El libro profundiza en el hecho de que España fue el país europeo que acogió el mayor número de nazis, fascistas, ultraderechistas y colaboracionistas con el Tercer Reich. Esto sucedió a partir de la segunda mitad de 1944, cuando cambió definitivamente de signo el devenir de la Segunda Guerra Mundial. Lógicamente, en un régimen dictatorial, y entonces fascistizado, fue el Caudillo quien autorizo que estos huidos se instalaran en España o entraran en el país en tránsito hacia Sudamérica. A partir del visto bueno de Franco, políticos, militares y eclesiásticos españoles proporcionaron protección a personas con las que existía, al menos, una sintonía ideológica, aunque no necesariamente convergencia de intereses, en concreto lugares donde ocultarse del servicio de inteligencia de los Aliados, a veces nuevas identidades, en ocasiones medios para vivir durante un tiempo. Asimismo, en el auxilio, y a la vez vigilancia, de estos huidos participaron algunos organismos oficiales: de forma permanente la Dirección General de Seguridad y el Alto Estado Mayor.
Además de los datos cuantitativos, debemos atender a los cualitativos. Pues en ningún otro país se juntó semejante representación de cuadros intermedios y de alto nivel de las organizaciones fascistas y ultraderechistas, incluidos dirigentes de gobiernos y de partidos políticos. Durante tres lustros Léon Degrelle fue el único líder de partido fascista acogido en España. La situación cambió con la llegada del poglavnik del Estado Independiente de Croacia, Ante Pavelić, por ser este el dirigente fascista de más rango, y destacado genocida, de entre los que consiguieron huir al término de la guerra. Cuando Pavelić recibió el visto bueno para trasladarse a España, ya se encontraba aquí Vjekoslav Luburić, quien posiblemente era el más relevante de entre los mandos militares responsables de crímenes de guerra y de genocidios que no fue conducido ante un tribunal. Además, en España estuvieron otros personajes con responsabilidad en esta tipología de delitos, como Louis Darquier de Pellepoix, comisionado general de Asuntos Judíos en la Francia de Vichy, así como Karl Bömelburg, SS-Sturmbannführer y jefe de la Gestapo en Francia, y varios gobernantes sudamericanos, el principal el filonazi Juan Domingo Perón, al que hay que añadir varios dictadores, como el cubano Fulgencio Batista y el venezolano Marcos Pérez Jiménez, e hijos de dictadores, el más famoso Rafael Leónidas Trujillo, alias Ramfis.
Entre los datos inéditos figura que en España se refugió un personaje muy destacado en la persecución de los franceses de cultura u origen judío (localización, confinamiento y traslado a campos de exterminio): Karl Bömelburg. En la primavera de 1940 fue destinado a París como comandante de la Policía de Seguridad y en agosto de ese año fue nombrado jefe de la Gestapo en Francia. Cuando la Liberación huyo, llegó a España, donde realizó diversas labores. Curioso que en España le siguiera la pista la inteligencia francesa pero que el Gobierno francés no pidiera su extradición. ¿Por qué?
Vinculación directa de Ramón Serrano Suñer, ex ministro de la Gobernación y de Exteriores, y cuñadísimo, con tres de los refugiados destacados: Léon Degrelle, Karl Bömelburg y el general Salan.
Documentación inédita sobre la actuación de cazanazis en España, su intento de secuestrar a León Degrelle y el asesinato del ustasa Vjekoslav Luburic.
Se ofrece abundante información sobre el trabajo de la Dirección General de Seguridad en lo referido a la materia del libro.
Asimismo, completamente inédito, de la inteligencia militar, las competencias del Alto Estado Mayor, y se muestra que este organismo recicló a varios de los espías alemanes que habían actuado en España y Marruecos durante la Segunda Guerra Mundial; se explica su trabajo en beneficio de España.
Se ofrece abundante información sobre la vida de Degrelle en España, sus contactos, sus amistades, sus relaciones amorosas, su forma de vida en Constantina (Sevilla) y Madrid. Y sobre los problemas que su actitud egocéntrica causó al Ministerio de Exteriores español. Abundante documentación inédita, como la referida a la preocupación de este Ministerio respecto a las declaraciones y publicaciones de Degrelle cuando se estaba negociando con la Comunidad Económica Europea, y al debate en el Consejo de Ministros sobre la necesidad de imponerle silencio o expulsarle del país.
Dado que el hilo conductor del libro es Léon Degrelle, líder del partido fascista belga Rex, se rastrea lo sucedido a otros incívicos-colaboracionistas belgas que buscaron refugio en otros países europeos. La documentación inédita del archivo de Exteriores permite conocer que, ayudado por la CIA, en Austria se escondió Robert Jan Verbelen, jefe del servicio de seguridad belga durante la ocupación y jefe de la División SS Flamenca, Vlaams Legioen. ¿Por qué le ocultó inicialmente la CIA? ¿Similitudes con España?
Y que en Suiza consiguió refugio Henri de Man, dirigente del Partido Socialista Belga que se había fascistizado antes de la guerra. Es curioso que el muchas veces ministro belga de Exteriores y también jefe del Gobierno Paul Henri Spaak reclamara a España de forma reiterada la entrega de Degrelle y que, aunque en la prensa belga se había pedido su extradición, el gobierno presidido por Spaak, antiguo compañero de partido de De Man, ignorase esas reclamaciones. ¿Por qué?, ¿hipocresía?
Una parte de la labor de propaganda realizada por criminales nazis huidos y de nazis que décadas después abandonaron Alemania para eludir el control de sus libros y declaraciones ha dado temas a la ultraderecha y neonazismo actual. Nazis refugiados en España, Degrelle y Skorzeny, así como algunos fascistas españoles, introdujeron en España la corriente conocida como negacionismo, la que niega que existiera un plan organizado detrás de la política racial nazi para la eliminación de distintos grupos étnicos en Europa, centrado en la población de cultura y origen judío. Los seguidores del negacionismo han tratado de blanquear el pasado nazi para asumir sin complejos la historia nazi y su ideología.
-¿Por qué personas españolas prestan ayuda a nazis y fascistas?
Por sintonía ideológica.
Porque esos regímenes y fuerzas políticas les ayudaron a ellos durante la GCE.
Por las relaciones de trabajo y amistad hechas durante la Guerra Civil y la SGM.
Porque una parte son útiles para desempeñar trabajos.
Porque los ven como perdedores de una guerra y necesitan ayuda, aunque saben que se ha perseguido a los judíos. Saben que a los judíos se les ha perseguido y caben varias opciones: que les parezca bien que se establecieran medidas para el control y exclusión de la actividad económica de los judíos, y desconozcan otras medidas aplicadas; que fueran favorables al establecimiento de medidas de identificación, exclusión y deportación de los judíos, pero que no se crean los planes de exterminio, los crímenes de guerra y contra la humanidad de los que dan abundante información los medios de comunicación occidentales (que posiblemente no leen o escuchan los fascistas y ultraderechistas españoles); que les parezca bien cualquier medio para la liquidación del problema judío (no creo que nadie reconociera eso, y lo aceptarían muy pocos, pero hay comprensión de las formas de persecución, caso Ridruejo).
Mucha gente en Alemania, que no simpatizaba con los nazis o parcialmente, se negaba a creer en el horror de las historias de los crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad, y los consideraba propaganda de los Aliados tras la victoria.
En España se publicó poco de los crímenes nazis.
-¿Por qué el régimen de Franco ayudó a nazis y colaboracionistas huidos o que ya se encontraban en España durante la SGM? ¿Y a militares y políticos franceses que trabajaban para derrocar a De Gaulle?
Por sintonía ideológica (y la presión de USA y GB por este motivo a España descendió desde 1947).
Porque, dados sus conocimientos sobre la colaboración España-Alemania no convenía que fueran interrogados por personal de los Aliados.
Porque personal alemán que había desempeñado funciones de gestión económica, espionaje y policía política podía seguir aportando su experiencia en estas tareas.
Porque dar refugio a personal del régimen de Vichy y a los de la OAS era una forma de presionar a Francia, para que ejerciera control e impidiera acciones de exiliados de la izquierda española.