A su tierra, Madrid, ha regresado para presentar su último libro. Ya hace años decidió establecerse en Zaragoza donde desarrolla su vocación periodística y, por supuesto, literaria. Esa vocación le ha hecho viajar por todo el país escribiendo crónicas sobre lo que ha visto por esas tierras vacías. “Siempre me ha fascinado la distancia que hay entre el interior de España y el de Europa. Los pueblos en Europa están muy cercanos unos de otros, en España hay grandes distancias entre un pueblo y otro”, cuenta con su tono intimista característico.
En su opinión, España es “un país europeo normalizado pero muy raro donde la agricultura o la ganadería prácticamente han desaparecido salvo para las grande empresas multinacionales. En Europa se mantienen todavía esos típicos mercadillos donde las personas pueden vender su producción agrícola o ganadera”. De ahí que pensando en las causas de por qué ocurre esto se decidiese a escribir este ensayo. Aunque "La España vacía" está escrito casi como si fuese una novela.
“Durante mis viajes por España he ido leyendo libros y artículos sobre el motivo de la despoblación que sufre el interior del país y ahora ha llegado el momento de sistematizar un poco mis lecturas fuera de la novela”, apunta el escritor radicado en Aragón. “Mi ensayo tiene una parte crítica, me meto mucho con las causas que ha podido hacer que esto fuese así y también he pensado en las posible soluciones”, dice.
Para Sergio del Molino “hay dos Españas: una urbana y europea, y una España interior y despoblada. La comunicación entre ambas ha sido y es difícil. A menudo, parecen países extranjeros el uno del otro. Y, sin embargo, la España urbana no se entiende sin la vacía”. Ya en la Guerra Civil Española el dictador Franco exaltó al campesinado español que venía a salvar a la España liberal y afrancesado. Luego el dictador se olvidaría de esa España vacía y campesina y fijaría sus inquietudes en la España urbana e industrial.
"No hay diálogo entre las dos Españas, campesina y urbana"
“El franquismo acentuó la industrialización de una forma brutal y traumática. Muchos campesinos se tuvieron que ir a las ciudades industriales para poder sobrevivir”, refiere el autor y añade “en vez de mitigar los efectos, se hizo justo lo contrario. Por eso, yo creo que no hay solución, que no hay diálogo entre esas dos Españas, que los puentes ya no se pueden restablecer, prueba de ello es que se están abandonando los pueblos y que, al final, la España vacía se va a extinguir”.
Otra de las críticas que hace el escritor es que “somos un país que no tiene relato, ya que ha sido destruido por cuarenta años de franquismo, y eso no pasa en el resto de países de Europa. Necesitamos una homogeneización cultural ya que no tenemos ese relato común y este puede ser un argumento para disgregación de país”.
Durante el franquismo, sólo Fraga hizo algo al respecto, “el tenía una conciencia paternalista que no era lo adecuado”, menciona. Por eso, nuestro tejido agrario ha ido perdiendo posiciones. Aunque en la Transición sí se dio más valor al voto de la España vacía primando las provincias más deshabitadas, “lo cual no se traslado en un poder político real, ya que lo querían los gobiernos de la UCD era primar el voto conservador”, afirma la charla express que mantuvimos.
Buñuel, Azorín, Almodóvar o Labordeta han convertido a la España vacía en escenario. Los políticos la visitan en campaña electoral y la olvidan en cuanto llegan al gobierno. Los urbanitas vuelven a ella soñando con una vida más fácil. Y los que la viven bajan a Madrid a gritar que existen. “Otro escritor que supo verlo fue Miguel Delibes, es el gran narrador de la España vacía, del campo que supo ver las corruptelas que los políticos han traído”, concluye.
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