Estoy en el teatro para asistir a un combate. Puede ser de boxeo, o no, como dice Jesús Torres en la edición de su obra Puños de harina, (Premio Teatro Autor Exprés 2019 de la Fundación SGAE) en una nota introductoria a la edición de su obra.
Probablemente no sea exactamente de boxeo, aunque uno de sus personajes sea boxeador. Boxeador y gitano, alemán, Johan Trollman, Rukeli, en la Alemania nazi, que puso entre las cuerdas al mismísimo Hitler. Es decir, lo desafió por actitud y gallardía. Y, paralelamente, 40 años más tarde, otro gitano español, Saúl, que puede ser ficticio pero que también puede no serlo, que pone contra las cuerdas a su propio padre, a su familia, a toda la sociedad, en una historia sobre la masculinidad, sobre la violencia, sobre el rechazo a lo comúnmente establecido.
Son diez asaltos, son diez caídas contra la lona, son diez remontadas para volver a ponerse en pie, multiplicadas por dos, pues dos son los personajes. Y un intérprete, Jesús Torres, y su sombra, y las voces que oímos nosotros y que resuenan en su cabeza, y el destello de las estrellas o golpes en el cuerpo de cada uno, que pueden ser moratones, que quizás sean chispas, que más serán lágrimas iluminadas por el reflejo del agua del mar en donde crecen sauces y robles.
El actor, autor y director va alternando ambos personajes, aunque se cruzan en él las identidades de los dos, la represión, los sentimientos, las ideas, no comprender bien lo que está sucediendo, las palabras de desprecio, la lucha por ser ellos mismos, porque es un idioma común, el de mostrarse como seres humanos, el del misterio de no comprender por qué se tilda a la gente y se la rechaza en función del color de su piel, de su ideología, de su orientación sexual, de su estatus económico, de su procedencia, o vaya usted a saber de qué cualquier otra circunstancia que no agrade a la mayoría cainita.
Es lástima y, sobre todo horror, que incluso hoy en día sigamos en esa tendencia de rechazo y repulsa por ser homosexual, por ser mujer, por ser negro o chino o gitano, por nacer pobre, por pensar de distinta manera, por creer o no creer en dios, por ser migrante, por tener una enfermedad, por padecer una discapacidad, por ser distinto, porque no eres de los nuestros. Y ya no solo es el rechazo o la repulsa, lo terrible es cuando se suceden episodios de violencia, de agresividad, de exterminio.
Puños de harina en un combate a más de diez asaltos, es un combate continuo y constante, ancestral, que viene de siglos atrás, desde que se expulsaron a judíos, árabes y gitanos, desde que, con la excusa de la evangelización, se produjeron desmanes, violaciones, robos, saqueos, conquista de terrenos, selección de raza.
Puños de harina no es un combate. Es una declaración de paz, es una necesidad de libertad, es un alegato para la concordia, es la ficción verídica de la realidad, es el sufrimiento de muchas personas convertido en palabras y personajes, es la fuerza para resistir los golpes y devolverlos, pero con la razón, la justicia y el sentimiento.
Dirección: Jesús Torres
Producción: El Aedo Teatro
Dramaturgia: Jesús Torres
Año 2021
Reparto: Jesús Torres
Voces en off: Eva Rodríguez, Antonio M.M. y David Dánchez Calvo
Con el apoyo de Europa 2020, AECID Programa Ventana, INAEM, Junta de Andalucía y Comunidad de Madrid
Espacio: Sala Mirador