Cervantes no ha muerto. Sigue y continuará vivo por los siglos de los siglos venideros, donde nuevos lectores se adentrarán en sus personajes y llegarán a creer que un día fueron ciertos y existieron.
Miguel de Cervantes sigue teniendo la dificultad de ver publicada su novela, porque su lenguaje es rico y variado, por todos los temas que trata, porque la veracidad de sus protagonistas hacen de su historia la mejor narrativa de todos los tiempos.
Seguirá encontrando las mismas dificultades, quizás, las mismas incomprensiones, idénticas envidias, paralelos plagios. Y es que, de mediocres está el mundo lleno.
Pero ahí está su trabajo, su tesón, sus segundas partes, que sí que fueron buenas, su sudor por ser reconocido como poeta, en el sentido amplio de la palabra, en el del mejor escritor que en el panorama universal ha sido.
José Luis Hernández Garvi, como autor, lo rescata en un sueño actual, en unas horas que no son las suyas, en un tiempo de desleimiento, de calendarios de 24 horas, porque si dura más, queda obsoleto. Pero, él, Miguel de Cervantes, se empeña en que su novela marcará una forma nueva de escribir narrativa y que don Quijote, Sancho y Dulcinea serán más reales que algunos individuos que hoy conocemos.
Pilar Ávila, la directora, que sabe de estas lides escénicas, le imprime corazón y acción, le hurta al tiempo su pasado, y lo firma con el amor que siente por el caballero de la Triste Figura.
Le cae la responsabilidad de hacerlo cuerpo (a don Miguel), a Pedro Fajardo, presencia y raíz, hueso y entendimiento, y nos regresa por los caminos de venturas que ha de recorrer en su sentimiento.
El contrapunto está en María Veloso, la editora pejiguera y práctica, pero que se nos hará también humana, comprensible y comprensiva, derrotada e ilusionada por amores bucólicos, Dulcinea en el recuerdo.
Es verdad que nos encontramos a los autores del barroco a cada paso. Que se sigue representando a Lope, afortunadamente, que Quevedo protesta y Góngora se amarra a un duro banco, que Tirso de Molina se enreda en las comedias y que Cervantes sigue siendo el referente de nuestros días, aunque ningún “youtuber” lo mencione, porque se les ha olvidado abrir un libro de vez en cuando.
Por eso tenemos aquí El autor en su laberinto, caminando, muchas veces sonámbulo, siempre etéreo, en mitad del Barrio de las Letras, intentando que su libro se publique y se lea, hablando de tiempos pretéritos y actuales, conociéndole con su nombre y apellidos, sabiendo que sigue viviendo, porque todos tenemos algo de Quijote y mucho de Sancho, porque todos tenemos rivales como el caballero de la Blanca Luna y amores imposibles como Aldonza Lorenzo, porque seguirá habiendo Avellanedas que quieran usurparnos nuestro talento, porque ya no queman libros que puedan extorsionar el cerebro porque ya no se leen libros, pero, ¡líbrenme de espanto!, por favor se lo pido, no dejen nunca de acudir al teatro donde les cuenten historias propias, ajenas que no lo son tanto, y… de locos enamorados.
Texto: José Luis Hernández Garvi
Intérpretes: Pedro Fajardo y María Veloso
Dirección: Pilar Ávila
Espacio: El Corral de Lope, todos los domingos a las 19:15