Bécquer y los gorriones. Leer a Bécquer. Sentirlo en su conocimiento. Conocerlo en su sentimiento. Desesperados versos románticos aquí dichos, interpretados, cantados, musicados, con la elegancia del teatro, con la sensibilidad de la poesía, con la emoción de la música, con la fuerza de las palabras.
Esas palabras ya estaban en el aire, en el ambiente, y los intérpretes, Beatriz Argüello, David Luque, Raquel Riaño cantando, y Jorge Bedoya recitando con la música del piano, se las beben, para hacerlas suyas y que nos las transmitan, para que las admiremos, por muchas veces que las hayamos escuchado, por mil veces que los versos de Gustavo Adolfo Bécquer los oigamos repetidos, porque es la primera vez que veo un recital teatralizado y expresivo corporalmente, donde el piano también son los versos, donde la voz se asienta en el corazón y sale de túneles negros.
“Yo nado en el vacío”, existiendo, recorriendo cada Rima, cada reflejo de luz y me hace salir de la rutina y siento el gozo de la poesía, liberándome de sórdidos acontecimientos que hoy están sucediendo.
Bécquer huérfano y pintor, pero las palabras vencen a los colores. “Palabras que fuesen a un tiempo suspiros y risas, colores y notas”. Accesos de alegría, impulsos de llanto, el espíritu que se exalta y enaltece, oscuridades divinas del genio creador.
“Podrá no haber poetas, pero siempre habrá poesía” y aquí la tenemos, bajo la dirección de Ana Contreras que ha sabido ver en la dramaturgia de Raúl Losánez, el misterio del hombre, del poeta, de la primavera, de la esperanza y los recuerdos, de la belleza del amor.
Emoción contenida y desbordada al mismo tiempo, imaginando las noches cuando es de día, “olas gigantes que os rompéis bramando”, lo que se escucha, se ve y se siente es suficiente, no hacen falta explicaciones ni datos biográficos, “vano fantasma de niebla y luz”.
“Tu pupila es azul”… y “hoy la tierra y los cielos me sonríen”. Poesía es esto. Es este montaje ávido de amor, esos besos soñados, ese amor que ya no amará, esa insustituible queja del arpa en un rincón olvidada, esas golondrinas encendidas por el sol.
Los cuatro intérpretes nos subyugan. Nos disipan la niebla, “los suspiros son aire y van al aire”, y los versos de Bécquer van definitivamente al milagro del amanecer, aunque sea en inquietud.
La música es exacta en su intensidad. Las voces cumplen con su ineludible encuentro. El oscuro va llenado la escena despacio. La imagen de Gustavo Adolfo Bécquer está en nuestra geografía interna.
De repente, todo calla y se mantiene en el eco una única voz de múltiples gargantas que en silencio dicen: “¡Poesía… eres tú!”
VANO FANTASMA DE NIEBLA Y LUZ
Textos: GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER
Versión y dramaturgia: RAÚL LOSÁNEZ
Dirección: ANA CONTRERAS
Intérpretes: BEATRIZ ARGÜELLO, DAVID LUQUE, JORGE BEDOYA (piano) y RAQUEL RIAÑO (voz)
Composición musical: JORGE BEDOYA
Composición de canciones: RAQUEL RIAÑO
Producción: LA OTRA ARCADIA
Espacio: Teatro Fernán Gómez Centro Cultural de la Villa