Todo lo que rodea a la novela “Monteperdido” del guionista Agustín Martínez tiene un halo de misterio. Libros que se desploman en mitad de la presentación a los medios, luces de la sala que se apagan, ordenadores que se cuelgan, desalojo de las oficinas, notas del periodista que desaparecen sin motivo y que por alguna extraña razón vuelven a aparecer en el sitio más insospechado. Se diría que la novela está gafada, pero resulta todo lo contrario.
Antes de publicarse en España ya había conseguido que varias editoriales extranjeras se interesasen por ella. “Ya teníamos ganas de publicar una novela negra española”, dijo un conocido editor del norte de Europa. Pero, ¿es
Monteperdido una novela negra? A juicio del autor murciano, no. “Me siento más cómodo en el thriller”, afirma sin pestañear mientras se cae una torre de libros puestos como promoción en la presentación.
El proyecto de la novela surgió de una miniserie de ocho capítulos de la productora Magnolia, donde realiza asiduamente su trabajo como guionista. Bien como responsable de argumento, bien como dialoguista. Ahora está enfrascado en la mediocre serie de Acacias, 38. Pero ha participado en otras de mayor calado como la de “Sin tetas no hay paraíso”, “la cual no teníamos muy claro si iba a funcionar y ¡de que manera lo hizo!”, exclama orgulloso.
Cuando se le pregunta por qué las productoras alargan en exceso las series, responde que “a los guionistas nos gusta comer”, sin fijarse que en ocasiones el espectador se puede atragantar con esos guiones tan alargados. Afortunadamente, hay series que están proponiendo tramas novedosas y con una buena realización. El ministerio del tiempo, Vis a vis o El Príncipe son unos claros reflejos. “En España los productores son muy centralistas y ya era hora de escoger otros lugares, diferentes a Madrid, para realizar las series”, se sincera.
“Los productores se han puesto demasiados corsés y la luz de los guionistas tienden a apagarla”, afirma. Siempre le han dicho que sus series, en las que ha participado, las tenía que entender una señora de Cuenca, de ahí que hasta ahora no se realizasen series con flashback o flashforward, por ejemplo y se buscase desarrollos planos y anodinos, sin salirse de lo mil veces trillado.
La trama de
Monteperdido parte de una doble desaparición de dos niñas, Ana y Lucía, que nunca se resolvió. Sin embargo, una de ellas, Ana, reaparece herida. Mientras que de Lucía no se sabe nada. “El tratar el drama de las dos familias a la vez es algo novedoso. El ambiente que se vivía en ambas familias tiene mucha importancia y le da una perspectiva diferente”, analiza.
“La novela la he escrito en un tiempo récord. Estoy acostumbrado a trabajar bajo presión y en el proceso de escritura lo he disfrutado muchísimo, ya que he trabajado sin las ataduras que da la televisión”, explica y añade que “de momento estoy recibiendo muy buenos comentarios del libro”.
Para
Agustín Martínez el trabajo de escritor parte de un momento de inspiración, pero hay mucho trabajo detrás. “Los guionistas sabemos contar historias y eso se tiene que notar en la novela con una trama razonablemente bien armada y una atmósfera atractiva”, reflexiona. Cree que la frontera del guionista y del escritor se está difuminando y que cada vez se parecen más.
Opina que le ha salido una novela muy coral. “Estoy muy contento de cómo han quedado los personajes y creo que su parte psicológica funciona muy bien”, especifica. Los protagonistas viven un conflicto emocional diferente según la familia a la que pertenecen. Una por haber aparecido su hija y la otra por permanecer en paradero desconocido. Algo que el autor maneja con soltura.
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