Una divertida caricatura de la realidad a través de los ojos de un funcionario esquizofrénico que, más allá de los toques de humor, traza unas pautas de reflexión muy duras sobre la situación del sistema sanitario, los despidos, la pobreza, el cambio climático, o la política internacional.
Acabas de publicar tu segunda novela, La rebelión de las lentejas, con la editorial La Equilibrista. Con un título tan sugerente podemos imaginar que es una obra reivindicativa, pero a la vez impregnada de tu personal estilo satírico. ¿Cómo la describirías y qué pretendes transmitir con ella?
Creo que no habría otra forma de definir esta novela que como la novela que jamás publicaría una gran editorial representativa del sistema podrido por la corrupción, y que, justamente, destila, o que de alguna manera la salpica a ella por eso, así como al resto de casi toda la sociedad implicada. Cuando escribes de manera tan honesta que llamas las cosas por su nombre sirviéndote de la sátira, este simple hecho no gusta a mucha gente que detenta cierto tipo de poder, pero hay que reconocer que el humor es el mejor medio para tratar toda esta serie de cosas que no gustan a los poderosos o a la gente de mucho poder adquisitivo. En ese sentido es una novela reivindicativa y valiente. Una sátira, ya se sabe, es una crítica de la sociedad desde el punto de vista del ingenio, la inteligencia y el humor. Y es constructiva justamente por esa crítica, para hacer de este mundo algo menos desolador.
Es un libro original en todos los aspectos. La primera muestra es el título. En un principio nos descoloca pero a medida que nos adentramos en la lectura nos damos cuenta de que es una metáfora perfecta de la obra. ¿La novela surge a partir de esa idea o se fue creando en el proceso de escritura?
Estuve pensando en el título mucho tiempo. Reconozco que cuando estaba escribiendo la novela no sabía el título todavía. Por otro lado me rondaban por la mente varios títulos posibles. De pronto una mañana hubo un chispazo, y entonces surgió la idea a partir de una anécdota en la que el protagonista se pone a pensar en la marmita de las lentejas, borboteando e hirviendo a toda mecha y sin quemarse, prodigiosamente. Me pareció una metáfora perfecta. Las lentejas se revolvían y se agitaban sin llegar nunca a reventar. Como la gente que aguanta carros y carretas antes de darle la vuelta a las cosas que no funcionan.
El protagonista tiene un carácter sorprendente porque roza ambos extremos de la locura y de la cordura, ¿de dónde nace la idea de un personaje como éste?
Al ponerme a escribir pensé que un personaje totalmente superado por las circunstancias sería un personaje adecuado. Sería el motor de la novela. Y el hecho de que tuviera esa doble faceta: por un lado una clarividencia muy acentuada y por otro la vertiente de unos delirios y fantasías que representaran de otra forma la parte más compleja, ayudaría a describir mejor una determinada situación creada por el momento histórico que estamos viviendo a nuestro pesar.
Aunque mucha gente piense que la parte delirante es la más divertida y picante de la novela, todo tiene conexión en ella. Y tiene sentido con el objetivo de la misma: es decir, que por un lado refleje una situación concreta, pero por otro se traten toda una serie de temas que están relacionados en la trama con la crisis mundial, la gran economía financiera, el paro, la precariedad, y sobre todo con cómo todo este tinglado inasumible afecta a la gente, si bien en este caso desde un punto de vista más particular de la vida específica de un personaje afectado y sensible, como puede serlo un enajenado que, siendo un enfermo, no por ello deja de reflejar lo que está ocurriendo a su alrededor.
La historia sucede en la cocina de un hospital afectado por los recortes y llena de personajes caricaturizados, ¿cómo escogiste la ambientación y los personajes secundarios?
Creo que los ambientes enrarecidos son ideales para ser descritos en la novela. Escogí el bullicio de la cocina de un gran hospital afectado por los recortes sanitarios justamente por eso, es en lugares como éste donde se generan las situaciones de estrés y de tensión más fatídicas cuando las cosas se complican debido a factores externos. Era un ambiente perfecto para describir hasta dónde nos han llevado los recortes, hasta qué punto la presión y las afecciones psicológicas son cada vez más frecuentes en la sociedad. Todo esto representa un poco la tensión que sufren a diario muchos trabajadores y refleja el momento que vivimos en la actualidad.
Por otro lado me he servido de personajes caricaturizados justamente porque son el motor que lleva hacia el desastre de la trama de la novela. El argumento no se hace sin acción, ni trata una historia sin personajes, la situación hipotética necesitaba estos personajes caricaturizados porque son las pinceladas de sus caracteres los que llevan la acción hacia el objetivo de la novela. Es decir, sin estos personajes tan estrambóticos no se podría haber escrito esta novela, en este sentido rinden de alguna manera un homenaje a la novela satírica. De hecho toda novela satírica tiene este tipo o prototipo de personajes grotescos. Por otro lado la locura y las caricaturas siempre son un buen aliciente o acicate para describir lo absurdo de la mayoría de las cosas que estamos viviendo. Siempre hay distorsión. Pero con una finalidad. En mi caso el ambiente y los personajes los escogí o manipulé a partir de la realidad cotidiana.
A lo largo de la obra podemos encontrar registros lingüísticos muy diferentes en función del ambiente en el que se sitúan las acciones y en función de los personajes que van apareciendo. La mezcla de estilos contribuye a diferenciar al protagonista del resto y nos lleva poco a poco a posicionarnos de su lado. ¿Qué te ha llevado a escoger el estilo?
Sí, es verdad. Tal vez, como necesitaba de un personaje que fuera muy lúcido, escogí un personaje como Fran, una persona totalmente superada por la situación y desquiciada por su esquizofrenia. Ya sabemos que muchas veces los esquizofrénicos ven más de lo que la gente que se considera normal puede ver.
Si se pudiera describir con lucidez la situación económica de la crisis mundial, ¿qué mejor forma de expresión que cuando el personaje lo refleja desde su vulnerabilidad soñadora, con el estilo científico protocolario que trata de imitar?
Por otro lado, las vivencias particulares y las anécdotas se expresan con un lenguaje mucho más mundano, con la jerga popular o el slang propio del funcionariado.
Así pues tenemos un popurrí en el que se mezclan distintas formas de expresión tanto por parte de los personajes que el protagonista describe, como por parte del mismo narrador. Se puede decir que la novela tiene varios estilos expresivos, desde el punto de vista de la caracterización, de la picaresca, y desde el lenguaje de la ciencia protocolario, o desde los registros de la misma novela satírica; o sea que tenemos varios tipos de estilos en función de los registros de los personajes por un lado, y por otro lado de la historia de la novela en la literatura.
Es una novela de humor pero con un fondo crítico muy profundo, ¿cómo ha sido el proceso creativo para integrar ambos aspectos?
Sí, sin duda se trata de una novela de un humor un tanto dolido, con cierto pesimismo de trasfondo en muchos aspectos, pero que a pesar de ello sigue siendo sarcástica y divertida, como una manera de expresión de una situación muy dura que no deja, a pesar de su dureza, de ser una sátira y que bajo el prisma del humor se puede tal vez visualizar desde otro punto de vista muy diferente y desde luego mucho más llevadero.
Se advierte en la contraportada que es una novela controvertida, y se recalca al inicio que cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia, aunque queda claro que es una metáfora, ¿cuál crees que es la relación entre la ficción y la situación actual?
Es una relación pareja, paralela. Se podría decir que el autor coge de la realidad su materia prima, sus personajes, y los distorsiona y matiza lo suficientemente como para crear una historia dentro de la realidad y con ello, llevándola al límite, hacer reflexionar sobre lo posible de lo que nos rodea. Si se hace posible a través de este invento del escritor o no, es una cuestión que los propios lectores resolverán al terminar el libro. Lo importante aquí es que mientras vayan descubriendo esa realidad soñada, también tal vez han descubierto lo que está pasando, tal vez... Es el juego de los posibles con el que siempre tiene que jugar el autor con respecto a su historia. Querer contar algo no es suficiente, por qué lo cuenta es más importante, y luego a fin de qué, o para qué lo narra de este modo concreto. En mi caso, espero, además de entretener al lector, supongo que también para reivindicar desde la ironía y el buen humor. No olvidemos que la ficción es otro enfoque, y que puede llegar a ser infinitamente más enriquecedor que cualquier reportaje o ensayo.
¿Cómo se enfrenta un escritor en estos tiempos a los límites de la libertad de expresión?
En mi caso en concreto, lo que siento con esta novela y lo que he vivido se refleja en ella a la perfección. No tengo miedo de las posibles repercusiones. Aunque haya censura, la censura la refleja un poco el marketing hoy en día. Pero lo que sí tengo claro es que lo escrito es una decisión plenamente consecuente, tanto por las acciones de los personajes como por la trama, pues son meras invenciones. Lo importante es que la gente sepa diferenciar entre arte, literatura y realidad. Cuando no se distinguen las cosas empiezan las implicaciones, las alusiones y los malos entendidos, como me ocurrió con un compañero en el trabajo.
En mi caso sólo tengo miedo de que mi literatura no sea artística, con las posibles repercusiones que pudiera tener el argumento. Los resortes literarios son meras invenciones que tratan de emocionar, porque el proceso creativo es muy complejo, en la realidad; por tanto siempre estamos creando y construyendo otra realidad nueva, no estamos haciendo un reportaje, eso que quede claro.
En ese sentido la creación se circunscribe simplemente a que muchas veces la gente se siente identificada y no puede comprender que un personaje es un personaje, que sea una creación y que el propio autor tenga sus propias experiencias y cree a partir de ellas todo lo que le dé la real y santísima gana. Yo lo que siento con esta novela, y lo que he vivido, lo reflejo sin tapujos, lo de la censura ajena no me importa lo más mínimo en literatura.
El papel que se le otorga al género de ficción suele ser el de entretenimiento, sin embargo hay novelas, como es el caso de La rebelión de las lentejas, que van más allá. ¿Qué reacción crees que provoca en el lector?
Bueno, ésta, como diría Kafka, es un tipo de novela que te golpea y sacude. No es una novela para entretener solamente, aunque sí que puede entretener mucho, estoy convencido, pero es una novela que más bien tiene mucha denuncia social y aunque sea divertida hay un trasfondo que es muy crítico con la realidad. Es importante que no se olvide que aunque sea de ficción tiene mucho que ver con el momento actual.
¿Crees que es necesario este género para hacernos reflexionar y avivar la conciencia social?
Creo que tanto la sátira como la novela negra son ideales para la crítica social y para representar los problemas de aquellas épocas en que la literatura ha fundado sus motivaciones; y por tanto estamos hablando de una novela que a través de la ficción puede hacer visibles una serie de cosas que de otra forma serían más complicadas de explicar.
El libro ya se ha presentado y está a la venta en la página web de la editorial www.laequilibrista.es, se puede adquirir en la red de librerías españolas y en venta internacional en Amazon.com. ¿Cuáles son los próximos eventos?
Creo que pronto haremos una presentación en la Biblioteca de Horta-Can Mariné, cerca de la Plaza Ibiza en Barcelona.
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