Muriel Barbery ha visitado Madrid para presentar su esperada nueva novela “La vida de los elfos”. Casi nueve años hemos tenido que esperar para que la publicase, después de su rotundo éxito “La elegancia del erizo”, de la cual ha vendido más de seis millones de ejemplares en todo el mundo. También ha sido llevada al cine con éxito. “Mi forma de trabajar es lenta, es mi ritmo normal tardar esos años”, afirmó en la presentación a los medios de su nueva novela.
“Con La vida de los elfos he querido explorar nuevos territorios en mi literatura. La novela es como un sueño, igual que cuando soñamos por la noche no entendemos lo que soñamos hasta el final, en mi novela no la entenderemos en su amplitud hasta el final”, ha señalado la escritora francesa nacida en Casablanca y que tras la publicación de su anterior novela decidió irse a vivir a Japón durante tres años para descubrir nuevas formas de vivir. Después regresó a Europa, concretamente, a Ámsterdam donde se impregnó de la pintura flamenca y es allí donde empezó a escribir “La vida de los elfos”, para seguir en Francia con el proceso de creación y corrección del manuscrito. Ella suele escribir con su pluma, y tardó más de dos años en conseguir la obra que quería publicar.
Su contacto con Oriente le abrió nuevas perspectivas para su literatura. “En Occidente creemos que la naturaleza es un objeto, siendo los humanos el centro de ella. En Oriente se sitúa al ser humano en el entorno de la naturaleza, no como su creador sino como un elemento más”, explica la escritora francesa de manera tímida y con muchas inflexiones de voz, como si buscase el ritmo de una conversación íntima y profunda.
Cree que puede parecer difícil sacar la esencia de su tercera novela, “todo mundo onírico donde se dan la mano lo fantástico y lo real suele serlo”, apunta. Pero su escritura profundamente poética ayuda en el proceso de lectura. No sabe cuál es la clave del éxito de sus obras. “Mi forma de escribir es bastante diletante, sobre todo en mis inicios. Ahora soy más disciplinada. Me gusta escribir a primera hora de la mañana, de seis a ocho, cuando la mente está más virgen. Escribo con auriculares para aislarme y encontrar el ritmo de la escritura”, desgrana con tranquilidad. Esta nueva novela la ha escrito escuchando a la cantante caboverdiana Cesaria Evora.
Muriel Barbery reconoce que le daba miedo escribir su nueva novela, “temía no encontrar la conciencia literaria necesaria. De ahí que quisiese más tiempo para poder encontrarme con el encantamiento que quería para mi novela”. Al final, está claro que lo consiguió y, es verdad, que hay ese encantamiento que hubo en La elegancia del erizo. “Tengo que reconocer que hay elementos comunes entre las dos novelas. Vuelve a haber niños. Es un vínculo profundo, mi interés por la infancia, al que he añadido el arte como algo capaz de salvar el alma”, revela. Las dos niñas huérfanas protagonista son dos personas con talento para las artes, una para la música y otra para la poesía. Pero también se nota una cierta evolución que hace a sus páginas más interesantes.
El mundo onírico está presente en toda la novela y ese mundo suele estar más presente en los niños. Los adultos van perdiendo esa facultad en el transcurso de su vida. “No se les permite a los adultos esa potestad”, corrobora. Sin embargo, ella se la permite en su literatura. “Apuesto por la ficción, por la fantasía. La ficción me parece la mejor ciencia para entender el mundo, mejor que la filosofía u otras ciencias”, corrobora con rotundidad.
Cuando se le pregunta sobre sus autores preferidos, nombra en primer lugar a Jean Giono, “autor al que leía en mi adolescencia y que ahora he releído”, apunta. También le gustan los clásicos como Gustave Flaubert, “su búsqueda literaria, su humor y su humanidad me gustan mucho”. Otro escritor que le encanta es León Tolstoi. De la literatura española no conoce mucho pero apunta sin dudar a Jesús Carrasco y su novela Intemperie. “He leído, también, la obra de García Márquez y Vargas Llosa”, añade. Poco, pero de un gusto exquisito.
Su relación con los lectores en un principio fue escasa, pero ha ido aumentado con el tiempo. “Por culpa de mi timidez me relacionaba poco y no me sentía cómoda”, reconoce y añade “al principio, con mi segunda novela, me decían que les había encantado pero no sabía por qué; con esta tercera la relación ha ido en aumento y sus comentarios han llegado a ser muy emotivos”.
En su cabeza ya se está pergeñando la continuación a “La vida de los elfos”. De momento ya tiene esbozada una idea. “Atisbo el final pero aún tiene que crecer el trayecto de la novela”, refiere. Algo que irá haciendo en su residencia de Touraine, en plena campiña francesa en compañía de su gato. Esperemos que no tengamos que esperar otros nueve años para poder leer la continuación de esta novela onírica y mágica que se mueve entre las creaciones de la Naturaleza y las surgidas por el genio humano de dos pequeñas niñas prodigio.
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