Pese a su crassus errare, Rivers no solo secundó el error garrafal de su amigo Antonio Rodríguez-Moñino y Rodríguez, sino también consideró su artículo: «Francisco de Aldana (1537-1578)», «el único estudio biográfico sobre Francisco de Aldana que vale la pena consultar». Ambos continuadores de dicho error estaban convencidos que nadie podría rebatírselo con nuevos datos, aunque el conocimiento personal de Rivers de la fuente del Archivio Mediceo del Principato hablaba de la naturaleza del padre de Francisco que el académico estadounidense descartó inexplicablemente, respaldando la tesis de Rodríguez-Moñino y Rodríguez.
Mejor aún, ningún biógrafo ni experto sobre las hazañas heroicas de Francisco no solo no indagó con mucha escrupulosidad el mencionado yerro, sino tampoco lo puso en tela de juicio con toda seriedad a pesar de la documentación legal, la que Rivers al examinar, echó en saco roto sin ninguna justificación razonable, como lo verifican los estudios. Buen ejemplo de ello es la afirmación del profesor Adalid Nievas Rojas, quien asegura que «desde la publicación en 1953 del formidable estudio de Elías L. Rivers, Francisco de Aldana, el divino capitán, base de la práctica totalidad de la investigación posterior, muy poco ha podido añadirse a la escasa documentación conocida sobre la vida del autor de la Carta a Arias Montano».
En contestación a la «revolucionaria» declaración errónea de Rivers, que sigue estimada con todo vigor como la gran maravilla al presente, -en una palabra: un gran traspié para la Historia de España, unos estudiosos la enaltecen, y otros sin ninguna conexión documental al árbol genealógico de la familia Aldana, oriunda de Guadalcanal, Extremadura, hicieron borrón y cuenta nueva. Éstos continúan especulando que Francisco era natural de Alcántara, Valencia de Alcántara o Nápoles, sin brindar ni un documento digno de crédito, y a la vez narran que Francisco era hijo del Maestre de campo del Tercio de Hungría, formado a partir del Tercio Viejo de Nápoles que servía en Alemania (1546-1548), Bernardo Villela de Aldana (1510-1560), de Alcántara, a quien Rivers, miembro correspondiente de la Real Academia de la Lengua Española, llamó «el tío de Francisco».
Empero, el documento redescubierto por el excelente investigador Sánchez Martín comprueba indiscutiblemente que el padre de Francisco, sargento mayor de la infantería española y participante junto a Cervantes en la expedición de Navarino (Pylos), el 7 de octubre de 1572, fue «el capitán Antonio de Aldana, di Guadalcanale di Estremadura di Spagna. Succede al [Juan] Ladrón come Castellano della fortezza di Livorno, nov. di 1546; di S. Miniato… 1554». De aquí se colige que el auténtico lugar de nacimiento del capitán Antonio de Aldana (Guadalcanal, ca. 1500/1505- Florencia, 1570), esposo de la siciliana María Salomé de Coccolà (o Cocciola, Cocchiola), dama de honor de la Duquesa Consorte de Florencia y Siena, Leonor de Álvarez Toledo y Pimentel-Osorio (1522-1562), fue la villa de Guadalcanal, Extremadura, y no Alcántara, Extremadura.
Ahora bien, confirmo que todas estas meditaciones se asocian con que quid de la cuestión que es: ¿cuáles son los motivos de la repetición de los errores, a título de ejemplo, de los biógrafos aldanescos, cervantinos y lopescos, a pesar de la documentación preservada? Creo que uno de ellos es la carencia de la indagación archivística, vigorosa y virtuosa que resulta de la falta de una investigación documental, cualitativa y ejemplar, que es un verdadero diamante de amor a la Historia de España, cuya realización debería llevarse a cabo en el archivo, y que debería reivindicar, example gratia, la honestidad intelectual del erudito.
Aún, detallo que Miguel de Cervantes Saavedra, compañero de armas de Francisco en Italia, no solo era muy buen amigo suyo lo que divulgo en mi Vida de Miguel de Cervantes Saavedra, que contiene más de 717 nuevos documentos cervantinos y que será dada a la estampa en 2020, sino también el genio de la literatura española le llamó a Francisco: «el celebrado Aldana», y «divino»: «yten, que todo buen poeta, aunque no aya compuesto poema eroyco, ni sacado al teatro del mundo obras grandes, con qualesquiera, aunque sean pocas, pueda alcançar renombre de divino, como le alcançaron Garcilaso de la Vega, Francisco de Figueroa, el capitán Francisco de Aldana y Hernando de Herrera».
Igualmente, el novelista impar alabó el vino de Gudalcanal servido durante la merienda de La Gananciosa en su famosa novela Rinconete y Cortadillo de este modo:
«y, aplicándosele a los labios, de un tirón, sin tomar aliento, lo trasegó del corcho al estómago, y acabó diciendo:
“-De Guadalcanal es, y aun tiene un es no es de yeso el señorico. Dios te consuele, hija, que así me has consolado; sino que temo que me ha de hacer mal, porque no me he desayunado.
-No hará, madre -respondió Monipodio-, porque es trasañejo
-Así lo espero yo en la Virgen-respondió la vieja”».
En El licenciado Vidriera, Cervantes, soldado de corazón, menciona a Guadalcanal, o sea, se refiere al acontecimiento ocurrido a principios de mayo de 1574 cuando Don Juan de Austria recibió aviso urgente del caballero milanés Gabriel o Gabrio Cervelloni, Gran Prior de Hungría en la Orden de San Juan y Capitán General de la Artillería de la Armada en Lepanto, de que los turcos aparejaban una muy poderosa armada para retomar La Goleta. A pesar de ello, Felipe II demostró muy poco interés en su defensa sin concederle ayudas a Don Juan. A tal efecto, en mayo Don Juan se dirigió a Génovacon las escuadras napolitanas y sicilianas e hizo esfuerzos de obtener del Papa el título de Rey de Túnez. Don Juan, fatigado de esperar órdenes de su hermano El Rey Prudente, salió de Génova a Nápoles, Mesina y Palermo, reclutando gente por todas partes y juntando naves, cuya presencia Cervantes testimonió en Génova al proclamar que:
«llegaron a la hermosa y bellísima ciudad de Génova, y desembarcándose en su recogido mandrache, después de haber visitado una iglesia, dio el capitán con todas sus camaradas en una hostería… Allí conocieron la suavidad del Treviano, el valor del Montefrascón, la fuerza del Asperino, la generosidad de los dos griegos Candía y Soma… Y habiendo hecho el huésped la reseña de tantos y tan diferentes vinos, se ofreció de hacer parecer allí, sin usar de tropelía, ni como pintados en mapa, sino real y verdaderamente, a Madrigal, Coca, Alaejos, y a La Imperial más que Real Ciudad, recámara del dios de la Risa; ofreció a squivias, a Alanía, a Cazalla, Guadalcanal y la Membrilla, sin que se le olvidase de Rivadavia y de Descarganaría. Finalmente, más vinos nombró el huésped, y más les dio que pudo tener en sus bodegas el mismo Baco… la admirable belleza de la ciudad, que en aquellas peñas parece que tiene las casas engastadas, como diamantes en oro».
A continuación, llamo la atención sobre el documento- de Diego Villela de Aldana y Andrea de Cervantes, hermana del autor de La Galatea,- dejado en el tintero por los investigadores. Se trata del dato del 8 de febrero de 1603 elaborado en Madrid cuando Andrea aceptó de Diego 788 reales, importe de hechura y aderezo de 24 camisas para el V Marqués de Villafranca del Bierzo, Pedro Álvarez de Toledo Osorio, llamado también Pedro de Toledo Osorio y Colonna (1546-1627), Capitán General de las Galeras de Nápoles, y General de Caballería de España, y su esposa Elvira de Mendoza, de lavado de ropa de Su Excelencia. El testimonio reza:
1.°«† Digo yo Doña Andrea de Cervantes que recibi del Señor Diego de Villela de Aldana, setecientos y ochenta y ocho reales por razon de veinte y cuatro camisas que hice para el señor Don Pedro de Toledo, y seis que se adereçaron de mi señora la marquesa, y otras camisas que se adereçaron, y mas de lavar ropa de Su Excelencia. Y porque es verdad que los recibi, di esta firmada de mi nombre, que es fecha a 8 de febrero de 1603 años.-Doña Andrea/de Çervantes».
2.° «† Cuenta de las camisas que se han hecho para el señor Don Pedro de Toledo, asi nuevas como las que se han adereçado:
Veinte y cuatro camisas nuevas a veinte y seis reales cada una, son 624 reales
De seis camisas que se adereçaron de las de mi señora la marquesa 066 reales
De otras camisas adereçadas 040
De botones 014
A la lavandera 031
De lavar más 38 camisas 013
__________
788 Rs».
3.° «† Memoria de los lienços/y holanda y cambray que se han tomado/para el señor Don Pedro de Toledo:
Setenta y tres varas de cambray a diez y ocho reales.
Noventa y seis varas de holanda a ocho reales.
Diez varas de holanda para asientos, a ducado.
Mas seis ducados de hilo.
Tres varas de lienço casero para entretelas, a cuatro reales.
Vara y media de cambray para adereçar las camisas, a diez y ocho reales.
Vara y media de holanda a siete reales, para las calcetas.
Cuarenta y dos varas de lienço casero a cinco reales.-Doña Andrea de Cervantes.
Importa esta cuenta, reales 2521».
Hecha esta salvedad, rectifico los errores de los investigadores aldanianos y cervantinos, y pongo en claro que este Diego Villela de Aldana (Nápoles, ca. 1536-Madrid, 1605), esposo de Ana de Laso Sarmiento, fue según el investigador Sánchez Martín, hijo del alcantarino Antonio Villela de Aldana (Alcántara ca. 1505 – Manfredonia, Foggia, 1561), y su esposa María de Aldana, y no del capitán guadalcanalense Antonio de Aldana, -uno de los hombres de mayor confianza de la Duquesa Leonor de Toledo-, quien el 11 de junio de 1539 le escoltó a Leonor, fundadora de la Academia Literaria «Degli Elevatti»en 1547, formando parte del séquito de caballeros españoles y napolitanos, cuando el 6 de julio de 1539 se fue a casar con el I Gran Duque de la Toscana, Cosme I de Médici (1519-1574) en Florencia. Incluso, Diego fue camarero del III Duque de Alba de Tormes desde 1555 hasta el 11 de diciembre de 1582, día del óbito del Duque de Alba en Lisboa, quien recompensó sus servicios con una donación de 50.000 maravedís anuales.
Antes de terminar, agradezco al historiador militar par excellence, Juan Luis Sánchez Martín, su ejemplar colaboración tocante al linaje de la familia del capitán Antonio de Aldana, oriundo de Guadalcanal, Extremadura, esposo de María Salomé de Coccolà, padres biológicos del gran poeta y militar de corazón español e italiano.
De igual modo, le felicito a nuestro meritorio investigador Juan Luis Sánchez Martín por el excelente hallazgo de dichos diamantes documentales, -un hito histórico de primer orden- y por su destacada contribución a la biografía documentada de Francisco, héroe de la Batalla de Al-Qaṣr Al-Kabīr, que deberían quedar fijados en los papeles para rectificar así los grandes desaciertos en las enciclopedias, libros de enseñanza, y revistas electrónicas. ¡Enhorabuena!
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