Con una magnífica cadencia narrativa, vívidos diálogos y una intriga creciente digna de la mejor novela negra, Sánchez-Garnica teje una novela de amores, desamores y, sobre todo, de secretos familiares envenenados¸ de las cosas nunca dichas, esas que lastran la vida y no dejan respirar. Esta colosal novela indaga en lo más profundo de las emociones personales, aquellas que tienen que ver con nuestros propios orígenes, con la infancia y los engaños. Y, sobre todo, reflexiona sobre el perdón, el único sentimiento salvador. Es una historia sobre el sometimiento a las convenciones sociales y la cobardía a la hora de buscar el propio camino.
La novela tiene una clara protagonista, Carlota, una víctima de esos secretos inconfesables, que se ha pasado la vida queriendo ser una persona distinta a la que era. Pero son tantas las historias que se van tejiendo alrededor de Carlota, que Mi recuerdo es más fuerte que tu olvido se convierte casi en una novela coral, con historias que entran y salen de la corriente principal como afluentes turbulentos.
En la novela se habla también del maltrato de género, ese maltrato psicológico que se da en ciertos ambientes de las familias con alto poder adquisitivo y que se admite como normal; un maltrato que no suele salir en los periódicos y que se compone de malas palabras, falta de respeto, insultos o simple menosprecio. Se habla de la infelicidad forjada a golpe de cobardía, de hipocresía.
Otro aspecto interesante de la novela es la relación de incomprensión entre mujeres de distintas generaciones y de las relaciones, a veces muy tóxicas, entre madres e hijas. De las relaciones de pareja y las apariencias. Del conformismo y la aceptación de una vida desdichada cuando la felicidad está muchas veces al alcance de la mano y solo hay que ser lo suficientemente valiente como para agarrarla.
Aunque la novela se desarrolla en la actualidad, se sustenta en hechos ocurridos en los años 50, y que tienen mucho que ver con la situación de las mujeres en aquellos años, de su sometimiento económico, físico y social al marido y la frustración, y a veces la tragedia, que ello comportaba.
Infelicidad, desamor y violencia de género. La paternidad y la maternidad, las relaciones de pareja, el maltrato, la hipocresía social, las mentiras, la dictadura de las apariencias, y los secretos destructivos sobrevolándolo todo. Una magnífica historia sobre las emociones más primarias que no dejará a nadie indiferente.
Carlota Molina recibe de madrugada una llamada de su hermana, Julia Balmaseda. El padre de ambas, Clemente Balmaseda, se está muriendo y quiere ver a Carlota. Esta llamada, aparentemente
normal, no lo es en absoluto en el caso de ambas. Porque esta es la primera vez que Julia y Carlota han cruzado palabra en su vida.
Carlota conoció a su hermana cuando tenía seis años y Julia era un bebé en un cochecito que empujaba una mujer desconocida y su padre. Tuvo que pasar mucho tiempo para que Carlota descubriera que esa mujer y esa niña eran la verdadera familia de su padre y que ella solo era una hija ilegítima, una bastarda como la llamaban en el colegio, “un ser espurio merecedor de rechazo y compasión”.
A los 12 años Carlota descubrió la historia de su vida. Que su madre se enamoró de su padre a los 15 años y que desde entonces no había dejado de amarle, incluso cuando se casó con otra. Lo que nunca le ha explicado a Carlota es el porqué de esa boda, una boda que nunca pareció importar a su madre, mujer apática y extraña: “Que no estamos casados, bueno… qué le vamos a hacer, otras están peor”.
También entonces supo que tenía tres hermanos, dos chicos mayores y una hermana más pequeña. Lo único que alegraba la vida de Carlota era su abuela materna, Zenobia, una mujer dulce y fuerte con la que siempre mantuvo una relación muy especial.
Esta situación ha convertido a Carlota en una mujer vulnerable, frágil, que arrastra un sentimiento de abandono imposible de superar. Las ausencias constantes de su padre compensadas con excusas y regalos no hicieron más que ahondar ese sentimiento. Cuando Carlota entró en la universidad y exigió a su padre que la reconociera, al menos para quitar de su partida de nacimiento esa lacra de “padre desconocido”, Balmaseda se negó sin dar explicaciones. Pero el proceso siguió su curso y Carlota, por fin, pudo utilizar el apellido Balmaseda, aunque detrás del de su madre. Tras esto, la relación de Carlota y su padre se rompió para siempre.
Ahora, con más de cincuenta años, juez de profesión, independiente y solitaria, muerta ya su madre, mantiene, sin embargo, vivo el rencor que siempre sintió por aquella otra familia legítima que le quitó el amor de un padre y una vida como la de los demás.
Paloma Sánchez-Garnica (Madrid, 1962) es licenciada en Derecho e Historia. Autora de El gran arcano (2006) y La brisa de Oriente (2009), su novela El alma de las piedras (2010) obtuvo un gran éxito entre los lectores. Las tres heridas (2012) y, sobre todo, La sonata del silencio (2014) supusieron su consagración como escritora de gran personalidad literaria.
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