenciosa, con unos personajes más humanos y complejos, más apegados a unos acontecimientos, la guerra de los Balcanes, que son difíciles de entender y en donde nadie ha asumido sus responsabilidades y donde ha habido intelectuales que han dado coartada al discurso del odio y la guerra. Es pues una obra descarnada, inquietante y feroz. Se mueve por unas tierras donde, como dice uno de los protagonistas, "si Dios existiese no podría mirarnos a los ojos". Sólo la cámara de la protagonista podrá enfocar objetivamente lo que vieron tantos ojos.
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