Ahora no me parece mala idea recluirse 5 días en casa para reflexionar. Aunque a mí no me serviría de nada. No se enteraría ni el tato. Y si se enteraran, hay columnistas de todos los colores donde elegir. Rojos, azules, blancos, negros y mestizos. Demasiada exuberancia cromática. Al final, colorín colorado esto se va a tomar por saco.
Es ingrato estar en el candelabro. Mira el fiscal general del Estado. Abres tu corazón, opinas, te la juegas, y te piden que dimitas. La vida es injusta y arbitraria. No se libra nadie, ni la reina de España. Para un día, un miserable día, que Letizia sale a la calle con las canas al viento, sin maquillar, con una camiseta rayas marinera y una gabardina “over size”, o sea, enorme, desgarbada con las mangas por las rodillas, que pareces una sin techo, van los de “Hola”, guardianes de la ley y el orden monárquico, y la pillan de la peor manera posible. La ironía que le dedico al extravagante fiscal general del Estado va de coña, pero las fotos de Letizia en “Hola” me parecen una putada de manual del mal periodista. Mira, ya tenemos todos una edad provecta y sabemos que lo que no quieras para ti no lo quieras para nadie. Cuando a mí me sacan mal en la foto (mazo veces) me subo por las paredes. Letizia también. Por eso ha intentado redimirse en los premios Planeta, con un modelazo Carolina Herrera negro y plata. De momento el exorcismo no ha colado, pero traerá cola. Como dice Pedro Sánchez, el que la hace la paga.