Pero su vida llegaba demasiado tarde a su corazón. Melancólica de estatua y frío, se vistió de Beatriz y Ofelia, y casi podríamos decir que su expresión fue prohibida, por ella misma.
En la noche tomaba láudano y agua de nieve, quizás, y como un viejo cisne que antes fuera patito feo, abrazaba tímidamente a su marido, Dante Gabriel Rosetti y John Everett Millais la pintaba a diario flotando en el agua de las despedidas.
María Giménez de Cala se transmuta en ella, con lo pétalos de las flores circundándola, deshojada, entre los colores de sus lienzos y los versos de sus poesías.
Monólogo de sombras de arco iris, desnudez del aire que la arrebata, la tristeza es el alimento que le ilumina el corazón. Es un espacio de orfandad y soledad, con marcos que son ventanas, donde todos podemos verla, escucharla, sentirla, menos ella a sí misma, que ha renunciado a los placeres mundanos de la vida.
La luz ciega en su penumbra. La actriz nos muestra, dirigida por Paco Montes, todas las derrotas, aunque no hubiera huidas. Será la musa de los prerrafaelitas, en una casa de la vida donde los muebles se cubren de una capa de polvo marchita. El calor de su inicial relación se escapa por las rendijas. No hay motivo de espera, todo es mentira. Solo alcanzará el éxtasis con una buena dosis de vino blanco, azafrán, clavo, canela y opio, bálsamo necesario para tanta amargura escondida.
Este montaje pequeño y elegante, casi sedoso como una leve caricia, hace justicia a la figura de Elizabeth Siddal, encarnada en un nuevo amanecer corpóreo que nos plantea sus dudas, su malvasía dulce en la voz de María Giménez de Cala, en su refugio donde se estremece y donde se encuentra y nos la muestra. Mientras desgrana también sus versos, su amor muerto, su amor sincero, su amor y odio que no es tal, fragmentos de una balada, muerte prematura, otoño y bosque silencioso, laberinto lánguido donde se entrelazan sus sentimientos, su femenino anhelo, la búsqueda de sí misma.
Teatro y poesía, esencia de la poesía, del arte plástico, de las palabras y la pintura, de una experiencia personal de una mujer que se movía en los límites de la realidad, en una existencia frágil difícil de ordenar en el caos que en su mente se producía.
ELIZABETH SIDDALL
Intérprete: María Giménez de Cala
Música: Bruno Axel
Producción: mariagimenezproducciones
Dirección: Paco Montes
Dramaturgia: Adaptación del texto de Inés Piñole.
Prensa y comunicación: María Díaz
Espacio: Teatro Lara (Los miércoles de enero)