Nadie se atrevería en este siglo a defender la existencia de los campos de concentración y menos aún quienes estuvieron en su interior, ellos o sus antepasados, puesto que el tiempo avanza y las herramientas de dominación y exterminio se perfeccionan.
Sin embargo, hoy se aplauden y se venden.
Un campo de concentración del pasado albergaba, para utilizar una palabra amable, a algunos cientos, o por ellos pasaban algunos miles, era el tiempo y la suma del horror lo que demostraba su eficacia, puesto que de eficacia de control y muerte se trataba.
Hoy, en tiempos modernos, no son necesarios los muros coronados de alambradas, ni las casetas de vigilancia, ni individuos prestos a disparar. Se puede, ayudado por la IA, crear un campo de 5 millones en Gaza sin que se levanten voces de protesta. Al contrario, ese campo sirve de propaganda para mostrar eficiencia en el control de millones de seres humanos.
El lobo mordió. No el de caperucita, el Blue Wolf israelí, fichaje del rostro de los habitantes de Cisjordania, todos, del recién nacido al anciano que está por despedirse de este mundo, todos. Imagínese, estimado lector que usted fuera uno, que pudieran vigilar su vida, rastrear sus deseos, sus amores, sus amigos, su vida ya no es su vida, pertenece a otros.
Éxito; la misma herramienta se está utilizando en la franja de Gaza.
Pero no basta con “reconocer”, hay que saber todo si se desea utilizar como herramienta de muerte. Con un cierto cinismo y humor militar, el ejército israelí creó el programa “Where is daddy?”, ¿Dónde está papá?, ¡qué tierno!, ello permite bombardearlo cuando está en casa.
Para que no se diga que algo huele mal, se creó un programa con IA, “Lavender”, lavanda, que tiene datos sobre la mitad de la población de Gaza, y con sus parámetros decide a quién bombardear y cuándo.
Entre los parámetros aceptables: entre 100 y 300 víctimas colaterales es aceptable, dado que el objetivo principal, un terrorista generalmente, vive en un edificio de departamentos.
¿Cuáles son los otros parámetros aceptables? No se sabe a ciencia cierta, sí que la IA decide y propone. Cierto, al final hay un ser humano quien acepta y da la orden, la frialdad de la IA y de esos militares se encuentran, y los colaterales mueren.
Niños mueren, niñas mueren, ancianos y ancianas mueren, seres humanos mueren; la IA se utilizó como herramienta de muerte. No se trata de locales militares, no se trata de depósitos de armas, se trata de hacer aceptar que la muerte de civiles es parte de la lucha contra el terrorismo y por lo tanto aceptable.
La muerte con olor a lavanda cae del cielo, la respuesta a la pregunta de un niño: ¿dónde está daddy?, un rayo descendiendo del cielo le trae la muerte y la respuesta.
Y si a estas alturas el lector me pregunta qué opino sobre la IA, diré, como todos, con ella juego, no le temo, me despierta la curiosidad, esa curiosidad que desde niño guía mis pasos.
Como escritor me pregunto qué parte de mi memoria, de mi vivir, de mi escritura ya forma parte de ella puesto que, si esta crea, crea a partir de logaritmos, de la información que la alimenta, de los sentimientos que registra en su constante búsqueda de parecer más humana.
Sin temerla, temo al hombre. Me pregunto en qué momento las editoriales, con la frialdad de las reglas del mercado, procesarán la información recogida y crearán un nuevo perfume, asesinando al poeta.
“Where are you, poet?
¿Dónde estás, poeta?
* Escritor, poeta, dramaturgo y hombre de teatro chileno, miembro correspondiente de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE). Reside en los EE. UU.
Datos tomados del artículo ‘Lavender’: The AI machine directing Israel’s bombing spree in Gaza. “+972 Magazine” revista digital de noticias y opiniones de izquierda, establecida en agosto de 2010 en Tel Aviv por un grupo de cuatro escritores israelíes.