En La guerra de Al Ándalus, la Frontera Superior del Ebro, donde los descendientes del gran M?sa ibn M?sa retoman el camino de la revuelta contra el poder central del emirato, cede parte de su protagonismo a la Córdoba del emirato, al naciente reino de Pamplona, al pujante rey Alfonso III en su nueva corte de León y a Bobastro, «el nido de águilas», refugio en la sierra malagueña de Umar ibn Hafsún, el rebelde muladí que acabará poniendo en jaque la propia pervivencia de Al Ándalus durante el siglo IX. A lo largo de páginas plagadas de aventuras, traiciones, batallas, conquistas, asedios, conspiraciones, amor y asesinatos, seremos testigos de las nuevas andanzas de los Banu Qasi que descienden de M?sa.
Esta novela, al igual que su predecesora, trata un periodo de nuestra historia que no suele tener protagonismo a lo largo de la literatura y que tampoco se trata de manera específica en los tratados de historia dirigidos a la población general. La historia de la Marca Superior, con capital en Zaragoza, durante el noveno siglo, es muy poco conocida por los lectores, pero no por ello es aburrida, sino todo lo contrario.
Aún recuerdo que mi profesor de historia del instituto me contaba cómo las guerras intestinas del emirato lo desangraban por dentro, a la vez que dejaban que los cristianos, totalmente comprometidos con sus avances militares en territorio andalusí, ocuparan más y más tierras al norte de la península. Lo que nunca hubiera imaginado es la brutalidad y la escala a la que se desarrollaron dichos enfrentamientos. En la novela vemos cómo ciudades de los territorios más lejanos del emirato, pero también otras urbes que quedaban muy cerca de Córdoba, eran grandes bastiones rebeldes que dieron a la capital enormes quebraderos de cabeza. Las masacres entre los vencidos eran constantes, los asedios eran interminables, ninguna de las partes estaba dispuesta a ceder y los ejércitos que deberían haber defendido los territorios del emir de los cristianos quedaban constantemente desprotegidos.
A partir de estas hazañas nos relata Carlos Aurensanz las estrategias de la época, no sólo las militares, sino también las políticas. Los principales personajes rebeldes combinan a la perfección las cualidades para dominar ambas estrategias, lo que da lugar a situaciones muy interesantes que contribuyen a dar forma a una gran novela, como lo es ésta.
A su vez, el estilo del autor es el perfecto para una obra de estas características, su lenguaje es claro y contribuye a dar dinamismo a la trama, a la que no faltan aventuras ni intrigas. Además, hay un buen equilibrio entre la narración y los diálogos.
Por otro lado, los personajes son completamente verosímiles. Todos actúan según lo que se esperaba de ellos en esta época: el honor, la herencia o el derecho a gobernar una tierra son algunas de las pasiones que empujan los actos de estos personajes. No vemos ningún rasgo que pueda extrapolarse desde la actualidad: ningún caballero de honor cristiano rehuía el combate directo con sus enemigos, si alguna ciudad se podía conquistar mediante la traición para una menor pérdida de soldados, también se hacía, y la religión siempre estaba por encima de todo.
En definitiva, La guerra de Al Andalus con sorprendente rigor histórico y un lenguaje claro y exento de artificios, Aurensanz entrelaza de un modo magistral las peripecias de los protagonistas en gran diversidad de escenarios escenarios, y ofrece una historia ambiciosa y compleja que de nuevo atrapará al lector.
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