La mirada de la máscara. Que parece impersonal y sin vida, pero es todo lo contrario.
Familie Flöz, la compañía alemana que trabaja desde la máscara y la expresión, sin lenguaje verbal, se esfuerza por traernos una historia de bondad.
Pero también una historia de clases, de convenciones, de supervivencia, de relaciones personales. La vida en sí misma pero, esta vez, sin palabras, como escrita en el aire, en las lágrimas que van por dentro, en el mar que espera al fondo en un amanecer incierto.
Los personajes que aquí vemos son el resumen de la sociedad que habitamos. Los pobres y trabajadores, los cuidadores de que todo funcione correctamente, los que tienen algo de poder y deciden, los prepotentes que también tienen sus debilidades, su fragilidad, su humanidad escondida, y pueden llegar a conocer qué es estar entre desperdicios, entre mierdas, entre flores secas, en la inestabilidad emocional del ser humano. Y, naturalmente, el amor. El amor convencional y el amor real, el amor por el placer, el amor idílico, el amor que pasa desapercibido.
Cada día nos enfrentamos al trabajo con sacrificio, al reconocimiento (o no) de nuestra labor, a ser comprendidos, vilipendiados o rechazados. A nuestros fracasos y pequeños éxitos, a la mudez de no poder hablar porque no nos lo permiten.
Tan solo tres representantes asumen el rol de un montón de personajes, en forma de camareros, porteros, novios, acaudalados, jefes, indigentes, amigos,… ellos son Andrés Angulo, Johannes Stubenvoll, Thomas van Ouwerkerk, que cambian de vestuario, de personalidad y de máscaras con una habilidad sorprendente, haciéndonos dudar de si, realmente, son solo tres los intérpretes.
Cada cual con su personalidad, con sus emociones que deja entrever a pesar de lo hierático del semblante, y consiguen hacer personajes auténticamente humanos, cercanos, reconocidos, y llenos de bondad, como decíamos al principio, repletos de prejuicios, cargados de remilgos, y con un entorno de melancolía que hace que los aceptemos sin reticencias.
Lo dirige Michael Vogel, pero creo, al igual que en la creación del espectáculo en su totalidad, que el esfuerzo es de toda la compañía, y en el desarrollo han participado todos.
Mención aparte hay que hacer a Hajo Schüler, en la confección de las máscaras, magníficas, en la escenografía a Felix Nolze y Rotes Pferd, que consiguen trasladarnos al lugar de los hechos como si fuéramos simples pajarillos que se asoman al alféizar de una ventana para mirar en su interior. Y, como acompañamiento imprescindible, la música de Maraike Brüning y Benjamin Reber, la única que habla y nos cuenta, desde el exterior y con sentimientos, el interior de los personajes en este retumbar del alma en un apacible montaje que se aprecia con una sonrisa en los labios y un silencio en el espíritu.
Feste es la vida por dentro, es una fiesta, (no sé si realmente Feste significa fiesta) o firme, o fijado, o fuerte, o sólido, o compacto, robusto, o felicidad, o que tiene novia pero, en cualquier caso, no debemos olvidarnos que, en cualquier sitio, se genera basura y solo está en nuestra mano que podamos salir indemnes de ella.
FESTE
Creación colectiva de Familie Flöz
Dirección: Michael Vogel
Reparto: Andrés Angulo, Johannes Stubenvoll, Thomas van Ouwerkerk
Máscaras: Hajo Schüler
Escenografía: Felix Nolze, Rotes Pferd
Vestuario: Mascha Schubert
Música: Maraike Brüning, Benjamin Reber
Canción ‘Hold on’: Marlena Käthe
Espacio: Teatro de La Abadía – Sala José Luis Alonso