FIRMA INVITADA

51 nuevos documentos inéditos sugieren que Miguel de Cervantes Saavedra, amigo del Gobernador y Capitán General de “La Heroica”, Pedro de Ludeña, quiso emigrar a Cartagena de Indias en 1586

Miguel de Cervantes Saavedra (Foto: Archivo).

«Oh dulce España, patria querida», Miguel de Cervantes Saavedra

Krzysztof Sliwa | Lunes 20 de mayo de 2024

El benemérito médico Emilio Maganto Pavón, Jefe de Sección de Urología del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, ex profesor asociado de la Universidad de Alcalá de Henares, y autor de los estupendos libros: El poeta Pedro Laínez (1538-1584), respaldado por los 63 nuevos datos, 9 poemas redescubiertos, y 4 firmas autógrafas del «antiguo y verdadero amigo» del glorioso Manco (1547-1616), el madrileño Pedro Laínez (1538-1584), «extremo de discreción y sabiduría»; La familia Villafranca y Miguel de Cervantes (Alcalá de Henares, 2014); e Isabel de Saavedra. Los enigmas en la vida de la hija de Cervantes (Madrid, 2013), primera biografía de su querida Isabel, reforzada por los 21 nuevos datos; halló 51 joyas documentales enlazadas con el sueño americano de Miguel, publicadas en «El gobernador y capitán general de Cartagena de Indias Pedro de Ludeña y Miguel de Cervantes (Nuevos datos documentales que sugieren que el autor de La Galatea intentó viajar a Cartagena de Indias en la primavera de 1586)», eHumanista 57 (2024), 403-441.



Recuerdo que hasta la fecha se documenta que Miguel quería emigrar al Nuevo Mundo tres veces--el 16 de noviembre de 1581, el 8 de agosto de 1582, y el 16 de mayo de 1590--como asalariado de la Monarquía Católica (1479-1716), y ahora el biógrafo cervantino Emilio prueba que desde 16 de enero de 1586 hasta la salida de la flota de Indias el 1 de abril de 1586, Cervantes estuvo en Sevilla, intentando conseguir de algun modo viajar a «La Ciudad Amurallada», ubicada a orillas del mar Caribe, en el Nuevo Reino de Granada bajo la jurisdicción de la Real Audiencia de Santafé de Bogotá, el más alto tribunal de la Corona española (1550-1717) (E. Maganto Pavón, «Nuevos…», 403). Es más, el biógrafo cervantino Alfonso Dávila Oliveda, autor del excelente libro Miguel de Cervantes. Apuntes para una biografía (Círculo Rojo, 2023), asegura que Miguel podría haber visitado México en el virreinato de la Nueva España (1535-1821) dos veces, entre 1596 y 1613.

Gracias al profesor Emilio disponemos de la ceremonia de velaciones-, celebrada el 16 de enero de 1586 y destapada después de 406 años-, de Miguel y su amada esposa Catalina de Salazar y Palacios, hidalga de Esquivias-, e inspiración del «Príncipe de las Letras Españolas» conforme al historiador Sabino de Diego Romero, autor de la excelente obra: Catalina, fuente de inspiración de Cervantes (Punto Rojo, 2015)-, donde aparecen Pedro de Ludeña, gobernador de «La Fantástica», y los participantes de la ceremonia: militares y amigos vinculados a América Latina y al Real y Supremo Consejo de Indias del Reino de España (1511-1834).

Al lado de ello, Emilio localizó las nuevas referencias genealógicos de la familia Ludeña, «lo que permitió desentrañar la confusión bibliográfica que existía entre los hermanastros Fernando de Ludeña (y Urbina), poeta (c.a.1580-1634), y Fernando de Ludeña (y Barrionuevo), militar (c.a.1584-1657), error ya intuido por Frances Slanina en su tesis doctoral: Don Fernando de Lodeña y los Lodeña en la literatura. Este investigador fue el primero en sospechar que los datos biográficos de ambos personajes estaban entremezclados, y que los dos eran hijos del mismo padre: Fernando de Ludeña, hermano menor de Pedro, segundogénito de la familia y presunto amante de Magdalena de Cervantes (L. Astrana Marín, VI: 410-411)».

Al mismo tiempo es importante dejar sentado que la nueva documentación pone de relieve que Pedro de Ludeña o Lodeña (1539-1607), esposo de Ana de Arguello, tuvo seis hijos: «Pedro, Diego, Alfonso, Francisco, Juan y Constanza»; que Pedro tuvo «un criado llamado Pedro de Salazar, posiblemente pariente de la familia de Catalina, esposa de Miguel; que Pedro de Villafuerte, natural de Borox, a escasos kilómetros de Esquivias, realizó las pruebas para su ingreso como religioso de la Orden de Calatrava; y que en Esquivias vivió Pedro de Villafuerte, tío de Juana Gaitán, esposa de Pedro Laínez». Además, Emilio cita a «Luis Gaytán de Vozmediano, natural de Toledo, y traductor de la obra del italiano M. G. Giraldi Cinthio (1504-1573), De Gli Hecatommithi, amigo de Cervantes, quien leyó su obra porque se inspiró en él para escribir Los trabajos de Persiles y Sigismunda (Madrid, 1617), y afirma que «Catalina de Salazar-Vozmediano Palacios y Juana Gaitán estaban emparentadas (S. de Diego Romero, Catalina, 262-263), y quizás las dos mujeres podrían ser las descendientes coetáneas de los vínculos ancestrales, no tan lejanos, entre los Lodeña, los Vozmediano, y los Villafuerte madrileños» (E. Maganto Pavón, «Nuevos datos…», 418-20).

Debo agregar que los hallazgos documentales del excelente historiador José Cabello Núñez evidencian la amistad «entre la familia de los Montes de Oca sevillanos con Cervantes durante su labor como comisario real de abastecimientos en Andalucía. En esos trabajos se descubre que Francisco de Montes de Oca, posiblemente también, familiar cercano del indiano, estaba casado con una tal Magdalena Enríquez, viuda de Cristóbal Bermúdez. Magdalena y su esposo tenían relaciones profesionales con la Casa de Contratación, ya que ambos eran bizcocheros en Sevilla y se encargaban del abastecimiento de los galeones de la Armada de Indias y los de la Armada Invencible. Sin duda, José Cabello Núñez encontró varios testimonios que demuestran la relación que Magdalena tendría con Cervantes en su etapa de comisario real, pero también que los bizcocheros eran amigos íntimos de Tomás Gutiérrez de Castro, posadero de la céntrica calle Bayona, porque ambos cónyuges serían los padrinos en el bautizo de una hija de Gutiérrez, María, en 1598. No obstante, la pregunta que podemos hacernos tras la exposición de documentos sería: ¿por qué Cervantes invitó como testigo a la ceremonia de velaciones a Pedro de Montesdeoca y a los demás testigos relacionados con las Indias, solo por amistad o perseguía algún fin?» (E. Maganto Pavón, «Nuevos datos…», 418-20).

Después del relato de todos estos hallazgos, «pueden caber pocas dudas de lo que Cervantes pretendía invitando a su boda a su buen amigo el indiano y a los otros testigos limeños; lo mismo que buscaba de Pedro de Lodeña. Que le echaran una mano en su deseo de viajar a Cartagena con un oficio, o para que le ayudaran a conseguir la ansiada licencia de paso a través de la Casa de la Contratación. El recurrir a ellos era la última carta del escritor después del óbito del secretario Antonio de Eraso (?-1586), de Felipe II (1527-1598). Desgraciadamente para él no solo sus expectativas de embarcarse para viajar a Cartagena quedaron frustradas, sino que un año después -permítaseme un juego de palabras burlesco-, el cargo que le ofrecieron, quizás como compensación (y posiblemente comprándolo), resultó un embarque en toda regla que le costaría más de un serio disgusto y muchos sinsabores. Después de la ceremonia de velaciones no se vuelve a saber nada de Cervantes hasta el 9 de agosto de 1586, fecha en la que reaparece en Esquivias» (E. Maganto Pavón, «Nuevos…», 432).

Por los libros Catálogo de Pasajeros a Indias (María del Carmen Galbis Díez, 1986), sabemos que «la flota mercante o civil, compuesta de 5 galeones, salió de Sevilla el 29 de marzo de 1586, y en uno de ellos iba Pedro de Salazar, criado de Pedro de Ludeña. ¿Era este Pedro de Salazar el que asistía como testigo en el bautizo de Alfonso, uno de los hijos del Gobernador, celebrado en 1583? No tengo la menor duda» (E. Maganto Pavón, «Nuevos…», 433).

Habría que decir también que Pedro de Lodeña había solicitado desde hacía tiempo una plaza de Gobernador en el virreinato del Perú (1542-1824) porque su idea era volver a América junto a su mujer e hijos. Esa petición le fue concedida el 27 de marzo de 1599, y fue nombrado por Felipe III (1578-1621) Gobernador de la Plata (Bolivia), y Corregidor de la villa de Potosí (Bolivia)» (E. Maganto Pavón, «Nuevos…», 435).

El 16 de agosto de 1607, Pedro falleció en la villa de Potosí, siendo enterrado en el convento de Santo Domingo, pero dos años y medio antes había otorgado su testamento ante el escribano Alonso de Santana, que reza: “mis huesos sean trasladados a España para ser enterrados en la capilla de Sr. San Juan, junto a los de mi esposa y mis hijos, Pedro y Francisco, cuando Diego, mi hijo, quiera”, y manda a su hijo, le encarga sea muy temeroso de Dios, y en el servicio del Rey muy riguroso y exigente, llegando, si es preciso morir por sus causas, “arriesgando su vida y hacienda”» (E. Maganto Pavón, «Nuevos…», 437).

En resumen, le agradezco al laudable investigador Emilio Maganto Pavón su ejemplar cooperación, y le felicito al magnífico historiador Emilio por su brillante hallazgo de los nuevos datos de inapreciable valor historiográfico, que exponen los nuevos detalles biográficos sobre Cervantes, quien quiso vivir en «La Capital Romántica de América». En realidad, dichas perlas documentales brindan especial interés histórico para la reconstrucción de la biografía del héroe de Argel, la Historia de Bolivia, la Historia de Colombia, la Historia de España, y la Historia del Perú, y deberían ser difundidas para rectificar así los grandes desaciertos en las enciclopedias, libros de enseñanza, y revistas electrónicas. ¡Enhorabuena!

«Laus in Excelsis Deo»,
Krzysztof Sliwa

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