El título del nuevo ensayo de la escritora y poetisa Clara Janés toma su nombre de un pasaje de la obra La perfecta casada de Fray Luis de León: “Porque así como la naturaleza (…) hizo a las mujeres para que, encerradas, guardasen la casa, así las obligó a que cerrasen la boca”. Esto escribió el famoso teólogo converso en 1584 en Salamanca. Si Clara Janés le hubiese hecho caso, “Guardar la casa y cerrar la boca” nunca hubiese visto la luz.
Como señaló la directora de Siruela, Ofelia Grande, en la presentación a los medios de comunicación, “a lo largo de la historia ha habido muchas mujeres que no han cerrado la boca y que han escrito sobre el amor, el matrimonio y el sexo visto por ellas”. Y este libro es precisamente eso, “la voz de las mujeres acalladas”.
“El libro no está escrito de golpe, sino que empecé a pergeñarlo desde que estaba estudiando en la Universidad, siendo el azar un elemento determinante para poder escribirlo”, explica la escritora barcelonesa y añade: “lo he ido escribiendo según iba recibiendo las información que me sorprendía. De todas formas no he querido hacer un estudio exhaustivo”. Siempre le interesó el tema de la mujer y de cómo escribía, muchas veces en ambientes muy hostiles.
Recuerda los poemas de unas poetas afganas que escribían poemas con fuerte contenido erótico cantando a su amado debajo del burka aunque luego pudiesen morir lapidadas. “Aquellos versos tenían la fuerza de la poesía, la fuerza de la palabra”, dice con su voz calmada pero a la vez enérgica. Quien los reunió, Said Bahodine Majruh murió asesinado y los originales en afgano se perdieron, “yo pude traducirlos del francés”, específica con el orgullo del trabajo realizado.
Si tuviese que elegir una época donde la represión hacia la mujer fuese más atroz, escogería el actual Afganistán. Por el contrario, si tuviese que escoger una época donde la mujer hubiese vivido con más libertad, equiparada al hombre, escogería la Roma anterior a la llegada del emperador Augusto. Entre esas dos elecciones hubo muchas épocas en que la mujer se dedicó a la poesía y al trabajo de igual a igual, sólo que en muchas ocasiones no sería reconocido. “Hubo trovadoras en la Edad Media, que enlazaban con los cantos egipcios, que eran muy eróticos”, apunta. Y hubo mujeres que participaron en las cruzadas, como las amazonas que acompañaron a Conrado II, que se silenció.
Muchas mujeres han escrito en la historia pero pocas son conocidas. “Es una paradoja que las mujeres que escribían estuviesen en la clausura de un convento y que las que estuviesen fuera no pudiesen hacerlo”, expone en su disertación. Lo mismo ocurría en países tan lejanos como China, Japón o Korea. “Las cortesanas, a las cuales se las preparaba desde niñas, recibían una educación esmerada y escribían cosas muy interesantes”, detalla.
Es el caso de Oliva Sabuco, que durante el reinado de Felipe II descubrió el líquido raquídeo, pero la intolerancia de aquella época hizo que la autoría del descubrimiento cayese sobre su padre y no sobre ella. A sus publicaciones se les cambiaba el nombre por el de su padre y según la autora de
Guardar la casa y cerrar la boca ha habido muchas reclamaciones en la Biblioteca Nacional, donde se conservan algunos de los originales de tan singular científica española.
Para
Clara Janés, “la escritura te permite conocerte mejor y no sólo la escritura. La condición del cuerpo marca mucho en la escritura. Todo parte del cuerpo, incluso el pensamiento está marcado por él. Yo veo a una persona y su cuerpo dice mucho de lo que escribe. Diría que la escritura es el electrocardiograma y el encefalograma de una persona”, elucubra con lucidez.
Si hay alguien que la marcó, esa fue la escritora Rosa Chace, de la que dice que aprendió mucho. “Siempre decía: vamos a seguir, a seguir luchando, creando y escribiendo”, rememora. Y eso es lo que ha hecho, pero siempre sabiendo que “lo importante es saber cada uno quién es”, concluye la escritora.
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