Está claro que el teatro representa la realización de un lenguaje que engloba otros elementos. Así, no podemos hablar solamente de texto, sino también de espacio, de tiempo, de músicas, de atrezo, de vestuario, de iluminación, de imágenes, de danza, de ritmo, de silencios y, por supuesto, de espectadores.
José Juan Rodríguez en Leyenda del espacio casi, casi prescinde de todo ello y, al mismo tiempo, lo utiliza y nos lo trae a colación. Comenzando con los espectadores. Sin ellos, posiblemente sí que el espacio no tendría sentido ni todo lo demás. Después el actor, director y autor de esta pieza con retazos de Beckett, se irá desnudando, dando vueltas alrededor de sí mismo, dialogará también con él como interlocutor primero, y salpimentará de todos los elementos escénicos a un monólogo que es un punto de encuentro, un espacio semivacío, un tiempo casi detenido, un texto sin concreción aparente.
Leyenda por lo que tiene de composición poética, por lo que tiene de origen oral, por lo que tiene de imprecisión y veracidad, por lo que tiene de singular y de innecesarias explicaciones, por lo que tiene de cotidianidad, espontaneidad e imaginación.
En el teatro se engrandecen los silencios y las pausas, y las palabras susurradas casi se gritan, y los gritos se contienen en la garganta.
El rastro de los grandes maestros de la dramaturgia se manifiesta de forma imperceptible, pero certera. No solo es Beckett, es Grotowski, es Artaud, es Brook, Kantor,… en gestos perdurables.
Sobre el escenario, sin paroxismo, en el fundamento de realizar un ejercicio individual, no sé si saludable, donde el espacio toma protagonismo sin alardes, reconociéndose en una infinitud cercada por cuatro paredes.
Juan José Rodríguez es un cachorro de intérprete, en una indagación, en una búsqueda, el hondo transitar por un escenario vacío y una bicicleta, por si acaso.
Seguimos sus pasos con la mirada, al igual que sus palabras, lo vemos detenerse, dudar, hablar consigo mismo al mismo tiempo que con nosotros, y le respondemos, a veces, con una sonrisa, o con la suavidad de nuestra presencia que no aturde.
Más de una vez cada uno de nosotros ha hablado estando a solas, incluso llamándonos por nuestro ‘propio nombre propio’. Somos, entonces, leyenda nuestra, ahí estamos, dóciles y comprensivos, porque nos queremos, y contemplamos nuestras acciones o nuestra inactividad para decirnos, después, que estábamos cansados, que somos pensamiento, que solo nos apetece formar parte del espacio, que así sentimos, que el espejo es nuestro público, que acompañamos nuestra soledad con elementos que han salido del espacio teatral, y ese es nuestro monólogo para encontrarnos. La diferencia está en que Juanjo nos invita a pasar para que lo veamos.
Autoría, dirección e intérprete: José Juan Rodríguez
Dirección de producción: José Juan Rodríguez
Ayudante de dirección: Alexis Becker
Colaboración en ensayos abiertos: Sala Exlímite
Agradecimientos: Nacho Vera, Lucas Condro, Rodolfo Sacristán y a todos los que se prestaron a venir a mirar durante los ensayos abiertos.
Espacio: Teatro del Barrio