Gustavo Gac-Artigas, poeta dramaturgo, hombre de teatro, novelista, escritor de originales columnas de opinión, aventurero, rebelde, amante de la justicia y la libertad. Hace 46 años nuestros destinos se cruzaron (no se juntaron, eso fue más tarde), yo, estudiante de posgrado de lenguas, literatura y teatro en París como parte de la audiencia de un espectáculo en beneficio de la lucha del pueblo chileno contra la dictadura, él, como refugiado político y director de teatro, maestro de ceremonias tratando de convencer a la audiencia de permanecer hasta el final --a riesgo de perder el último metro--, para presenciar una “orgía”, obra de teatro de Enrique Buenaventura que su grupo, Théâtre de la Résistance-Chili, representaría sobre la escena del auditorio de La Mutualité como último número del evento. Su voz y su palabra me cautivaron, presencié el espectáculo hasta el final y tuve que caminar de vuelta a la residencia estudiantil, pero no me arrepiento.
No fue sino varios años más tarde que nuestros caminos volvieron a cruzarse, y esta vez se juntaron, en la “Fête de l’Huma”, fiesta cultural del partido comunista francés que marcaba el final del receso de vacaciones y el comienzo de la vuelta a la vida cultural. Primero, como actriz de su grupo, y con los años, su esposa y madre de sus dos hijos. En nuestro peregrinar, los secretos de su creación dejaron de ser secretos para mí. Hoy soy también su editora, su más rigurosa crítica y su traductora al inglés y al francés.
Hace unos años acuñé el término “colectficción” para describir una modalidad creativa encontrada en sus escritos, tanto en la novela como en la poesía donde se trasciende el individualismo autorial a través de un diálogo activo con el lector para juntos reconfigurar la historia al interior del tejido social. En la poesía ello representa un enorme desafío por lo que, desde sus orígenes, la lírica ha sido el hogar de los sentimientos y las reflexiones íntimas del “yo poético”. Sin embargo, hemos encontrado en la poesía de Gustavo un yo poético que, aunque escribiendo desde lo individual, llama al lector a sumar su voz para convertir el poema en el coro de un nosotros.
(de Confieso que escribo)
escribo para ti
sin conocerte
escribo para ti
para encontrarme
escribo sobre el viento
sin poner un remitente
Como dijera Javier Velasco Oliaga de su poemario trilingüe deseos, longings, j’aimerais tant (2020): “Este “Deseos” es un poemario grandioso, de lectura fácil que nos hace reflexionar sobre la vida en general, pero con un fuerte componente personal. Lleno de experiencias que nos sirven a todos”. En esta sucinta frase Velasco resalta tres características que dan grandiosidad a la lírica de Gustavo: sencillez, reflexión, componente emocional que trasciende lo personal y nos incluye a nosotros, sus lectoras y lectores en un llamado a la solidaridad, a continuar el sueño del poeta y hacerlo sobrevivir en la realidad.
hombre
mírame
devuélveme la condición humana
ancla mi mente vagabunda
en la palabra ultrajada
ábrele las puertas
para que se pierda
en tu universo
y que mi sueño sobreviva en el tuyo
(de deseos, longings, j’aimerais tant)
Esta poesía, “de alto calado y fiero contenido”, como la describiera Velasco, es valorada por Julio Cuevas en su exégesis de la obra de Gustavo Desde el fondo del tintero: Dalibá, la brujita del Caribe (París 1982) ExIliadas (Róterdam 1988) publicada en octubre del 2023 con motivo del homenaje que le fue hecho por la Feria Internacional del Libro Hispana/Latina de Queens, NY al dedicarle su decimoséptima edición. En ella resume con precisión la relación entre autor, obra y lector que se produce en su obra poética:
Uno entra en ella y es como sentirse estar en un escenario de teatro, convertido en actor de su propio drama.
Aquí hay un decir que se convierte en gestualidad y expresión de configuraciones e imágenes que nos inducen a teatralizar nuestra propia vida, desde su perfil dramático y una voz de angustia en permanente travesía hacia lo humano, hacia un yo-convertido en un nosotros-, desde el escenario del sujeto-autor, hasta el espacio de nuestro vivir, como lector.
Su poesía, como menciona Natalia Prunes al hablar de su poemario bilingüe Un poète dans la ville/Un poeta en la ciudad publicado por Ediciones l’Harmattan se posiciona desde un quehacer filosófico, pero demuestra compromiso con la realidad, “donde el sueño y la utopía todavía son posibles porque las cosas más bellas y simples de la vida hacen que valga la pena seguir adelante, luchando en y por nuevos mundos imaginables”.
Y como añade la poeta rumana Carmen Bulzan, alias poeta Carmen Peregrina, y editora y traductora al rumano de la antología con POŞTA POEZIEI/El correo de la poesía que contiene poemas de ocho de los poemarios de Gustavo: “su vida es una vida dedicada, a través de la poesía, a los valores humanistas perennes: la libertad, la paz, el amor, la verdad, la belleza, la bondad”.
Por su parte, Carlos Paldao, director de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE), nos dice:
Gracias a un instinto poético seguro, estético en el mejor sentido, pero no estetizante, ninguno de sus poemas resulta adventicio, ocasional o material de relleno. Es que en sus poemarios todo apunta a la selección, al cernidor meticuloso. Gustavo no lanza sus creaciones a un mercado ya saturado con lo innecesario, lo barato y lo trivial. Él escribe lo que tiene que escribir, y lo vuelca en términos de poesía en el nivel más alto. Aquí la moderación no se da por timidez, por modestia, por debilidad, sino por exceso. Es que ofrece lo que se ha aquilatado, pues sus poemas recogen esa esencia de la que nos hablaba Husserl, artísticamente depurada y demoledora en sus efectos. Y así, ubicados en estos difíciles tiempos históricos del hoy, partiendo de la anécdota en ocasiones o el recuerdo, siempre en camino a lo universal, su poesía tiende hacia la trascendencia, como toda obra de arte legítima.
Compasión
primero dieron las armas para que hicieran llover bombas sobre sus cabezas
ocultaron con el humo de las llamas el cielo y las estrellas
destruyeron los hogares
cortando el último indicio de pertenencia
en el suelo cuerpos destruidos
cuerpos de niños, de niñas
de ancianos, de ancianas
de mujeres
de hombres
cuerpos desparramados entre los escombros
tristes muñecas desmembradas
luego
los arrinconaron
los hicieron abandonar los escombros
y a latigazos de miedo los arrancaron de sus ruinas
nuevamente los caminos se llenaron de pasos de desesperanza
como antes
el miedo a la muerte era la brújula
familias enteras emprendieron el camino
trozos dispersos de familias emprendieron el camino
los huérfanos de mundo emprendieron el camino
nuevamente las miradas perdidas nos observaban
los hambrearon
los gritos del estómago se unieron a los gritos de dolor
en la última puerta cerrada resonaban pequeños dedos pidiendo asilo
los hambrearon
los acorralaron
dejaron pasar gota a gota el alimento
hasta que el hambre hizo asaltar el camión conteniendo el maná
los cazaron como patos en la feria en tiempo de carnaval
cayeron mujeres
cayeron ancianos
cayeron niñas
cayeron niños
nuevamente cuerpos desparramados
a su lado yacía un paquete de comida
compasión
desde el cielo arrojaron
no bombas
alimentos
en la tierra manos moribundas desgarraban paquetes
compasión
desde el cielo cayó el maná
y los asesinos
los cómplices
claman al mundo
a los que sobrevivieron les pedimos
miren al cielo
crean en el ser humano
conmuévanse
coman
somos humanos
humanos hasta la próxima bomba
hasta que los expulsemos por siempre de su tierra
alabado sea el hombre
amén
Y continúa Carlos Paldao:
Así las cosas, sus poemas llegan al lector con elegancia, eficacia y poder de síntesis, y se ahíncan en el ánimo con un afán de permanencia tal que no hay mente sensible capaz de olvidarlos. Aun en sus poemas extensos, hay elementos epigramáticos, remates lapidarios, impregnados de un hálito dramático que, junto con repeticiones, se incrustan en la memoria y la conciencia del lector porque se vuelcan con la estremecedora belleza de las últimas verdades. Hoy como ayer, en la conmoción que sus poemas generan en las honduras del ser, hallamos en ellos una vertiente generosa para aplacar nuestra sed de verdad que es belleza y belleza que es verdad.
La poesía de Gustavo Gac-Artigas remece la mente y estremece los sentidos, nos hace sentir, nos lleva a reflexionar.
Dejemos que sean su palabra y su voz las que nos hablen.
la palabra malgastada (de Confieso que escribo)
la palabra no sirve
si no es para romper la regla
para escapar de las ánforas
para escapar del pergamino
para escapar de las prisiones
y revelar sus secretos
la palabra no sirve
si no es para cambiar el mundo
o al menos intentarlo
llevé la amistad en mi mochila (de Y aún queda espacio en mi mochila)
mi mochila sedienta de amistad
llevé el olvido y el recuerdo
el amor y el odio
y aún queda espacio en mi mochila
espacio para un nuevo amigo
un nuevo amor
una nueva rencilla
inútil rencilla sobre la nada
y aún queda espacio en mi mochila
espacio para sorprenderse
para maravillarse
para lo desconocido
para buscarse en el espejo de lagos conocidos
y aún queda espacio en mi mochila
espacio para un nuevo paso
para iniciar un nuevo camino
para cerrar una frontera
para soñar un nuevo sueño
y aún queda espacio en mi mochila
para mis ojos descubriendo la bondad
para mis ojos descubriendo la maldad
para aquello que está oculto
aquello que nos es negado
no cupieron los lagos donde mueren los cisnes de cuello negro
no cupieron los cisnes muertos flotando en las heladas aguas
no cupieron los bosques devorados por las llamas
no cupieron los rojos socavones escondiendo el dolor de un pueblo
pero aún queda espacio en mi mochila
espacio para una nueva vida
una vida que no tiene tierra
una tierra que no es mía
una tierra que no ocupa espacio
una huella que se resiste a ser borrada
una huella construida de barro y bronce
una huella mudo testigo de mi paso
una huella borrada por el tiempo
y aún queda espacio en mi mochila
cargada en mis espaldas y mis recuerdos
mientras mi cuerpo desaparece lentamente
mi mochila busca un nuevo espacio
Poemarios publicados:
Priscilla Gac-Artigas, Fulbright Scholar, académica de número de la Academia Norteamericana de la Lengua Española y correspondiente de la RAE, profesora de literatura latinoamericana en Monmouth University, NJ, EE. UU.