¿Es posible empezar de cero cuando el mundo se desmorona a tu alrededor? ¿A quién no le gustaría crear un nuevo yo a partir de su propia imaginación? Esto es "Viena Blues", la novela de metaficción que sigue dos vidas paralelas: el anodino contable en paro, intentando escapar de una vida de mierda, y su creación, el detective privado Arturo Sáñez, un hombre sin escrúpulos sobreviviendo en una ciudad sucia y corrupta. Con un ritmo trepidante y divertido seguimos los pensamientos y avatares del escritor aficionado en unos días de invierno decisivos para su vida.
Javier es un hombre de mediana edad que está en el paro. Su mujer nada sospecha; la relación está muy deteriorada, por lo que decide fingir que sigue trabajando y no dar más explicaciones. Sin embargo, lo que decide hacer es lo que siempre ha querido: escribir una novela de detectives privados. Así que, cada mañana, en vez de ir al trabajo se va al famoso restaurante de comida rápida Viena a escribir su novela. Mientras la escribe, Javier va relatando sus sueños, su mundo onírico y mantiene conversaciones con su otro yo. Como si se tratara del más exigente de los críticos literarios, su alter ego critica cada una de las decisiones que toma en relación a la novela y a su vida privada.
En la novela, Arturo, el personaje principal, es un detective solitario y un tanto peculiar: es un tipo duro, pero no es nada atractivo, es incluso un tanto mequetrefe… se parece bastante a su creador, Javier. Arturo vive en Berisia, una ciudad corrupta y llena de delincuentes, y trabaja para la agencia del señor Salvador. Ahora mismo, está a punto de empezar a investigar un nuevo caso: se trata de la señora Sally, una mujer acaudalada que busca a su hijo, un muchacho adolescente desaparecido en extrañas circunstancias. Arturo acaba visitando el colegio del niño, donde parece que hay gato encerrado. Ni corto ni perezoso se disfraza de colegial y se cuela en la escuela, donde descubre que el director tiene un cuarto secreto. Arturo acorrala al director, quien termina confesando que tiene a alguien escondido en el cuarto secreto, y pensando que se trata del muchacho desaparecido asoma por la mirilla de la puerta que da al cuarto. Su sorpresa es mayúscula cuando puede ver con sus propios ojos que lo que esconde el director de la escuela, ¡es nada más y nada menos que un zombi! ¡Un zombi de los de verdad!
Según el director del colegio, él lo único que hace es proporcionárselos al barón Tautologio de Metacarpio, que pretende abrir al público un parque de atracciones de terror en el que la principal atracción será poder observar a los zombis de verdad. La policía está de acuerdo con ello, ya que es una situación totalmente alegal, porque los zombis están muertos. Arturo está convencido de que el barón está transformando a los jóvenes de Berisia en zombis, y el hijo de la señora Sally es uno de ellos.
Mientras, la vida de Javier se desmorona. Marta, su mujer, decide dejarle, y él cada vez se siente más atraído por Raquel, la camarera del restaurante Viena. Además, intercambia emails con algunas mujeres mediante una página de contactos en la que se hace pasar por un detective privado. Finalmente, mantiene relaciones con otra mujer casada mientras la novela también se le escapa de las manos.
De forma paralela, Arturo, el detective de Berisia, se infiltra en la isla de Mosenburgo, donde van a construir el parque de atracciones. Tras entrevistarse con el malvado barón, descubre que la policía está involucrada en el caso. Un monje llamado Pepiter y el arzobispo de la ciudad contactan con él para ofrecerle su ayuda. Hace tiempo que persiguen al barón e intentan frenar sus planes, así que le ayudan a infiltrarse de nuevo en la gran mansión del barón, a cambio de que consiga el ordenador portátil de éste. Tras intercambiar una palabras con el barón, descubre que también existe un acuerdo con la iglesia, ya que toda la trama no es más que un juego de poderes entre las diferentes instituciones. Arturo entrega el ordenador a las secuaces del barón, dos vampiras asesinas, y entrega también al monje Pepiter a sus “enemigos”, todo a cambio de que envíen al hijo de Sally a Hamburgo a una clínica en la que podrán revertir el proceso de transformación del muchacho en zombi. Arturo seguirá con su trabajo de detective.
En cuanto a Javier, los sueños y las pesadillas de cada noche crecen aún más con la marcha de Marta y de su hijo. Incluso empieza a delirar y a tener visiones: cree que se está volviendo loco. La novela no tiene el final que él esperaba, y su otro yo no hace más que meterse con él y criticarlo hasta la saciedad. Se ha convertido en una especie de doctor Jekyll y míster Hyde, y cada vez está más desorientado.
Sergi Gotarra Franch (Barcelona, 1966) es hijo de Jordi Gotarra, autor de varios cuentos infantiles en los años 70. Se graduó tardíamente como ingeniero informático y trabaja desde hace más de veinte años en el pesaje industrial, dedicando su tiempo a algo tan mundano y prosaico como es la fabricación de componentes para básculas y balanzas. Escritor aficionado desde la infancia, se ha presentado a distintos premios de poesía y de novela, siendo el más destacado el Premio Planeta del año 2012, en el que quedó entre los diez finalistas con la novela Viena Blues.
«No escribí VIENA BLUES pensando en un premio, sino por el placer de escribir lo que me gustaría leer. Quedar finalista del Premio Planeta fue para mi una gran satisfacción, además del reconocimiento a la calidad de la novela.»
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