Oyendo hablar a Alejandro Jodorowsky se nos cae la venda que solemos llevar en los ojos. El mundo que ve él, no tiene nada que ver con el que vemos normalmente. Para él la vida es un cuento y, por ello, le ha llegado a los ochenta y siete años la hora de reunir en un único volumen todos los cuentos que ha escrito en su vida. Por eso, lo ha titulado “La vida es un cuento”, el cuento es atemporal y para todas las edades.
Esos cuentos le valen para hacer una crítica de los nacionalismos y de la guerra. “Las guerras son un negocio encubierto por banderas patrias”, afirmó en la presentación de su nuevo libro. El inventor de la metagenealogía y de la psicomagia vuelve a lo más sencillo de la escritura, el cuento. Lo más sencillo y lo más complicado porque un cuento es un mundo cerrado en unas pocas páginas.
“Para escribir los cuentos me he inspirado en dos cosas, en el bonsái y en el móvil. ¿Qué somos nosotros sino un móvil?”, se ha preguntado ante la expectación de un buen número de periodistas. Pero también un bonsái. “Me regalaron un bonsái, tenía que regarlo todos los días y cortarle las hojas. Decidí hacer un experimento, dejarle crecer sin cortar sus ramas. El bonsái crecía hasta llegar al techo. El ser humano es como un bonsái, nos van cortando las ramas para que no crezcamos. Hay que ser un bonsái liberado”, elucubra el escritor francés, que ha perdido su nacionalidad chilena por no residir en el país seis meses al año.
Y resulta que ha estado los últimos cuatro meses en Chile rodando su nueva película de título un tanto enigmático, “Poesía sin fin”. “Estoy harto de las etiquetas. ¿Por qué una novela tiene que ser policiaca o histórica o clásica? La literatura tiene que ser literatura sin etiquetas. Todo eso es un negocio”, sostiene el escritor ante la atenta mirada de su editora Ofelia Grande que tiene en su editorial una de las mejores colecciones de novela policiaca del mercado.
“Todo esto es una mercadería. Yo soy una persona planetaria, vivo en una unidad mientras que los países son una multiplicidad. Tarde o temprano todos los humanos nos uniremos en una raza única, con un idioma único, el spanglish, el chino, el que sea… y la tradición estará en un museo”, explicó en la rueda de prensa. Para Alejandro Jodorowski, eso de que todos somos iguales es una doctrina venenosa. “creo que debemos ser distintos, pero colaborando”
La recopilación de cuentos que ha presentado en el Instituto Francés de Madrid y que lleva por título “La vida es un cuento” es una recopilación de todos sus cuentos, algunos de ellos ya publicados y otros inéditos. Empieza con un cuento sobre la eternidad, hay alguno autobiográfico, otro cómico, de terror y policiacos, y hasta se ha permitido el lujo de escribir uno pornográfico. “¿Por qué me ha de limitar? Hasta la Biblia es una colección de cuentos feroces”, afirmó.
Es una colección que ha calificado de “transpersonal”. “Si el estilo define a una persona, rompámoslo, no tengamos estilo y seamos todos los estilos”, alegó. Pero, sobre todo, sostuvo que debíamos ser optimistas. “Yo lo soy respecto al futuro. Creo que el mundo no se va a acabar y que se terminarán las guerras. Para eso, hay que cambiarlo todo empezando por los dirigentes, por los políticos ladrones. Los presidentes de los gobiernos son monos, muñecos de ventrílocuo de la economía incapaces de cambiar el mundo. Hemos tardado 30.000 años para llegar a esta porquería, pero en 30.000 años más será maravilloso”, declaró con su tono profesoral.
El futuro lo ve como un mundo de unión. “Vamos a vivir una vida que los humanos se merecen y para ello tenemos que cambiarlo todo, empezando por la educación. Unir corazón, sexo y cuerpo”, proclamó y añadió “cuando acabemos con el petróleo, vamos a renacer. Eso cambiará la economía tal y como la conocemos”.
No cree que esos cambios los pueda ver por la edad. Sin embargo, la edad no le condiciona. “No hay que limitarse. No hay edad cerebral. El envejecimiento es físico pero no lo es ni mental ni espiritual”, concluyó este insólito y correoso creador que ha dedicado su vida a reflexionar sobre el arte. Ha tocado tanto la literatura como el cine y ahora la pintura con su mujer. “Encontré a la mujer de mi vida a los setenta y cuatro años”, reconoció. La vida sigue dando oportunidades a quien las busca hasta en el último momento. Él es un ejemplo vivo y atemporal de ello.
Puedes comprar el libro en: