Es verdad que en muchas ocasiones se recuerdan aquellos tiempos, los de la posguerra y años posteriores, con cierta nostalgia por sus anuncios, las canciones pegadizas, las costumbres que hoy nos producen sonrisa pero, en realidad, es una época de niebla que nos cubría los ojos, entre otras cosas, porque éramos muy niños o jóvenes.
En aquellos años 60, afortunadamente, había creadores y artistas capaces de saltarse las restricciones de la libertad de expresión que imperaban en una total dictadura y que se alargó más de lo debido en el tiempo.
Entre esos creadores estaban Juan Antonio Bardem, Vicente Aranda, Gonzalo Suárez, Carlos Saura, y los inefables Rafael Azcona y Luis García Berlanga.
Algunos de sus títulos experimentaron una forma distinta de sortear a la censura. Y este es el caso que nos ocupa. Ángel Calvente, con El Espejo negro, hace una adaptación impresionante de la película El Verdugo de Luis Gª Berlanga. Y decimos impresionante porque, además de ser muy fiel al guion de Rafael Azcona y el propio Berlanga, transforma a los personajes en Marionetas.
Con una calidad excepcional, en su estética y apariencia, en la personalidad de las mismas, en el ritmo en el que se va desarrollando toda la historia, son marionetas que, en manos de sus actores, que actores son los que las manipulan, Susana Almahano, Laín Calvente, Carlos Cuadros y José Vera Nicart, no solo la hacen creíble, sino que nos embullan en el argumento y nos los traen reales y llenos de vida, apelando al momento de los mismos, al sufrimiento que se les escurre por los cuatro costados, a la necesidad, encadenados a un oficio que nadie quisiera para sí, pero que alguien hacía. Pues las ejecuciones por garrote vil se alargaron en el tiempo hasta casi los años 80.
No hay puntada sin hilo en este montaje. Todo está medido y controlado, preciso, no solo en la ejecución de los movimientos de las marionetas, sino en sus voces, en la coordinación de la compañía para darles vida, y en la estética absolutamente necesaria de imágenes, sonidos, músicas, canciones, escenografía y vestuario.
La sombra del Verdugo se cierne sobre su oficio. Está también sentenciado a muerte en vida, por el hecho de tener que ser el protagonista, el que lleve a cabo tan funesto oficio. Es memorable cómo, en su primer caso de tener que ejecutar al preso, parece que el reo será él, y así lo transmite también Ángel Calvente. Pero es que, además, dota a la puesta en escena de humor, sin omitir lo escabroso del asunto, de espinas que hoy, en los tiempos en los que estamos, se nos clavan desgarrando nuestras emociones.
Para los que conocíamos de sobra esta historia, en absoluto nos defrauda. Y para los que llegan nuevos a este título será gratamente sorprendente ver cómo, de un argumento de hace 60 años, lo tratan con un rigor fuera de toda duda, imprescindible tremendo y estoy seguro de que les sorprenderá esta delicia de buen teatro.
EL VERDUGO
Texto: Luis García Berlanga y Rafael Azcona
Dirección: Ángel Calvente
Reparto: José Vera Nicart, Carlos Cuadros, Laín Calvente, Susana Almahano
Voz en off cura: Juanma Lara
Banda sonora: Miguel Olmedo
Producción: El Espejo Negro | Teatro del Soho Caixabank
Lugar: Teatro La Abadía - Sala José Luis Alonso