Aquel canino que solo a él reconoció, y todo lo posterior, pero ¿qué pasó con los demás? Siempre se habla del protagonista, del héroe, de aquel tocado por los dioses y que las musas adornan su camino con guirnaldas y glorias ¿Y los que no son etéreos? ¿Los que no tocan al Olimpo con sus dedos? que entre ellos se escurren los tiempos, que ayer tenía veinte y hoy, solo hoy, más de década y media, y mañana, seguramente cincuenta. ¿Qué misterio tiene Chronos sobre esto? ¿Qué trama hay detrás de la gloria que se hilan en las oscuras cuevas de las trillizas?
Después de tanto navegar, de tanta aventura, de derrotar a cíclopes y estrellas, regresas a tu morada, con cierto triunfo, experiencia y sabiduría. Pero la vida es presente, la vida es hoy, la vida es lo que brilla a través del resplandor de las aguas del diáfano momento. No se puede vivir de victorias pasadas, los recuerdos se hacen añejos y el pueblo te exige presente. Tu núcleo te exige hoy. La sociedad te exige momento. Y contrario al oro y los metales preciosos, el pasado, al correr en los pies alados de las deidades en el urano, el pasado cada vez vale menos. Laberintos y encrucijadas nos arribaron a nuestras llegadas en vez de flores y alabanzas. ¿Valió la pena tanta guerra? Hoy no hay lugar para nosotros. Pero no nos podemos rendir, entre guerras, oro y doncellas, la lucha continúa, la lucha perdura.