“Corona de damas” es la primera novela de Tosca Soto, seudónimo de dos jóvenes periodistas y escritoras madrileñas a las que las daba un poco de vergüenza presentar su libro con sus nombres verdaderos. “Creíamos que los editores se echarían un poco para atrás cuando supieran que estaba escrita por dos escritoras desconocidas”, confiesan en voz baja ambas escritoras.
Cuando investigué en Internet para saber quién era esa tal Tosca, descubrí una imagen de una enigmática mujer con gafas oscuras y capuchas que bien podría ser una rapera de este nuevo siglo. Sin embargo, desde la editorial me avanzaron que eran dos escritoras, lo cual me pareció aún más enigmático, porque hay pocas parejas de escritoras que escriban a cuatro manos. Que yo sepa, Amy Lab, que ya han publicado un par de excelentes novelas infantiles y las escritoras Rosa Ribas y Sabine Hofmann.
Estas dos últimas tienen una forma muy parecida de escribir. Rosa Ribas escribe en Barcelona y Sabin Hofmann en Alemania y hasta ahora llevan dos trepidantes y originales novelas negras escritas. Susana Tosca escribe en Madrid y María Soto en Copenhague. Internet las une y la distancia las separa, menos mal que la tecnología permite una inmediatez. Si hubiesen escrito el libro en la época de la que escriben hubieran tardado, al menos, un siglo en escribir el libro.
“Corona de damas es la apuesta veraniega del sello Grijalbo, especializado en novela histórica”, nos anticipa la editora Ana Liarás en la comida con la que agasajaron a los medios de comunicación en un palacete del barrio de Chamberí. Por salones como en el que mantuvimos una conversación debieron de deambular las protagonistas de la novela.
Tosca Soto es un gran seudónimo, “son nuestros apellidos, concretamente los segundos de cada una de nosotras”, cuentan entre risas, si hubiesen escogido los primeros habrían quedado como humoristas casposas de los años setenta, así que mejor que utilizasen éstos, que las dan un glamour especial, el mismo que tiene esta novela de 1.100 páginas con las que muchos lectores se van a tirar todo el verano leyendo. Es lo que tienen estos novelones al estilo Alejandro Dumas.
Porque algo de Los tres mosqueteros tiene, que como todo el mundo sabe, eran cuatro y Tosca Soto son dos. Bueno quizá ahora no lo sepan, pero seguro que lo van a saber. La novela comienza con la llegada a París en 1625 de dos jóvenes gascones. Coincide con el comienzo del reinado de Luis XIII, hijo de Enrique IV. “Era una corte muy joven”, recuerdan. Casi de chavalines sin experiencia.
Para escribir Corona de damas han estado cuatro años trabajando sin descanso, buscando información para que todo cuadrase y quedase verosímil. “Menos mal que hemos escrito una historia francesa. Si hubiese sido española no habría quedado tan bien. Los franceses lo tienen todo bien archivado y digitalizado. Hemos podido consultar cartas, memorándums, etc”, apuntan.
Lo original que tiene la novela es que aunque los hombres llevan el peso de la acción, son las mujeres las que mueven los hilos de la novela, las que manejan las entretelas de la misma. “El comienzo del siglo XVII es un época que nos encanta. Es la transición entre el renacimiento y el feudalismo hacia el esplendor de la corte de Versalles”, explican al unísono. Los personajes de aquella época son muy novelescos. El padre de Luis XIII fue asesinado. En su época causó la misma sensación que siglos después causaría el magnicidio de Kennedy: se encontró enseguida al asesino pero no a los verdaderos promotores del mismo, Enrique IV fue un rey muy popular y mujeriego, lo que hizo que también tuviese muchos enemigos. Ese miedo a un posible atentado lo tuvo toda la vida Luis XIII, de ahí que siempre se rodease de una legión de espías y lo quisiese controlar todo mediante la mano férrea del Cardenal Richelieu.
“Nosotras somos fans de Richelieu”, afirman sin dudarlo y añaden “quiso crear un estado moderno, centralizador y quería lo mejor para Francia, sólo que lo que había en la Corte no era lo mejor, además, eran demasiado jóvenes”. ¡Vamos que estaban más a la juerga que al gobierno! Casi como en estos tiempos, siendo ahora más talluditos.
En la novela han querido recrear aquellos tiempos, no sólo de forma histórica, sino también lo cotidiano, los colores, los sabores, los olores. “Y es que París olía realmente mal”, apunta con guasa. De ahí que las descripciones que hacen sean minuciosas, muy al estilo Dumas o Galdós.
“La novela la hemos escrito al 50%”, dicen seguras. No ha habido ningún líder. Se juntaron, les costó una semana de reuniones de tormentas de ideas y de allí salió el germen de la novela. “Al principio nos costó muchísimo y tuvimos que tirar muchos folios. Cuando nos pasábamos los primeros manuscritos una a otra, nos lo devolvíamos con infinitas tachaduras. Fue una auténtica cura de humildad”, confiesan, se nota que nadie lleva la voz cantante, contesta una como lo podría hacer la otra y eso que son muy diferentes. Una es madrugadora, por su trabajo, la otra es noctámbula. Una es alondra, la otra es búho.
Ese duro trabajo de conjunción hace que no se perciban voces distintas en la novela, que haya una uniformidad y eso es difícil en una historia de intriga, que han conseguido muy engarzada y que sólo transcurre en dos meses. Ninguno de los protagonistas es totalmente bueno o totalmente malo, aunque su personaje favorito es Bernard de Serres, uno de los dos jóvenes que llega a París.
Han sido cuatro años de duro trabajo, pero reconocen que lo han disfrutado y prometen repetir. El lector suele percibir cuándo un escritor disfruta, ese es el hilo de transmisión entre el autor y el lector y lo que hace que surja el éxito de una obra. De momento, tienen todos los ingredientes.
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