Carlos Javier Jarquín es escritor, poeta, periodista cultural, columnista y productor musical nicaragüense nació el 26 de junio de 1990 en Rancho Grande, Matagalpa, radica en la ciudad de Masaya. Este joven tiene una poesía esencial en cuya totalidad colindan, sin impertinencia y yo diría que hasta con devoción, los conceptos más sublimes del amor, la felicidad, la libertad y el respeto a una humanidad y a un planeta, urgidos de definiciones.
Esa afirmación se confirma en su poema “Nublados sentimientos”, en donde expresa que "la humanidad se está ahogando en un océano de pena" y deja entrever estremecido que pareciera indefinida esta antipatía entre la misma especie", como una "catástrofe que se esparce sin límites" y que tenemos necesariamente que enfrentar; y entonces se propone confrontativo con esa vorágine acaso como una forma deuteronómica de superar, desde el estacionamiento de la libertad, los males preexistentes; o como cuando en el plenipotenciario consenso de su poema “Su belleza”, entra a deletrear furtivos los encantos del viento y su palabra, articulada en su propia fe, pero que antes la han arrullado las montañas, entra a describir lo que su admiración verifica, para mostrarnos cómo es posible, en el consenso de esa totalidad, articular las palabras para desmitificar el brillo de lo existente y lo inexistente, en donde todo es aguardado por el benemérito aprecio a las luces de la buenaventura y la mañana.
Como autor, va a la literatura, como buscando una esperanza y en sus apotegmas se consuela, intentando mirar con su mirada de águila, lo que no pudo avizorar la noche de los tiempos. Su poesía es por eso genéticamente coyuntural, espaciada por esa fuerza que dan las cosas imprescindibles. No las que crea la historia para engañarse a sí misma, sino la que polinizador esparce desde las mangas de su goleta de ave, para surcar los suelos y los cielos más inmarcesibles. Es en esa lluvia, que a veces para repotenciarse alcanza la categoría de neblina, pero es también indomitez y grito, en la que se esfuerza para parecer ante si mismo tierno y en ocasiones tormentoso, para darnos esa apariencia de halcón en cuyo presente y pasado adquiere alas para volar los cielos más insólitos. Es por eso, allí mismo, él y todos, porque es recopilador y es dignatario de sueños y también de inmarcesibles paradigmas.
Carlos Javier, tiene el mérito de que parte de su trabajo literario, ha sido traducida al albanés, árabe, chino, coreano, francés, griego, hebreo, inglés, indonesio, italiano, japonés, holandés, portugués, rumano, ruso, serbio y uzbeko. Jarquín es compilador de las siguientes antologías: CANTO PLANETARIO, Tomo I, Tomo II. (Costa Rica: H. C EDITORES, 2023). Antología del Bicentenario de Centroamérica (México, EDITORIAL AYAME, 2021). Javier es Miembro correspondiente de la Academia Espírito-santense de Letras , Vitória, Espírito Santo de Brasil.
A continuación comparto dos poemas de Carlos Jarquín titulado; “Nublados sentimientos” y “Su belleza”:
Nublados sentimientos
La humanidad se está
ahogando en un océano de pena,
pareciera indefinida esta antipatía
entre la misma especie;
tal catástrofe se expande sin límites.
Somos auténticos pusilánimes
que dócilmente,
nos dejamos invadir
por los nublados sentimientos,
alejémonos de lo que intoxica el alma.
Intentemos aunar ideales
que mejor nos hagan respirar,
así probablemente disfrutaríamos
de un mundo que desborde
paz, democracia y libertad.
Seamos libres
y cultivadores de felicidad colectiva.
Apostemos siempre por unidad
así como lo hacen las estrellas
que entre más negra es su cómplice
el resplandor tiene considerable encanto.
No aceptemos que el odio de lo minúsculo
sea letal desgracia masiva,
no permitamos que el virus maligno
provoque el final de la humanidad.
Su belleza
El tono de su notable belleza
provoca que me olvide de abundante
desilusión que vuela de prisa por todo el mundo,
mis días se inundan de colores al escucharla,
su sensual voz trasmite la motivación
que por momentos se desliza de mi mente.
Su decoración de expresión verbal
estimula auténtica inspiración
misma que es como la arribada
de un espléndido arcoíris
que pretende engalanar a aquel valle
después que han recorrido torrenciales
de lágrimas por la piel de sus nostálgicas mejillas.
Llegó después de haberse marchado
el crepúsculo, ella traía entre su hermosura
plural fragancia así como lo
hacen las flores de primavera,
que el jardín recibe con eminente regocijo,
aunque su estancia fue efímera
pero lo suficiente como para comprender,
los numerosos encantos que tenemos
en nuestro entorno y que en limitadas ocasiones
nos damos el permiso de abrazar con enérgica libertad.
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