Está claro que el neo liberalismo que nos invade procede del otro lado del Atlántico y tiene su más férreo defensor en Gran Bretaña. Esta ideología ha calado tanto en los partidos de derechas como de izquierdas hasta hace muy poco. La aparición de nuevos partidos de izquierdas ha sacudido las políticas de la Vieja Europa. En el caso de Grecia, no ha sido tanto como parecía y estamos asistiendo a la domesticación del partido en el poder por la Troika.
El debate entre lo nuevo y lo viejo está presente en todo el Viejo Continente, pero es quizá en España donde más se está llevando a cabo. Sin embargo, lo que creemos nuevo no es más que las políticas del siglo XIX y del XX donde las desigualdades son cada vez más significativas. En La Empresa ha sido donde más se han notado estas desigualdades y ha sido gracias a la revolución digital, que ha removido las viejas estructuras empresariales.
El caudal informativo es tan inmediato y va a tal velocidad que ha sustituido a la creatividad de las personas. Ya no se necesitan expertos o profesionales en cualquier materia, ya que la tecnología de la información llega donde antes se tardaba años en acceder. Las personas están siendo sustituidas, en muchas empresas, por robots o por personas que se parecen a robots.
Esteban Hernández estudia en “Nosotros o el caos” de manera bastante plana y aburrida las tendencias predominantes, tanto en las empresas como en los partidos. La primera parte trata sobre las empresas y deja la segunda para los partidos, sean viejos o nuevos. Para ello, ha recogido los testimonios de múltiples profesionales y de políticos, casi siempre sin identificar, obviando su apellido, pero haciendo reconocibles a los mismos.
El management o el coaching son las técnicas con las que cuentan las empresas para preparar o entrenar a sus trabajadores. Como señala el autor, la resistencia al cambio es muy fuerte entre los trabajadores de los países latinos, lo mismo ocurre a la hora de votar. Hay cierta resistencia a ese cambio que ha quedado, pese a la implantación de los nuevos partidos, reflejada en las últimas elecciones generales en España.
La modernización de las empresas se ha ceñido a un cierto cambio de apariencia de las personas. Se aparta a las personas de más de 45 años sin tener en cuenta su profesionalidad. Lo mismo está ocurriendo en los partidos políticos, aunque en este caso con razón, porque sus dirigentes han demostrado estar anquilosados y pegados al pasado más oscuro y tétrico.
Para el autor, la derecha ha optado por “retomar el enfrentamiento entre la razón y el exceso, el pragmatismo y el idealismo, lo moderado por lo desmedido”. En ese planteamiento ha errado. La derecha española ha intentado acabar con la clase media, precisamente su nicho de votantes, y las desigualdades han aumentado. Si bien es cierto que son pragmáticos, les ha faltado razón y moderación. Muchos votantes así lo han visto y ha pesado más en su voto la lucha contra la corrupción, mal endémico de nuestra sociedad, que la moderación económica que pregonan.
Los nuevos partidos, cree Esteban Hernández, han llevado una estrategia parecida a la red social Facebook. Una apreciación bien vista que no es otra cosa que volver al patio de porteras donde se trataban los acontecimientos cotidianos. Es una cercanía digital que sustituye a esas charlas de portal. De ahí que probablemente esa estrategia no dure demasiado tiempo, como tampoco durará la de los partidos mayoritarios que no han sabido conectar con las nuevas generaciones de profesionales.
El autor debería cambiar el título del libro y sustituir la “o” por “y”: “Nosotros y el caos”. Sería un título más exacto, porque está claro que ni viejas ni nuevas tendencias están en posesión de la solución de nuestra economía o modelo de sociedad. Se están fijando más en las formas que en el fondo. Mientras nuestra sociedad sea de servicios no tendremos nada que hacer para modernizarla. Parece que la producción industrial se deja a un lado y nadie la trata. Libros como “Nosotros o el caos” hacen que repensemos nuestra sociedad, que parece dirigirse hacia una vía muerta.
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