Un encuentro que no se dio. Una vuelta al pasado para una súplica, para un perdón, para esclarecer las cosas.
Clara Campoamor espera a Victoria Kent para invitarla a cenar y hablar de aquel enfrentamiento, que no fue tal, sobre el sufragio universal de las mujeres. Clara Campoamor espera entender las razones de Victoria para que no pidiera el voto para ellas allá por el año 1931.
Quizás espere una brisa fresca en el entendimiento de sus razones. Quizás se reconcilien definitivamente, porque las dos querían lo mismo, pero Victoria Kent no lo consideraba el momento adecuado.
Ambas están cansadas. Ambas han tenido que bregar con aquel debate y Clara Campoamor no comprende por qué Victoria Kent no toma partido por sus reivindicaciones. Ambas han caminado hasta nuestros días en unos hechos cuyas consecuencias son actuales. Las dos han debido de sufrir las espinas y el barro de sus ideas, opiniones y decisiones.
Pero abrieron surcos, abrieron caminos, plantaron semillas, encendieron la luz, quisieron que no fuera una voz callada y argumentaron sus criterios. "Creo que no es el momento de otorgar el voto a la mujer española”, decía Victoria Kent, porque la quería más culta, más preparada, más individual y con mayor libertad. Pero Clara Campoamor vio que era una oportunidad única. Esperar hubiera supuesto un retraso social, mantener un sometimiento, aun a costa de que muchas mujeres hicieran, en aquella época, lo que se les indicara, sin más.
Aquí, hoy, vienen a nuestro salón, que es el escenario, Clara y Victoria, Teresa Soria Ruano y Celia Medrano a mostrarnos su corazón y respirar bajo el cielo de la historia. Victoria viene a cenar, con texto de Olga Mínguez Pastor, rememorando sus discursos pero también la posibilidad de que, con el tiempo, hubiesen mantenido una comunicación fluida y, sobre todo, solidaria y comprensiva. Las dirige otra mujer, Carmen Nieves que las entiende y las trata con la naturalidad debida. El objetivo de Clara es que Victoria claudique y pida perdón en la posteridad de sus decisiones. Es un duelo dialéctico y emocional marcado por la rencilla, pero también por el cariño. Al fin y al cabo, son almas de luz, inteligentes y sensibles, que vivifican cada una de las palabras que pronunciaron entonces.
El transcurrir de sus vidas se vio marcado por aquellos discursos y, desde luego, por el devenir funesto de la República. “No cometáis un error histórico que no tendréis nunca bastante tiempo para llorar”, defendía Clara Campoamor.
Años de brega en el laberinto de sus pensamientos. No, no es el vino el que las hace desinhibirse y mostrarse más cercanas que nunca. Es la necesidad de seguir brillando en la esperanza. Es pensar que, hoy en día, todavía, algunos quieren volver a aquellos tiempos de regresión, sumisión y sometimiento al hombre y dos personalidades como Clara Campoamor y Victoria Kent no pueden permitirlo.
Es necesario seguir en la lucha, con la palabra y la acción, porque ambas mujeres no son ajenas a la existencia actual y se trata de mantener los derechos tan difícilmente conseguidos.
VICTORIA VIENE A CENAR
Dramaturgia: Olga Mínguez Pastor
Adaptación y dirección: Carmen Nieves
Reparto: Teresa Soria Ruano y Celia Medrano
Producción: Pisando Escenario
Espacio: Teatros Luchana