Sabemos que el Universo se expande, como si obedeciera a una antigravedad que distancia las galaxias. Desconocemos a qué se debe, por eso la llamamos Materia Oscura. También se expande dentro de nuestro planeta. Lo cuenta una película que se estrena mañana en nuestro país, la más polémica del año en EE.UU., también uno de los mayores éxitos.
Una película de bajo presupuesto codeándose en taquilla con superproducciones como la última entrega de Indiana Jones. Se titula ‘Sound of Freedom’ y escenifica un agujero negro, pura materia oscura: el tráfico de niños procedentes de los países más pobres para ser utilizados como esclavos sexuales en las llamadas sociedades del bienestar. Como la norteamericana. Como la nuestra.
La historia comienza en EE.UU., no en vano el país que lidera el consumo de pornografía infantil, seguido por España -a la cabeza de Europa en todo lo peor-. Un exagente de Seguridad Nacional se embarca en la aventura de llegar hasta la raíz de las tramas pedófilas globales, allá donde se proveen de niños. Llega a Colombia, y descubre el infierno en la tierra.
Cinematográficamente la película es mediocre. Pero la polémica no responde a su calidad, sino a lo que se presupone detrás. La revista ‘Rolling Stone’ se apresuró a estigmatizarla como un producto de la ultraderecha conservadora y el grupo Qanon. La productora lo niega, la progresía wasp no deja de cargar contra ella. Pero la cuestión de fondo no es quién está detrás, sino qué nos pone delante: La verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero.
Si hablamos de grupos de poder, también resulta muy sospechosa la postura de Agamenón, léase el imperio del entertainment. Ni Disney ni Century Fox se avinieron a producirla, pese a mediaba un acuerdo previo. Vayamos con su porquero mediático, invirtiendo la carga de la prueba. ¿Qué hay detrás de las grandes cadenas norteamericanas que denigran la película?
Conspiración por conspiración, aquí también hay mucha materia oscura. Las redes pedófilas generan un volumen de negocio comparable al del tráfico de drogas. Un negocio de élites en el que estuvo implicado el hijo del presidente Biden. Sumemos los nombres de Jeffrey Epstein o el del príncipe de Andrés de Inglaterra. Sumemos propuestas como la de despenalizar la pedofilia, “si es con consentimiento”, sugeridas por nuestra ministra de Igualdad.
La Materia Oscura se expande. También está escrito que los vértices de los dados sean suaves, para que su rodar tienda al infinito.