Octubre. 1934
Los acontecimientos de octubre de 1934, de los que ahora se cumplen noventa años, supusieron un parteaguas trascendental en la vida de la Segunda República, un fenómeno histórico que incendió todo el país, de Asturias a Cataluña, de Madrid al País Vasco, que transitó según los casos entre la huelga general insurreccional, la rebeldía institucional y la auténtica revolución social, que se convirtió en antesala de la Guerra Civil y cuyos ecos siguen resonando con fuerza en nuestros días.
El análisis de esta obra se remonta al vuelco electoral de noviembre de 1933, el cual permitió que el Gobierno fuera asumido por el centro, con el respaldo de la derecha cedista. Este cambio desencadenó un proceso de rectificación de las reformas republicanosocialistas previas y se relaciona con un evento significativo: la fallida huelga general campesina de junio de 1934. Además, se examina el contexto internacional para evidenciar que la historia de España durante este periodo estuvo completamente integrada en las tendencias de conflicto que afectaban a toda Europa, como se ilustra con los ejemplos de Francia, Alemania y, especialmente, la Austria de Dollfuss.
Los eventos de la insurrección se analizan a partir de un enfoque territorial que abarca regiones como Madrid, Cataluña, el País Vasco y, en particular, Asturias, aunque no exclusivamente. Se pone especial énfasis en las diversas manifestaciones de violencia que emergieron en el contexto más violento: la revolución asturiana. Además, se examinan las repercusiones de los sucesos de octubre tanto desde una perspectiva inmediata, considerando su efecto en la política de los gabinetes radical-cedistas y en la creación del Frente Popular, como desde un ángulo más amplio, observando su influencia en la historiografía y en la memoria histórica hasta nuestros días. Algunas narrativas aún destacan octubre de 1934 a través del prisma de la Guerra Civil. Así, "Octubre 1934" se presenta como una obra de síntesis actualizada, convirtiéndose en un referente tanto para el ámbito académico como para la divulgación social sobre estos acontecimientos cruciales para comprender la España contemporánea que sigue siendo parte de nuestra realidad.
Los actores políticos
Francisco Largo Caballero (Madrid, 1869-Paris, 1945)
El veterano dirigente socialista fue quien dio instrucciones para que se extendiera la huelga general por todo el país el 4 de octubre de 1934. Como ministro de Trabajo había sido responsable de una transformación profunda de las relaciones laborales en España, y en la víspera de octubre acumulaba las más altas responsabilidades en el PSOE y la UGT. Tradicionalmente se le ha considerado el responsable de la radicalización socialista después de que fueran desalojados del poder. No hacía más que expresar un sentimiento extendido entre las bases de que habían sido «traicionados» y «expulsados» por el sistema.
Lluís Companys (Tarrós, 1882-Barcelona, 1940)
La proclamación por parte del presidente Companys del «Estado catalán de la República federal española» desde el balcón del palacio de la Generalitat era un desafío institucional evidente al Estado. Al frente del Gobierno de Cataluña desde la muerte de Francesc Macià en la Navidad de 1933, durante los acontecimientos del 6 de octubre en Barcelona representó la corriente más federalista del catalanismo de izquierda. Su detención y la de todo su Gobierno conllevó la suspensión temporal del autogobierno hasta el triunfo del Frente Popular en febrero de 1936 cuando fue repuesto en el cargo.
José María Gil Robles (Salamanca, 1898-Madrid, 1980)
El joven abogado y político salmantino fue el responsable del notable éxito electoral en 1933 de la derecha accidentalista católica de la CEDA. A pesar de su rechazo a reconocer expresamente el régimen, tenía un plan nítido de hacerse con el Gobierno de la República que sirvió de detonante de octubre de 1934 y que continuo una vez sofocado el movimiento insurreccional. Su hostilidad a las reformas y una retórica de tintes cada vez más autoritarios era lo que, a ojos de sus adversarios políticos, le identificaba con el austriaco Engelbert Dollfuss.
Indalecio Prieto (Oviedo, 1883-Ciudad de México, 1962)
La otra gran figura del socialismo español de los años treinta, dirigente del sector centrista del PSOE, fue la que a posteriori manifestó de forma más abierta su arrepentimiento por el movimiento de octubre. Con menos peso orgánico que Largo Caballero en el partido, su corriente era mayoritaria en dos escenarios decisivos de la revolución: Asturias y el País Vasco. Fue quien redacto el «programa político» del movimiento insurreccional y su nombre quedó asociado en 1934 al buque Turquesa y la trama para conseguir armas para la revolución en el norte.
Alejandro Lerroux (La Rambla, 1864-Madrid, 1949)
El histórico dirigente del centrista Partido Radical fue el presidente del Gobierno que dio paso a cuatro ministros de la CEDA. Pocos meses antes, desde la oposición, había sido particularmente hostil a la labor del sector socialista en el Gobierno. Poco quedaba de la conjunción republicano-socialista que trajo la República. Tras los acontecimientos de octubre tuvo que lidiar con las exigencias de sus aliados para revertir las reformas previas y aplicar mano dura a los culpables de la revolución. Todo ello mientras su partido se desintegraba entre casos de corrupción. Su caída abrió las puertas a las elecciones de 1936.
El libro ha sido editado por
Jesús Jiménez Zaera, licenciado en Historia, comenzó su carrera profesional en el campo de la comunicación audiovisual como creador y gestor de contenidos institucionales y culturales. Su interés por la historia militar se centra sobre todo en los conflictos del siglo XX y su relación con los cambios políticos operados en el mundo actual. En la actualidad es coordinador de publicaciones de Desperta Ferro Ediciones. Es autor junto a Jordi Bru del libro de fotografías coloreadas de la Guerra Civil
Sangre en la frente.
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