Partiendo de este personaje real, Tomás Penarrocha, conocido como El Groc, el autor construye una novela que, más allá de narrar los hechos que se vivieron en el Maestrazgo una vez terminada «la guerra de siete años entre carlistas y liberales», revive para el lector la figura de un hombre humilde que dejó todo al rebelarse contra el poder en defensa de sus ideas.
Amores, celos, lealtades y traiciones se suceden a lo largo de las páginas de este libro lleno de ritmo y de acción, que con gran maestría atrapa al lector, haciendo que tome partido por alguno de los protagonistas. En la novela, los actos brutales de la guerra se mezclan con el calor de los hogares y con los deseos de vivir en paz.
Bajo la trama histórica y real, el autor ha tejido una serie de historias paralelas de tinte romántico, protagonizadas por personajes de carne y hueso, contemporáneos del Groc. Así, hay varios entramados amorosos que muestran los sentimientos que el protagonista sentía hacia su mujer (Josefa), hacia su hija (Manuela) y hacia una mujer un tanto misteriosa (Valeria), capaz de curar las heridas del cuerpo y del alma de un hombre que prefirió la muerte a vivir en contra de sus ideales.
También el lector se va a encontrar con la historia de los que siempre permanecieron al lado de héroe (Pepet de Nasi, Pitarch, Pep lo Bo…), de los amigos que traicionaron al hombre que luchaba por un mundo mejor (Vicente Molinos, Pascual Carbóy Joaquín Torres) y del militar de éxito (Juan de Villalonga y Escalada), que quiere culminar su carrera con la detención del hombre que ha traído en jaque a las fuerzas del orden en el Maestrazgo.
Son personajes reales, vivos, con nombres y apellidos, dominados por las pasiones, el amor, los celos, la amistad y la traición. El lector va a conocer hombres buenos que se ven obligados a matar; hombres ambiciosos capaces de todo por aumentar su patrimonio; traidores que venden a su amigo por un puñado de monedas; mujeres que luchan para salir adelante, fieles guardianas del bienestar de sus hijos; mujeres que se apiadan de una niña recién nacida que ha escapado de la muerte gracias a un hombre bondadoso, harto de la violencia que le rodea…
Y entre todos ellos, el capitán Groc y su hija Manuela, unidos por un amor paterno-filial fuerte, sin fisuras. Para él, «no hay mayor tormento que no poder ver a Manuela cada día, no poder hablar con ella cada noche. Su hija es la única persona sobre la tierra con la que el Groc, persona sanguínea y susceptible, jamás tendría una disputa. Entre su hija y él no hay reproches, ni quejas ni
demandas ni recelos ni rencores. La entrega de la muchacha por su padre es absoluta, la confianza del Groc en su hija no conoce fisuras».
Algo muy curioso en la narración, y que llama la atención del lector, son los objetos que, como si de un círculo se tratara, abren y cierran el relato. Uno es un caracol «de piedra del tamaño de su puño, una perfecta espiral pétrea de elegantes curvas que casi parecía la concha de un caracol viviente», que Pep lo Bo regaló a Manuela cuando ambos eran unos niños y que ella conservará siempre; y el otro, el garrote del Groc, «un nudoso garrote de cerezo borde, de tono verde oscuro, recio, firme, con un extremo grueso. La empuñadura, envuelta en una tira de cuero de toro, se convierte en correa para colgarlo del brazo», que Pep lo Bo volverá a ver casi cincuenta años después de habérselo entregado a su dueño y que le llevará a conocer la verdad de lo que pasó la última noche del Groc de boca de Pitarch, el hombre que nunca abandonó a su líder.
Víctor-M. Amela, barcelonés nacido en 1960, es novelista y periodista. Decano de la crítica televisiva en la prensa española, la ejerce desde hace treinta años en La Vanguardia, donde es el cocreador de la sección «La contra» (1998), con más de 2.100 entrevistas, estimulado por una curiosidad ilimitada. Colabora en programas de televisión y radio, y es también autor de las novelas El càtar imperfecte (2013) y Amor contra Roma (2014). Portador de genes forcallanos, sostiene que un día mereceremos no tener presidentes ni gobiernos ni leyes, cree en la imaginación creadora y cita a Llull: «Ya que existimos, ¡alegrémonos!».
La hija del capitán Groc ha sido galardonada con el Premio Ramon Llull 2016.
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