FIRMA INVITADA

Biden, el Cid Campeador en la era moderna

El Cid Campeador
Gustavo Gac-Artigas | Sábado 20 de julio de 2024
Para intentar entender el momento actual en las elecciones presidenciales en los Estados Unidos, o para ser más precisos, la situación en que se encuentra el presidente Biden, tenemos que revisar la historia y veremos que el presidente no es el único responsable de la catástrofe a la que nos enfrentamos.


En el año 1058, el joven Rodrigo Díaz de Vivar entró en su vida política al servicio del rey Fernando iniciando así su entrenamiento en la vida militar y en las letras. El resto es historia, hizo un brillante camino escalando posiciones para entrar en la leyenda.

Ya joven guerrero escogió su caballo de batalla, y entre todas las posibilidades presentadas escogió a un corcel que, nacido débil, había sido salvado y criado por un monje visionario.

Babieca le puso por nombre, Babieca que, en buen castellano significa imbécil.

Con altos y bajos, triunfos y destierros, continuó su camino hasta convertirse en la persona más poderosa de la península, en un héroe popular, y entrar en la leyenda en brazos del cantar de los cantares, el canto del pueblo narrando sus luchas contra los moros, los enemigos del reino.

Muerto el Cid, el futuro del reino en peligro, visten su cadáver con su armadura, lo suben a Babieca, abren las puertas de la ciudad sitiada y el cadáver encabeza la contraofensiva. Los moros, al ver al Cid Campeador dirigiendo las huestes entran en pánico y son derrotados.

Y que me perdone doña Ximena, su amante esposa, por no haberla mencionado y mencionado su papel en la trayectoria de don Rodrigo Díaz de Vivar.

Y si pienso en esta historia es por lo que en la brillante trayectoria de don Rodrigo vi la brillante historia de Joe Biden, la que trágicamente termina de forma diferente. Y no es su culpa, los responsables de hacerle ver la realidad se la ocultaron, le hicieron ver las ilusorias banderas flameando en el campo de batalla, millones siguiendo al moderno Cid Campeador.

Dudo que estuvieran cegados y no vieran que el cuerpo y la mente del Cid estaba deteriorándose fruto de los años de batallas, y le permitieron subirse a Babieca para conducir lo que sería su última batalla.

¡Babiecas!, no previeron el vertiginoso avance del deterioro del Cid, peor aún, desde el comienzo cerraron los ojos a las señales de ese avance. No fue cosa de un día, fue cosa de la ceguera de sus acólitos, de los responsables políticos de su reino, aquellos que hoy, la batalla perdida, lloran lágrimas de cocodrilos pidiendo se baje al Cid de su corcel.

Cerraron los ojos, ocultaron la realidad y con ello condenaron a Don Rodrigo, perdón, al presidente Biden, a una derrota humillante en su última batalla.

La historia nos da lecciones, y hay que escuchar el cantar de los cantares, la voz del pueblo, para aprender a diferenciar entre héroes y villanos.

En la encrucijada, el moderno Cid debe montar por última vez a Babieca y retirarse a las verdes praderas cabalgando en sus recuerdos.

En el campo de batalla, otro octogenario, unificadas sus huestes, avanza, más como Atila que como el Cid, amenazando con destruir el reino y sus valores.

* Escritor, poeta, dramaturgo y hombre de teatro chileno, miembro del PEN Chile, miembro correspondiente de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE) y académico de la Academia Tomitana de Constanza, Rumania.

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