Con tan sólo veinticuatro años, el escritor vitoriano Álvaro Arbina ha publicado su primera obra, “La mujer del reloj”. Una novela histórica ambientada en la Guerra de la Independencia española, donde el amor, la intriga, las sociedades secretas y los guerrilleros se dan cita para conformar un thriller histórico que deja sin respiración al lector.
“La mujer del reloj” es la gran apuesta histórica de Ediciones B para este comienzo de año que llevó a la editorial casi de casualidad. El autor vitoriano la envió por correo a la editorial y en menos de un mes ya tenía el contrato firmado. También hubo su tensión, porque era verano y estuvo de viaje por la serranía de Cuenca sin cobertura del móvil. Cuando llegó a la capital conquense vio una llamada perdida y al devolverla se dio cuenta de que había sido hecha desde Ediciones B.
Comenzó a escribir la novela hace un par de años, mientras estudiaba quinto de Arquitectura. “Me retiraba unas tres horas todos los días al ordenador para escribir. Mis compañeros de piso se preguntaban qué era lo que hacía. No les decía nada y el misterio envolvió el proceso de creación”, recuerda con sentido del humor este joven novelista. “Cuando empecé la novela ya sabía su final. Sabía cómo iba a terminar y sabía muchos de los giros que se iban a producir en la trama, pero no sabía cómo se iba a desenvolver.
Para Álvaro Arbina una novela se construye igual que un edificio. “Necesita demasiadas cosas por dentro para que funcione”, dice con convicción. Las tuberías, los desagües, todo el interior de un edificio se puede asimilar a las diversas tramas y a las descripciones. Y todo eso lo aprendió estudiando la carrera y leyendo muchas novelas. “El leer tantas novelas me hizo que aprendiese a escribir y a idear las historias. Luego, me enseñó a desarrollar el arco sentimental de un personaje. La ambientación la tuve que aprender de otros autores. Todo ha sido muy autodidacta”, describe con precisión.
El siglo XIX es para Arbina “un periodo bastante inhóspito, desconocido y con un cierto grado de lejanía”. Pero es también un periodo muy relevante de nuestra historia y que se ha tratado muy poco. Se desconocen muchas cuestiones básicas. “Cuando las tropas de Napoleón cruzaron España camino de Portugal gracias al permiso de paso, en Vitoria se acuartelaron más de 7.000 soldados. Si tenemos en cuenta que en esos tiempos la ciudad tenía 6.000 habitantes nos podemos dar cuenta de lo que supuso esa estancia de los franceses”, detalla.
Se tuvo que documentar profusamente para no cometer ningún anacronismo. “Algunos sí hay, porque me interesaban para la trama”, reconoce con humildad. Sin embargo, no hay errores de bulto y sí ha conseguido ser fiel a todos los hechos históricos. “Sí me he permitido alguna licencia para darle mayor dramatismo a la trama y hacer más épica la narración”, afirma.
Además, ha rescatado episodios prácticamente desconocidos como los de la isla balear de Cabrera, convertida en prisión de los franceses capturados en Bailén. “Aquello fue prácticamente un campo de concentración pero sin vigilantes, ya que no se necesitaban. Nadie fue a rescatar a aquellos hombres”, describe. También ha tenido que estudiar las actas de las Cortes de Cádiz para que la narración encajase con los acontecimientos históricos.
Cuando se le pregunta en qué escritores se ha fijado para aprender a escribir, cita a Ken Follet y a Arturo Pérez Reverte, de ahí, probablemente, que la novela tenga algo de policiaca y de thriller. “El mayor reto era cómo hilar todo el misterio y que hubiese mucho ritmo”, nos descubre y es algo que ha conseguido, porque su novela tiene mucho ritmo y mantiene la atención del lector hasta la última línea, que tiene una sorpresa final. “Durante la toda la novela he tenido que ir preparando al lector para la traca final, para que quede realmente impactado”, concluye el joven escritor vitoriano.
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