No es fácil exhibir esos oufits atrevidos y desenfados a los que nos acostumbra. Esas camisetas, tops, jerseys, chalecos y vestidos, apretados, ceñidos, ajustados, estrechos y encogidos. Complicados, por no decir imposibles, de meter y de sacar por el cuello o por cualquier otra parte de su anatomía.
No solo ha conseguido implantar un estilo más o menos sexi. Ha creado un concepto inédito, un nuevo paradigma en el arte de comunicar. Angie, una mujer desprejuiciada, empoderada y segura de sí misma, se pasea por el plató cantando las plusmarcas deportivas con un aplomo que ya quisiera cualquier politicastro del Congreso. Fue emocionante verla en acción con su vestido rojo Ferrari en la despedida de Rafa Nadal el pasado 20N. Ojo al dato, una fecha en la que astrológicamente, Plutón (planeta de la transformación) ha entrado en Acuario. Estaba escrito que nos eliminaran de la Copa Davis. Qué marrón, tío. Es que ni Nadal, ni ninguno de nosotros estamos preparados para perder, para fracasar, para despedirnos, para jubilarnos, para envejecer y no digamos para morir. Pero todo llegará. No hay manual de resiliencia que valga. Y entonces será el llanto y el crujir de dientes. Y no miro a nadie.